Hay rincones de Europa que no necesitan grandes monumentos para conquistarte y esta ciudad medieval tan subestimada es uno de ellos. Su aspecto actual data del siglo XIV y como no está masificada, ha podido mantener su esencia y quedarse atrapada en el pasado con toda la magia y tranquilidad de antaño.
Se llama Sighișoara y seguro que no has oído hablar de ella, porque está bien escondida en los montes transilvanos de Rumanía y no tiene el hype de Dubronik o Praga. Sin embargo, está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y mantiene en pie sus callejuelas empedradas, sus casas de colores pastel y sus tejados a dos aguas medievales, que parecen sacados de un parque temático o de una película de Disney.
El casco antiguo de Sighișoara está amurallado y es pequeño y coqueto, muy fácil de recorrer en un día. Lo ideal es dejarse llevar y saborear cada rincón, pero tiene algunas paradas preciosas que no te puedes perder en cualquier visita a esta preciosa ciudad rumana. La primera de ellas es la Piata Cetatii, el centro neurálgico de la localidad, rodeada de casonas de colores y con la Torre del Reloj como telón de fondo.
Esta Torre del Reloj es un recuerdo del pasado defensivo de la ciudad y forma parte de las 14 torres que tenía originalmente la ciudadela. Solo quedan nueve en pie, como la Torre de los Zapateros y la Torre de los Herreros, pero la del Reloj es la más emblemática. Mide 64 metros de altura y fue levantada en el siglo XIII, aunque su reloj es de cuatro siglos después. Dentro tiene el Museo de Historia, pero lo bonito es verla por fuera.
Torre del Reloj
Otra de las visitas más curiosas de la ciudad es la Casa Natal de Vlad el Empalador, el personaje histórico más infame de Rumanía que inspiró la leyenda del mismísimo Drácula. Incluso se puede entrar al dormitorio donde nació y toda su historia sangrienta comenzó.
Casa Natal de Vlad el Empalador
Sin embargo, lo más recomendable es, sencillamente, caminar. Sus calles son todas muy fotogénicas, con casitas medievales, suelos adoquinados y un ambiente local muy hogareño y acogedor. Avenidas como Stradela Cetății o Strada Tâmplarilor son maravillosas para eso, con algunas tiendas de souvenirs y mucha artesanía, restaurantes de comida típica rumana y pastelerías.
Todo Sighișoara está construida a los pies de una colina y en la parte alta también hay auténticas maravillas. Se accede a través de la famosa Escalera Escolar, un camino de madera con 175 escalones construido en 1642 para que los niños fueran a clase sin mojarse, que aún se usa hoy en día. Al final de este pasadizo hay un precioso mirador a los Cárpatos y a la zona baja de la ciudad.
Por si lo que hay dentro de la ciudad vieja fuera poco, al otro lado del río Sighișoara guarda una iglesia ortodoxa del siglo XX espectacular. En resumen, que desde que pones los pies en esta ciudad diminuta y desconocida todo te transporta al pasado: la historia, los colores, la calma, los bosques asomando en cada rincón. Es una absoluta belleza, no podemos entender como ha pasado tan desapercibida.
Fotos | @sighisoara, Visit Mures.
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