Dormir en este impresionante parador en medio del bosque es hacerlo en un monumento gótico, románico y renacentista literalmente

En plena Ribeira Sacra, en la provincia de Ourense, se encuentra un Monasterio benedictino declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1923 y que es un referente turístico. Rodeado de bosques, alejado del ruido y reconvertido en parador, Santo Estevo es sinónimo de naturaleza, historia y arquitectura. Un destino perfecto para una escapada romántica de fin de semana en cualquier época del año.

Aunque también los encontramos en edificios de nueva construcción, los paradores son hoteles que se sitúan en lugares peculiares como, por ejemplo, edificios históricos; conventos o palacios. Todos ellos han sido rehabilitados para acoger a turistas, pero conservan todo el encanto de su uso original.

En ese sentido, el parador de Santo Estevo es una joya que se ubica en un monasterio benedictino en el corazón de la Ribeira Sacra. Lo que se traduce en que está rodeado de naturaleza y tiene unas vistas panorámicas espectaculares del cañón del río Sil.

La existencia de este Monasterio está probada desde el siglo X, aunque su origen parece remontarse a los siglos VI y VII. Además, se ha sometido a ampliaciones posteriores, por lo que tiene influencia de varios estilos arquitectónicos.

De este modo, se alternan estilos que van desde el románico al barroco. Un buen ejemplo son sus tres claustros, cada uno de su padre y de su madre: uno románico, uno gótico y uno renacentista.

En la actualidad, el hotel cuenta con un total de 77 habitaciones, distribuidas a lo largo de los tres mencionados claustros de estilos y épocas distintas. De hecho, las habitaciones, que se encuentran en lo que fueron las celdas de los monjes, destacan por ser todas diferentes entre sí. Además, algunas de ellas cuentan con impresionantes vistas sobre el paisaje de los Cañones del río Sil.

No obstante, uno de los atractivos de este Parador es el contraste del edificio histórico con la decoración vanguardista del interior. Además, cuenta con un spa instalado en las antiguas bodegas del monasterio y un jacuzzi en el exterior con vistas al bosque que rodea el monasterio.

El hotel también dispone de restaurante con terraza al lado del bosque de castaños, cafetería con terraza en el claustro de la portería, salones y preciosos jardines. Además, es un lugar ideal para disfrutar de la gastronomía gallega de interior con la singularidad que aporta la abrupta Ribeira Sacra. Esto significa una carta protagonizada por productos autóctonos como la castaña o los vinos heroicos. Aunque tampoco faltan pescados de las Rías.

Foto de portada | Diego Martínez

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