Este pueblo medieval se encuentra a menos de dos horas de Barcelona y enamora por sus cascadas, sus preciosas casas de piedra y por el particular camino que hay que recorrer para llegar a su centro histórico. Tanto es así que hasta la Organización Mundial del Turismo ha caído rendida a sus pies y ha elegido a Rupit como el mejor pueblo del mundo, que se dice pronto. Basándose en criterios tales como la belleza del lugar, sus recursos naturales, patrimonio histórico y cultural o el cuidado del medio ambiente, ha elaborado un lista de lugares que recomienda visitar y que encabeza España con este paraje de ensueño.
Este pueblo de Cataluña que parece sacado de otra época, se ubica en la provincia de Barcelona. De hecho, es el último pueblo antes de llegar a Girona por la zona de la Garrotxa. Se caracteriza por su paisaje montañoso, en el que destacan su espectaculares riscos, saltos de agua, cascadas, riachuelos y rincones en los que la naturaleza da rienda suelta a todo su poderío.
También es una zona de grandes masías y turismo rural gracias a la tranquilidad a la que contribuyen su majestuosa naturaleza, sus menos de 300 habitantes censados y su ubicación aislada.
Y es que la única ruta posible para llegar a su centro histórico envuelto en piedra (de donde precisamente procede su nombre) es cruzando la riera a través de un puente colgante que se construyó en 1945. No obstante, no es un puente cualquiera sino que se trata de uno de los mejores puentes colgantes de España y cruzarlo es algo que hacer al menos una vez en la vida.
Aunque, si hay algo que impresiona de Rupit, eso son las increíbles casas de piedra que conforman su centro histórico. Construidas entre los siglos XVI y XVII, aún se conservan en la actualidad. Complementan su ambiente medieval Calles estrechas y empedradas plagadas de grandes casonas de piedra. Estas se encuentran en mitad de la naturaleza, entre los riscos del Collsacabra, un sitio perfecto para dotarlas de encanto.
Entre los lugares imprescindibles que visitar entre sus límites se encuentran la Plaza Mayor y la Plaza de Cavallers, igual que la casa del boticario, la antigua herrería o la empinada calle Fossar. Por supuesto, también la iglesia de Sant Miquel de Rupit, un edificio que data del siglo XVII (aunque comenzó su construcción en el siglo X) y que conserva un precioso retablo barroco de Sant Esteve.
Pero hay más: la iglesia de San Juan de Fábregas, de estilo románico o la iglesia de Sant Llorenç Dosmunts, también románica y erigida en el siglo XII con piedra dorada y un campanario de espadaña. No es de extrañar el título que le ha otorgado la Organización Mundial del Turismo porque encantos no le faltan.
Foto de portada | Osona turisme
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