A menos de una hora y media de la ciudad de Madrid se encuentra uno de los pueblos medievales más encantadores de España. Sin embargo, casi nadie lo conoce por la sombra que le hacen otros pueblos castellanos, de características similares y que han sabido hacerse mejor marketing. La buena noticia es que ahora vas a tener un nuevo destino para hacer una escapada tranquila y sin masificaciones.
Ni Pedraza ni Hita, Sigüenza o Patones de Arriba, la escapada al pasado que estás buscando tiene otro nombre y es el de Sotosalbos. Ubicado en la vera de la Sierra de Guadarrama, en la provincia de Segovia, este municipio cuenta con un rico patrimonio arquitectónico y natural que invitan a disfrutar del día de una forma relajada y sin prisas.
La historia de la villa va unida a la de su iglesia, que es uno de los máximos y más bellos exponentes del románico rural segoviano. Fue construida en el siglo XII y destaca su Galería Porticada por la decoración típica de la zona y número de sus capiteles.
No obstante, todas las construcciones desprenden una armónica vibra tradicional, tomando como base para su construcción el uso de elementos naturales como piedra, madera, cemento blanco y teja árabe. Algo que se puede apreciar especialmente en la coqueta Plaza Mayor de Sotosalbos.
Sin embargo, es en la Plaza del Descansadero del Herrero donde se encuentra el vestigio de una antigua tradición que habla de la importancia de la actividad ganadera en la zona. Y es que, antiguamente, a los animales de trabajo para el campo se los colocaban herraduras que les evitasen problemas en las pezuñas. De aquellas queda aquí antiguo potro de herrar, de los pocos que quedan tan bien conservados y que nos permiten imaginar cómo era este trabajo.

También son antiquísimos vestigios de otra forma de vida pasada las fuentes de arriba y abajo, cada una ubicada en el correspondiente barrio homónimo. Se trata de bronchos naturales de agua que sirvieron para el abastecimiento de los vecinos de Sotosalbos durante siglos. Ambas caños están protegidos con arcos apuntalados hechos con losas de piedra de la zona.
Por último, a la salida del término municipal, tomando los caminos que llevan hacia la Cerca del Boquerón, se encuentra una Cruz de Canto, que es un símbolo muy frecuente en los municipios segovianos. Colocarlas a la entrada de las ciudades o villas se extendió durante el Reinado de los Reyes Católicos. Su ubicación y orientación hablan del límite del término, lo marcan como lugar de parada de viajeros, punto de referencia para la antigua Mesta y humilladero. Imposible no sentirse en otra época.
Foto de portada | Diputación de Segovia
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