Viajar siempre es una experiencia maravillosa. Conocer nuevas culturas, grabar en nuestra memoria paisajes espectaculares, integrarnos en el ambiente del país que visitamos... En algunos lugares, además, podremos vivir experiencias inolvidables, únicas, de esas que no se nos borrarán jamás. Solo hace falta un poco de espíritu aventurero y muchas ganas de disfrutar.
1. Bucear en la Gran Barrera de Coral de Australia
El mayor arrecife de coral del mundo se encuentra en Australia. Más en concreto, cubre la friolera de 2.600 kilómetros frente a la costa de Queensland. Hay opciones para todo tipo de buceadores, desde las aguas tranquilas para los más novatos hasta los jardines de coral de la barrera exterior para buceadores más experimentados. Más de 1.500 especies de peces que podremos observar en cualquiera de las múltiples excursiones disponibles desde Cairns, Port Douglas o Airlie Beach.
2. Subir a lo alto del Harbour Bridge de Sydney
Sin movernos de Australia, podemos acercarnos a otra experiencia muy diferente. Más urbana y más cercana a las alturas que a las profundidades. Construido en 1932 y con su cima a 134 sobre el nivel del agua, escalar a lo más alto del puente no es una experiencia apta para viajeros con miedo a las alturas, pero quien consiga culminar la escalada tendrá unas vistas impresionantes de la bahía de Sydney, Opera House incluida.
3. Kayak entre orcas en Canadá
Dicen que puedes oírlas antes de divisarlas. Y el sonido de su respiración antes de sumergirse en el agua puede aterrorizar y maravillar a partes iguales. Una de las formas más intrépidas de acercarnos a estos gigantescos animales es alquilar un kayak y navegar entre ellas. En Vancouver Island, Canadá, muchos negocios locales hacen su particular agosto en la temporada de verano ofreciendo estas impresionantes excursiones.
4. Montar en un trineo tirado por perros en la Laponia sueca
Pocas formas hay más emocionantes de descubrir el norte de Suecia que dejarnos llevar por una expedición liderada por huskies. Existen trineos de diferentes tamaños, desde los individuales, tirados normalmente por tres perros, hasta otros colectivos. En todos ellos, la experiencia será inolvidable, deslizándonos entre árboles y lagos helados.
5. Divisar una aurora boreal en el Círculo Polar Ártico
Quién no ha soñado alguna vez con ver esos cielos verdes casi imposibles de comprender que generan las auroras boreales. Merecerá la pena el larguísimo viaje y el frío que, seguro, encontraremos en las tierras del Circulo Polar Ártico. Uno de los mejores lugares para vivirlo es el Cabo Norte, en Noruega, donde comprenderemos por qué, hasta hace no demasiado tiempo, la aurora boreal se veía como una manifestación de los dioses. Nuestros compañeros de Diario del Viajero nos cuentan también otros lugares donde disfrutarla.
6. Montar en globo en la Capadocia (Turquía)
Los primeros cristianos, hace aproximadamente 1.500 años, excavaron en las rocas volcánicas de la Capadocia sus hogares, iglesias y monasterios subterráneos. Gracias a ellos, hoy podemos divisar un espectáculo único, especialmente si sobrevolamos la zona a bordo de un globo aerostático. Múltiples empresas organizan tours desde Estambul o Ankara, que incluyen el servicio, y en la propia Capadocia se puede contratar fácilmente.
7. Acercarnos a la Champagne Pool de Nueva Zelanda
Cuando una atracción turística se llama 'piscina de champán', merece la pena echarle un vistazo. En el caso de la Champagne Pool de Nueva Zelanda, se trata de una fuente termal formada por una erupción ocurrida hace 900 años. Su nombre deriva de la abundancia de dióxido de carbono de su superficie, que burbujea de forma similar al champán. Sus llamativos colores proceden de los depósitos minerales. Pero no nos dejemos engañar por su apariencia. El agua está a unos 72 grados, así que... mejor descartar lo de darnos un baño.
8. Un columpio en el fin del mundo
A 2.660 metros sobre el nivel del mar se encuentra la Casa del Arbol, una pequeña atracción turística que recibe el nombre de 'el fin del mundo' por una buena razón. Consiste en el columpio en el que podremos balancearnos sobre el abismo y, además de sentir la sensación de libertad, tendremos las mejores vistas del cráter del volcán Tungurahua.
