Gentrificación: Así han revivido los barrios de nuestras ciudades favoritas del mundo

¿Gentrificación? ¿Qué es eso? 'Gentrificación' es una palabra de nuevo cuño, un calco de la inglesa 'gentrification', que viene a definir los diferentes procesos que atraviesan determinados barrios desde un origen humilde hacia su conversión en barrio de moda. Cualquier definición más allá de esta dependerá de la opinión de quien la dé. Para los que consideran la gentrificación un fenómeno positivo para una ciudad, no hay nada de malo en que un barrio tradicionalmente deprimido se convierta en un lugar renovado tras un lavado de cara. Las críticas llegan desde el bando de los que consideran que implica el desplazamiento de la población original del barrio para dejar paso a habitantes de mayor nivel adquisitivo.

La gentrificación es un fenómeno que lleva décadas presente en las grandes urbes del mundo, con especial incidencia en Londres y Nueva York que, como en casi todo, parecen haber marcado la tendencia. En los últimos años, la gentrificación ha llegado con fuerza a España, con una presencia muy fuerte en Madrid. Repasamos cómo se vive la gentrificación en diferentes lugares del mundo para comprobar cómo han asumido este proceso.

Nueva York

Los muy fans de Sexo en Nueva York recordarán el incidente de Samantha con un grupo de prostitutas transexuales en sus primeros días en su nuevo apartamento. Ese precioso loft se ubicaba en el distrito de Meatpacking, a orillas del río Hudson. En Meatpacking, ni siquiera el nombre del barrio lleva a engaño. La zona que un día acogió el principal mercado de carne de la ciudad se convirtió, entre los años 60 y los 80 del siglo pasado, en otro tipo de mercado de carne. La zona se convirtió en un foco de prostitución, lo cual, en plena epidemia del crack, atrajo también a traficantes de droga. En definitiva, Meatpacking District era una de las zonas más peligrosas de Manhattan.

En otro capítulo de Sexo en Nueva York, algunas temporadas después, la propia Samantha protestaba sobre los nuevos precios de su barrio. Decía algo así como que «cuando yo me mudé aquí, solo estaban las prostitutas; ahora todo está lleno de boutiques de lujo». Eso, exactamente eso, es la gentrificación.

En una ocasión, hablé con un neoyorquino sobre la gentrificación y me hizo gracia escuchar que él lo denominaba el fenómeno Stella McCartney. Me lo explicó de la siguiente manera: un barrio deprimido pero céntrico se ve invadido por una especie de cultura alternativa. Esa cultura alternativa atrae a artistas y profesionales liberales, de mayor nivel adquisitivo que la población anterior. El barrio pasa de deprimido a hípster y de hípster a cool en dos breves pasos. Y, entonces, Stella McCartney abre una boutique. Otras marcas de lujo descubren el barrio y de cool se pasa a elitista.

No es la explicación más científica que he escuchado al fenómeno de la gentrificación, pero sí me parece bastante acertada. No es Meatpacking, ni mucho menos, el único distrito de Nueva York que ha sufrido el fenómeno. El Village entero es un ejemplo de ello. O TriBeCa, con su ambiente cultural, festival de cine propio incluido.

El último en unirse a la fiesta de la gentrificación parece haber sido Harlem. Los activistas anti-gentrificación se han llevado las manos a la cabeza tras conocerse la venta de un apartamento en el sur del barrio por la friolera de 4,3 millones de dólares. Muchos ven Harlem como la próxima víctima del proceso y, por consiguiente, a su población afroamericana desplazada a zonas más periféricas.

Londres

La primera vez que visité Londres, hace muchísimos años, me advirtieron de que tuviera mucho cuidado en la zona de Hackney, una de las más peligrosas de la ciudad. Años después, mis amigos residentes en la ciudad se peleaban por conseguir un alquiler en la zona que les costara algo menos que el riñón derecho. Hackney se había convertido en lo más hípster de Londres.

En Londres, en general, todo el este de la ciudad es un enorme fenómeno de gentrificación. Para los que conocimos Shoreditch hace unas par de décadas, verlo convertido en el hogar de todo el cool londinense resulta, como poco, sorprendente. El tradicionalmente marginal Brick Lane Market es, desde hace ya algunos años, el must de los domingos por la mañana en la capital británica.

