La misteriosa villa repleta de palacios espectaculares que se esconde en pleno corazón de Portugal y debería estar en tu lista de próximos destinos

Si te mola lo royal; la estética de los cuentos de hadas y los misterios históricos, hay una villa verdaderamente encantadora a 25 kilómetros de Lisboa que cumple con todas estas características llamada Sintra.  Con monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, los viajeros que han pasado por ella aseguran que merece la pena dedicarle un día, incluso cuando solo se va a pasar un fin de semana en la capital de Portugal. Y es que este paraje de arquitectura característica, integra a la perfección palacios y jardines, castillos y bosques.

Excursión de un día

Sintra tiene un origen celta pero fue en el siglo XV cuando, por su entorno natural adecuado para practicar la caza, se convirtió en residencia vacacional de nobles y monarcas portugueses. Así, con su arquitectura excéntrica y calles empinadas, guarda en el siglo XXI un encanto único que convierte el lugar en una excursión imprescindible desde Lisboa (de la que la separan solo 25 kilómetros al al oeste).

Además, ambos lugares están a una distancia de 40 minutos en transporte público, siendo la mejor forma de llegar el cercanías. Y es que las estrechas carreteras que discurren por colinas hasta esta villa no están preparadas para el turismo masivo y el espacio para aparcar en Sintra es escaso.

Una vez allí, su monumento más icónico es el Palacio da Pena y, aunque Sintra es un lugar digno de dedicarle un día entero, es recomendable empezar por este palacio si no se dispone de mucho tiempo para la visita y se quiere ir a lo básico e imprescindible.

Palacio da Pena

Rodeado por un parque forestal y con su pintoresco aspecto colorido, el Palacio da Pena parece sacado de una película de Disney. Se trata de un castillo romántico que data, tal y como lo conocemos en la actualidad, de 1854 y que recibe miles de visitantes cada año.

Se encuentra en la cima de una colina y se puede divisar desde Lisboa en los días más claros. Un auténtico monumento nacional que mezcla estilos arquitectónicos como el neogótico, el neomanuelino, el neorrománico, junto con otros orientales, tales como el neomorisco y el indogótico.

Una noche de hotel en Charm Inn Sintra

Inicialmente, era una capilla medieval dedicada a Nuestra Señora de la Pena. Después, el rey Manuel I ordenó la construcción de un monasterio que fue donado a la Orden de San Jerónimo. En el siglo XVIII quedó muy dañado por el gran terremoto de Lisboa pero el hecho de que la capilla consiguiera salvarse sin arruinarse lo más mínimo, sorprendió al rey de Portugal, Fernando II, que decidió adquirir el monasterio y sus alrededores para construir lo que hoy vemos como el Palacio de Pena, catalogado como una de las Siete Maravillas de Portugal.

Quinta da Regaleria

Posiblemente, la Quinta da Regaleria tenga uno de los jardines más bonitos del mundo. Allí podemos encontrar cuevas subterráneas, túneles secretos, pozos de cuento de hadas o cascadas celestiales. Aunque su punto más espectacular quizá sean sus enigmáticos pozos. Se cree que el llamado Pozo Iniciático representa el tránsito desde la muerte (el fondo, donde hay una cruz templaria de mármol) a la reencarnación (la salida) y que servía para rituales de masones.

Otros de los castillos imprescindibles que ver en Sintra son el Palacio de Montserrate; el Chalet de la Condesa, construido por el rey Fernando II para vivir una historia de amor con Elise Hensler, la Condesa d’Edla y su futura mujer y el Castelo dos Mouros, construido por los árabes en el siglo IX sobre un macizo y rodeado de bosque.

Aunque la mayoría de turistas que llegan a Sintra se dirigen directamente a los palacios más famosos, también merece la pena dedicar un par de horas a recorrer las callejuelas empinadas del centro histórico de la ciudad, llena de tiendas de artesanía y de regalos. Además,si se dispone de tiempo, es recomendable hacer rutas de senderismo por el Parque Natural que rodea la ciudad y disfrutar de los platos más típicos de la gastronomía portuguesa (como el bacalhau à brás o dulces como las queijadas y los traveseiros).

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Fotos | iStock

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