¡Exprime lo que te queda de vacaciones con estas cinco ideas!

¿Estás en la tumbona con un precioso atardecer atosigándote mientras te terminas la última cerveza fría del turno de tarde sin dejar de llorar? ¿Te quedan escasos días de desparrame vacacional y ya estás con los sudores fríos? ¿Ya hablas en pasado de tus días de paz celestial? ¿Empiezas a tener remordimientos sobre lo poco que has aprovechado este año las Olimpiadas? ¿Tus sueños empiezan a incluir elementos como despertadores, montones de folios, vagones de metro abarrotados o tuppers de macarrones con atún secos?

La sensación de estar relamiendo el fondo de un yogur

Lo peor de todo es que esto ni siquiera puede llamarse depresión post-vacacional porque aún estás al lío… y eso te hace sentir peor. ¿La solución? ¿Llorar? Tal vez. Pero antes, hagamos un primer y último intento. Piensa que tendremos once largos y oscuros meses para lloriquear.

Vamos a olvidarnos de los tipiquísimos «vete poniendo el despertador» o «haz el recorrido a tu trabajo o universidad para ir acostumbrándote». De eso nada. Pero entonces, ¿qué podemos hacer en estos días que ni sí ni no?

1) Invéntate un gran día gastronómico. Un combo veraniego. A tope de excesos. Si tuvieses que resumir todo el verano en un solo día, ¿qué harías? Tienes 24 horas para encapsular tu verano y comértelo entero. Salmorejo, pasteles de Belem, pintxos de bonito, helados italianos, horchata… Pero mezclado, no agitado. Aquí tienes toda la inspiración que necesitas. Si has tenido algún problema gastrointestinal este verano pasa al punto 5.

2) Puesta a punto. Igual que preparas tu coche para la operación salida, ahora te toca a ti ponerte las pilas para la operación entrada. Coge hora en la peluquería, vete a un spa o simplemente date cremas random en el sofá de tu casa como si no hubiese un mañana. Llénate de mascarillas hasta dar miedo (¡mira todas estas!) Si no tienes el cuerpo para tonterías, pasa al punto 5.

3) Organiza tus recuerdos. Guarda tus fotos: revisa y pasa a limpio todas tus instantáneas antes de que se solapen con el puente de diciembre o navidad. Haz un álbum con lo mejor de lo mejor. ¿Y la música? Crea un lista de Spotify con todas las canciones que te han hecho vibrar este verano (las de vergüenza ajena también). Si prefieres olvidar, pasa al punto 5.

4) Turismo in da house. Ponte zapato cómodo y échate a la calle. Pasea por tu ciudad como si fueses un guiri japonés. Redescubre tu barrio o vete a la conquista de uno nuevo. Te ayudará a aclimatarte y odiarás menos la que será tu "ciudad de no-vacaciones". Si ves que no, pasa al punto 5.

5) Llora con tus amigos. Egoístamente… una pena compartida es media pena. Pues eso. Limonada y lagrimones.

O sofá, peli, té y manta, para ir acostumbrándote a lo que viene.

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