Soy un culo inquieto y paso todo el tiempo posible viajando y descubriendo lugares alucinantes, como la cascada más bonita cerca de Madrid o la mejor playa del mundo. Pero mi gran debilidad son los pueblos pesqueros tradicionales y este me enamoró tantísimo que acabé haciendo las maletas para mudarme allí.
Creo que vivir en la ciudad está sobrevalorado y, desde que era adolescente, idealicé la vida cerca de la playa. Serán los veranos en Valencia o en Cadaqués, pero la idea de vivir en algún rincón idílico cerquita del océano siempre resonó en mi cabeza. Hasta que un día, viajando por las islas Canarias, descubrí este precioso pueblo y terminé mudándome a él.
Hablo de Corralejo, al norte de la isla de Fuerteventura. Una pequeña localidad conocida por el turismo que esconde mucho más que guiris, pubs irlandeses y tiendas de souvenirs. Un paseo por su casco antiguo así lo demuestra, repleto de casitas bajas en blanco y azul pegadas al mar por las que el tiempo no ha pasado.
Sus calles estrechas están llenas de buganvillas rosas, naranjas y violeta, que contrastan con el azul del cielo, del agua y de las fachadas. Todo ello salpicado de portones de madera antiguos, estatuas dedicadas a los pescadores y música en cada rincón, porque Corralejo es el rey de la música en directo.
Pero, para mi gusto, lo más hermoso de Corralejo está en su bahía. Todo el pueblo está pegado al mar, tan cerca que cuando sube la marea el agua llega hasta las escaleras de bajada a las rocas, donde los pescadores amarran sus barcas de madera y colocan las mesas para preparar el pescado. Y, cuando llega la bajamar, deja a la vista unas playas de arena blanca y aguas turquesas que parecen sacadas de Maldivas.
El conjunto del pueblo blanco y azul con el mar turquesa configuran una postal de ensueño que se mantiene veraniega todo el año. Las fotos desde el Muelle Chico así lo demuestran. Pero hacia el otro lado también son icónicas, con el islote de Lobos tan cerca que se puede alcanzar en ferry en cuestión de minutos. Y detrás se erige Lanzarote como telón de fondo, dejando unas vistas inmejorables.
Por si estas vistas y este ambiente no fueran poco para convencerme, os recuerdo que la mejor playa del mundo según 'National Geographic' está aquí. Hablo de las dunas de Corralejo, una extensión de arena de nueve kilómetros de largo que nada tiene que envidiar a Zanzíbar, bañada por el océano Atlántico y atravesada por la que es mi carretera favorita.
Lo visité un par de veces de vacaciones y un pedazo de mi corazón se quedó allí. Así que tras meditarlo un poco (no demasiado) hice las maletas, busqué un alquiler y di a mi vida un giro completo. Tras dos años disfrutando de este paraíso lo tuve clarísimo: aquí me quedo, semejante belleza merece ser vivida.
Fotos | @pepatatas, Myke Simon vía Unsplash.
En Trendencias | El equipaje de mano permitido en 2024 en Ryanair, Vueling, Iberia, Air Europa y más.
Ver 0 comentarios