9. Nadar entre cocodrilos en África
Reto para los más valientes. Evidentemente, hablamos de nadar metido en una jaula similar a las que se usan en las experiencias de nadar entre tiburones... con la ligera diferencia de que la mordedura de un cocodrilo es hasta cuatro veces más potente que la de un tiburón blanco. En Sudáfrica, en el Rancho Cango Wildlife ofrecen esta posibilidad a los turistas; y, en Botsuana, se puede contratar con Big Animals Expeditions.
10. Caminar sobre las aguas en Bolivia
Con más de 10.000 kilómetros cuadrados, el Salar de Uyuni, al suroeste de Bolivia es el mayor lago salado del mundo. Hoy, está seco, excepto en la temporada de lluvias, en que se crea una superficie mojada que parece un espejo y sobre la que es posible caminar. Si a eso le añadimos la intensidad del sol en el lugar, los flamencos que lo pueblan y una luz muy característica, nos parecerá que hemos entrado en un paisaje de otro planeta.
11. Soltar un farolillo en el festival Yi Peng de Tailandia
En Chiang Mai, Tailandia, se celebra cada año el festival Yi Peng, una ceremonia religiosa en la que miles de tailandeses sueltan al aire farolillos típicos, mientras piden un deseo. Es su forma de homenaje a Buda. Los extranjeros tienen vetado el acceso, pero debido a la popularización de la festividad, desde hace algunos años se celebra una ceremonia similar para turistas, una semana después de la original, acompañada por otros eventos, como bailes, desfiles y exhibiciones de fuegos artificiales.
12. Nadar en la Laguna Azul de Islandia
La Laguna Azul es uno de los spas geotermales más famosos del mundo. Se encuentra en el suroeste de Islandia, a unos 50 minutos de la capital, Reykjavík. Aunque construida por el hombre, la laguna contiene aguas marinas que alcanzan los 38 grados de temperatura, y a las que se atribuyen numerosas propiedades curativas, por su riqueza en algas y minerales, especialmente sílice. Es este mineral el que le proporciona su aspecto blanquecino, que combinado con la luz del sol adquiere tintes azulados.
13. Flotar en el Mar Muerto
El Mar Muerto es, posiblemente, el mar más curioso del mundo, empezando por el hecho de que no es un mar, sino un lago salado situado en una depresión a más de 400 metros bajo el nivel del mar. Tiene más de un 30% de salinidad (un mar u océano normal no suele superar el 3,5%), por lo que es casi imposible hundirse en él, si no nos armamos de plomos de buceo. En Trendencias Hombre, nos contaron hace unos años la experiencia de vivir un tratamiento corporal allí.
14. Hacer puenting en el río Bhote Koshi, en Nepal
Considerado uno de los saltos de puenting más altos del mundo, el del río Bhote Koshi, en Nepal, no es apto para cobardes. Desde unos 150 dólares por persona, es posible disfrutar (o sufrir) un salto de 160 metros en la profunda garganta de este río.
15. Bucear entre tortugas en México
A 37 kilómetros de Playa del Carmen, Akumal es uno de los destinos más tranquilos de la Riviera Maya. Dentro del programa que se desarrolla allí para proteger a las tortugas e impedir la destrucción de sus huevos cuando salen a desovar a la arena, se encuentra la posibilidad de bucear entre ellas, como forma de divulgación de la forma de vida de estos animales.
16. Recorrer el Caminito del Rey, en Málaga
Abierto al público desde el año pasado, después de algún tiempo cerrado, el Caminito del Rey presume de ser el sendero más impresionante del mundo, con sus 7,7 kilómetros, de los cuales casi 3 son de pasarelas. Se tarda unas 4 horas en recorrerlo y, aunque se han minimizado los riesgos, parajes como el puente colgante a 105 metros de altura, sin duda, nos dejarán sin aliento. Y, si no nos atrevemos con él, siempre podemos disfrutarlo en vídeo.
17. Explorar la cueva de Son Doong Cave, en Vietnam
La cueva más grande del mundo se encuentra en Vietnam, muy cerca de la frontera con Laos. En ella, hay espacio suficiente para albergar un rascacielos de 40 plantas, pero no es eso lo que encontramos, sino 9 kilómetros de intrincados caminos, paisajes selváticos, ríos, cascadas y cientos de especies animales en las que preferimos no pensar demasiado. Se descubrió en 2009 y se abrió al turismo en 2014, al prohibitivo precio de 3.000 dólares por persona.
Imágenes | Pixabay, Gopal Vijayaraghavan, Rinaldo Wurglitsch, Alan Levine, Vtoanstar, Universidad EAFIT, Caminito del Rey.
En Trendencias | Nueve piscinas con vistas en las que nos daríamos ahora mismo un chapuzón
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