El concepto de «ciudad fantasma» suena un poco a película, a novela de terror, a relato de ficción. Pero existen ciudades fantasmas en el mundo, testigos mudos de un pasado que fue muy diferente de lo que es el presente. Kolmanskop es una de ellas. Y su pasado colonial ha conspirado con un abandono de más de sesenta años, con esa magia especial que tiene África y con los objetivos curiosos de los turistas que han llegado a la zona para ofrecernos unas imágenes que nos demuestran, una vez más, que en ocasiones la belleza puede estar en el lugar más insospechado.
La historia de Kolmanskop está indisolublemente unida al pasado colonial de África. La localidad se encuentra en la actual Namibia y, a comienzos del siglo XX, se descubrieron diamantes en su entorno. De hecho, la ciudad ni siquiera existía en aquel momento: se creó en 1908 para dar cobijo a los buscadores de diamantes, a sus familias y a la industria que creció a su alrededor.
Kolmanskop llegó a tener todos los servicios de una ciudad europea de principios de siglo. Namibia era en aquel momento una colonia alemana, y sus habitantes querían sentirse allí como si estuvieran en la misma Baviera. Kolmanskop tenía hospital, escuela, casino, mansiones de lujo e incluso fue el primer lugar de África que dispuso de un aparato de rayos X.
Durante casi medio siglo, la industria del diamante mantuvo boyante a Kolmanskop, pero la decadencia no tardó en llegar. Se encontraron diamantes, mayores y más fáciles de extraer, en otros puntos de África, y en 1954 la ciudad fue abandonada definitivamente. Y ahí empezó la leyenda.
Las arenas del desierto comenzaron a invadir las construcciones y el paso de los años ha llenado el lugar de ese extraño encanto de algunos lugares abandonados. El tiempo parece haberse detenido en Kolmanskop y solo la emisión de un programa en el History Channel (Life After People) en 2010 atrajo las miradas del mundo hacia la ciudad.
Ahora llegan turistas a la ciudad, atraídos por la belleza insólita de la arena invadiendo lo que un día fueron las construcciones coloniales. Todo un paraíso para fotógrafos profesionales y aficionados. Y todo un lujo del que presumir en Instagram.
Para visitar Kolmanskop es necesario contratar un tour, ya que la entrada en la población no es libre. Cuesta 75 dólares (unos 64 euros) y se contrata en la localidad cercana de Lüderitz, donde también se puede pernoctar.
Imágenes | Damien du Toit.
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