Las ciudades del Danubio tienen un encanto especial que hace única la visita. Budapest rivaliza con Viena por ser nuestra favorita. La ciudad se divide en dos zonas y, si la vamos a visitar en dos días, quizá lo ideal sería acercarnos a una de ellas cada día: un día para la histórica y señorial Buda, y otro día para la moderna y popular Pest.
Cinco visitas imprescindibles:
- Parlamento: la imagen más reconocible de la ciudad y uno de los edificios parlamentarios más grandes del mundo. Su interior bien merece una visita guiada rápida, pero lo que realmente nos hechizará será su exterior, especialmente la vista nocturna con el edificio iluminado.
Puente de las Cadenas: otra de las construcciones que ganan mucho con su iluminación nocturna. El puente de las Cadenas fue el primero de la ciudad, pero tras los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo que ser reconstruido.
Ópera: no tan grande como su equivalente vienés (esa fue una de las condiciones para que el emperador austro-húngaro la financiara), pero desbordante de historia de la música. Realizan visitas guiadas muy completas en español, aunque otra buena opción es conocerla en una de las funciones diarias, sorprendentemente baratas para el visitante extranjero.
Castillo de Buda: el impresionante edificio que preside la ciudad desde las colinas de Buda y que parece rivalizar con el Parlamento. Alberga diferentes museos nacionales. Muy recomendable subir hasta la zona de Buda en el funicular Budavári Sikló y bajar callejeando hasta el Bastión de los Pescadores.
- Sinagoga: la historia del pueblo judío en Budapest es tan extensa como terrible. En este sinagoga, la segunda del mundo en extensión (solo la supera la de Jerusalén), conoceremos a fondo los avatares que sufrieron, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, además de contemplar un edificio espectacular desde el punto de vista arquitectónico.
La calle perfecta para el shopping: La avenida Andrássy atraviesa Pest desde casi la orilla del río hasta la Plaza de los Héroes. Llena de tiendas de firma, nuestro consejo es recorrerla en uno de los sentidos y regresar al origen en la famosa línea 1 del Metro (el más antiguo del mundo, tras el de Londres).
No te vayas sin probar: Una comida en Budapest debe incluir necesariamente una sopa goulash, con una buena carga de paprika, por supuesto. Pero la experiencia gastronómica no será completa sin alguna delicia dulce en uno de los dos cafés míticos de la ciudad, el Nueva York o el Gerbeaud.
Lo mejor de lo mejor: Un buen crucero por el Danubio, preferiblemente en horario nocturno, desde el que contemplar la ciudad iluminada. Hay muchas empresas que los ofrecen por un precio muy económico.
Y si te sobra tiempo: El hobby nacional en Hungría es disfrutar de las aguas termales en alguno de los balnearios que proliferan por todo el país. En Budapest, los mejores son el Gellert, con su espectacular piscina central, y el Széchenyi, cuyos servicios rivalizan con lo impresionante del edificio principal.
Fotos | Pixabay.
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