Londres –y, concretamente, Shoreditch– es posiblemente la única ciudad del mundo en la que se puede encontrar un negocio dedicado en exclusiva a vender cereales con leche (a unas cuantas libras el bol, por cierto). El Cereal Killer Cafe puede ser, fácilmente, el lugar más hípster del planeta Tierra. Y ese fue precisamente el motivo que lo convirtió en objetivo de las iras de los enemigos de la gentrificación el pasado mes de septiembre.

Berlín

La capital alemana tiene una historia tan peculiar que sus procesos demográficos son muy diferentes a los de cualquier otra ciudad. Cuando, hace menos de 30 años, cayó el Muro que dividía la ciudad, los barrios del este comenzaron a vaciarse, con el movimiento de sus ciudadanos hacia los anteriormente vetados barrios occidentales. La parte este de la ciudad comenzó a ser habitada por artistas alternativos, punks e inmigrantes.

Ese ambiente bohemio, en épocas recientes, ha empezado a mover población de mayor nivel adquisitivo hacia el barrio de Kreuzberg, convertido hoy en icono de la lucha anti-gentrificación. Existen incluso visitas guiadas para turistas que muestran los ya escasos rescoldos de la actividad del barrio: comunas hippies, zocos turcos o grafitis.

Berlín sigue siendo, posiblemente, la ciudad más hípster de Europa, pero una parte del Berlín que murió con el cierre de Tacheles lucha contra la gentrificación con figuras simbólicas como el tendero turco que se niega a abandonar su local o el movimiento Hipster Antifa Neukölln.

Madrid

Madrid ha vivido diferentes procesos de gentrificación en las últimas décadas. Malasaña o Lavapiés son buenos ejemplos de ello. Pero parece que no fue hasta la llegada de TriBall que se le puso nombre al fenómeno.

TriBall es una asociación de comerciantes que comenzó en 2007 el proceso de adquisición de prostíbulos y otros locales en el triángulo que dibujan Tribunal, Gran Vía y Callao. Esos locales fueron cedidos temporalmente a artistas y diseñadores, con el objetivo de limpiar la cara a la trasera de Gran Vía. La cosa ha llegado al punto de que, por muchos, el barrio es ya conocido como TriBall. La crisis frenó de manera bastante cruda la gentrificación en la capital, pero parece que la recuperación económica llevará aparejado el regreso del fenómeno.

La principal crítica que recibe la gentrificación: el hecho de que no acaba con los problemas sociales de un barrio, sino que, simplemente, los desplaza hacia otra zona. Y cuando el barrio empieza a ser habitado por personas de alto nivel adquisitivo es cuando llega la inversión pública en la zona.

«La gentrificación es un producto de la ley de la oferta y la demanda, dirigido por operaciones inmobiliarias que prenden la mecha y dirigen el proceso». Neil Smith, experto en gentrificación.

Sarah Kendzior, en su artículo The Peril of Hipster Economics, critica que, en barrios gentrificados de Nueva York, no se mejoraron los servicios (de educación, limpieza, médicos) hasta que la población blanca y rica no se instaló en ellos.

El concepto 'hípster' parece clave para todos los expertos en la materia. Ese aspecto alternativo es visto como el necesario paso intermedio entre lo deprimido y la clase alta. David Madden, en un artículo en The Guardian, considera que la regeneración urbana a la que aluden los defensores de la gentrificación no es más que un eufemismo e insiste especialmente en el componente étnico del desplazamiento de población.

«En los gentrificatours, confrontamos a las personas con el espacio, dando las claves para que la gente perciba en la calle los efectos que sufren los barrios. ».

Es indudable que convertir un barrio deprimido, tomado por la prostitución, la droga o la delincuencia, en un lugar por el que pasear entre tiendas de diseño, bares afterwork con gintonics premium y galerías de arte... no disgusta a nadie. Es el desplazamiento poblacional que subyace el que es digno de estudio.

En Madrid, han surgido incluso iniciativas como los gentrificatours, organizados por el colectivo crítico Todo por la Praxis (TXP) o el Museo de los Desplazados, un proyecto en el que colabora la facultad de Bellas Artes de la UCM.

Fotos | James Dennes, Pixabay, Alan Turkus, Shinya Suzuki, Simon Blackley, Cereal Killer Café, Karl Sebastian Schulte, Nicolas Elvemo.

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