Islandia es famoso por su impresionante naturaleza y por albergar los saltos de agua más increíbles del planeta. No obstante, en España también tenemos alguna que otra cascada escondida que si te dicen que se encuentra en el país insular nórdico, te lo creerías. Uno de ellos ya te contamos que es el Salto de Nervión, pero no se trata del único y la prueba la encontramos en Aragón.
Broto es un bonito pueblo de los Pirineos aragoneses que, junto con Torla, forman una de las puertas de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Es precisamente en Broto donde se inicia un sencillo (y bien señalizado) sendero de cinco minutos que sigue el curso del río y mediante el que se llega a la impresionante cascada de Sorrosal. Esta es parte de un afluente del río Ara y se ubica en el barranco de Sorrosal.
Como decíamos, simplemente recorriendo este camino de 700 metros (ida y vuelta), tan fácil que se puede hacer con niños, se llega hasta la misma base de la cascada. Aquí las vistas ya son espectaculares pero, los más atrevidos, pueden subir hasta la parte superior por una vía ferrata. Eso sí, siempre que cuenten con la equipación adecuada. Después, también es posible realizar el descenso de la cascada mediante rapel.
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La cascada cuenta con un salto de unos 100 metros, que está dividido en dos tramos. Se formó por la acción del hielo de un glaciar y la erosión del torrente, lo que le ha conferido un aspecto curioso. Además, está rodeada por la espectacular naturaleza entre el valle del Ara y del Sorrosal.
Tanto las formaciones rocosas como el sonido del agua crean un ambiente único con la capacidad de teletransportarte a Islandia. No obstante, dedicar tiempo a visitar el pueblo oscense de Broto también merece la pena, con sus calles empedradas y aire retro.
David Domingo
Entre sus construcciones destaca la Casa del Valle, con una torre defensiva del siglo XVI que sirvió de cárcel durante varios siglos. Todavía, en sus ennegrecidas paredes, se conservan los grabados hechos durante la época para combatir el aburrimiento. También merece mención su iglesia de San Pedro Apóstol, del siglo XVI, con su torre defensiva almenada y su portada esculpida.
Foto de portada | David Burillo
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