Toda España estaba encalada de blanco, sin importar si estabas en Andalucía o en Asturias
Si hace cien años hubieras viajado por España de punta a punta, no habrías encontrado la división visual que vemos hoy entre norte y sur. En la actualidad asociamos el sur con sus casitas blancas y el norte con sus muros de piedra. Pero antaño la realidad era otra: toda España estaba encalada de blanco, sin importar si estabas en Andalucía o en Asturias. Sí, incluso en el norte lluvioso y verde.
Un vestigio de este norte blanco impoluto está en Cudillero o Potes, pueblos pesqueros del mar Cantábrico que conservan las fachadas encaladas. Pero en general, la piedra ha ido ganando terreno en la mayoría de pueblos del interior y del norte. Sin embargo, esta piedra no es un material de construcción tradicional. De hecho, las paredes encaladas son mucho más antiguas y tenían claras ventajas que las convirtieron en las favoritas de nuestros antepasados.
¿Por qué la cal era tan popular en el siglo XIX? Primero, porque refleja la luz del sol, lo que hace que las casas sean más frescas en verano, algo vital en zonas calurosas. Pero lo que muchos no saben es que la cal es también un aislante natural: no solo evitaba que las paredes cogieran humedad, sino que también protegía de la lluvia.
Es decir, las casas encaladas permanecían secas y cálidas por dentro, y la humedad o el salitre de las zonas costeras no lograban colarse. ¿Y la piedra? Aunque ahora nos parece elegante y rústica, en realidad, sus recovecos son perfectos para que crezca moho y acumulen suciedad. Además, al no estar perfectamente selladas, las rendijas de las piedras dejaban pasar el frío y la humedad, una pesadilla en invierno.
Lo curioso es que las casas de piedra que hoy admiramos por su estética eran en su origen las viviendas más pobres. La cal requería mantenimiento y atención, así que quienes no podían asumir ese coste dejaba sus casas con la piedra al descubierto. Paradójicamente, lo que antes era un signo de humildad hoy se ha convertido en símbolo de estilo y elegancia.
Hoy, si te das una vuelta por cualquier pueblo de interior, desde Castilla hasta Galicia, verás cómo la piedra domina el paisaje. Pero si miramos hacia el pasado, la España original estaba pintada de blanco. Así que la próxima vez que admires una casa de piedra, recuerda que ese encanto rústico y "tradicional" es, en realidad, un fenómeno reciente.
Fotos | Spain, Wikipedia Commons, Diputación de Málaga, Galicia Maxica.
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