Rita Ora intentó ser la burbuja de Freixenet de la gala de los Grammy 2015 y lo consiguió. Su vestido blanco repleto de lentejuelas plateadas fue como un fugaz destello sobre la alfombra roja de los premios. Pero sólo eso. Vimos a una recatada Rita que apostó por la sencillez de un diseño poco elaborado (que no llamativo), y que por exceso de discreción pasó casi desapercibida.
Como si hubiese robado una bola de cristal – sí, de estas que había antes en el techo de las discotecas – y se la hubiese enfundado ipso facto, Rita Ora puso el toque brilli-brilli en la gala. El culpable de ello fue este vestido de manga larga y ligera cola de Prada, que aunque como idea no está mal, visto sobre una red carpet pierde un poco. Aun así pasa el aprobado, porque ¡ey, que estos son los Grammy!, y después de ver a Madonna de torera todo vale.
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