Esta villa medieval prácticamente aislada es un destino perfecto si estás buscando unos días de desconexión y descanso con mucho encanto
Escapar del caos de la ciudad y de los amarres de la rutina se antoja como poco más que un sueño erótico hoy en día. Quizás sea por eso que los destinos rurales resultan cada vez más apetecibles. Y si no hay cobertura de por medio, mejor que mejor. Mogarraz, en Salamanca, es una buena alternativa para conseguir esa desconexión que tanto necesitamos.
Esta villa está catalogada como Conjunto Histórico y Artístico, tal y como señalan en la web de la asociación de Los Pueblos Más Bonitos de España, una organización a la que también pertenece La Alberca. Se encuentra en el Parque Natural de Las Batuecas y Sierra de Francia, como Garcibuey, donde está el graffiti más grande de Europa.
Debido a la orografía de la zona, Mogarraz se encuentra prácticamente aislado, lo que le ha permitido conservar su tradicional arquitectura prácticamente intacta. Sus calles empedradas y sus casas en las que la madera, la piedra y el adobe se funden a la perfección dándole un aspecto medieval al pueblo son totalmente identificativas de la zona.
Otra parte muy importante de la esencia de Mogarraz son sus fiestas tradicionales y sus trabajos artesanales, entre los que destacan la creación de joyas y sus trajes regionales que destacan por una increíble labor de bordado.
Mogarraz o "el pueblo de las mil caras"
No, no, tranquila, no nos hemos trasladado de repente desde Salamanca hasta Córdoba para ver las caras de Belmez. ¿Qué época de España, eh? Pero eso, no tienes que reubicarte ni nada, que seguimos en Mogarraz y te vamos a contar por qué este rincón de la Sierra de Francia se ganó su sobrenombre.
Como explicaron en su momento los compañeros de Xakata, esta villa se encuentra decorada con fotos de sus vecinos, un proyecto que emprendió en 2012 el pintor y profesor de la Universidad de Salamanca Florencio Maillo, oriundo del municipio.
El artista se mudó, al igual que tantos otros que fueron habitantes de Mogarraz, del pueblo a la edad de 14 años y cuando volvió decidió emprender semejante labor, retomando un trabajo que en los años 60 comenzó el fotógrafo Alejandro Martín Criado, que llevó a cabo la labor de retratar a cada uno de los vecinos que aún vivían en la localidad para asegurarse de que todos tuvieran su DNI, que en los años 50 pasó a ser obligatorio.
Esta memoria fotográfica quedó perdida hasta que Maillo la recuperó en 2012, cuando trasladó las imágenes que encontró en los archivos del pueblo a su pintura y fue colgando los cuadros en las casas de Mogarraz, algo que ya se ha convertido en un atractivo más del lugar.
Fotos | Antonio vía Flickr, Frayle vía Flickr y Ramón Vázquez Morales vía Flickr
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