No es la primera moda que cuestiona nuestros hábitos de higiene, primero llegó el No poo para animarnos a dejar de lavarnos el pelo (lo cual al final no ha resultado tan buena idea) y de un tiempo a esta parte han aparecido también los que se rebelan contra la ducha diaria, una idea que puede que no sea tan descabellada como parece si la avala la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología).
Bañarse en exceso, los contras
En la red podemos encontrarnos motivos muy diversos, desde que bañarse cada día reseca la piel, hasta los que cuestionan los componentes químicos de geles y jabones, pasando por el rechazo a las imposiciones publicitarias y comerciales de los productos de cosmética y baño.
El único que tiene un fundamento médico es el primero, ya que tal como explicaba el Dr. Richard Gallo (dermatólogo) en un artículo sobre el tema, el contacto excesivo con el agua y el jabón puede acabar con las bacterias beneficiosas encargadas de proteger nuestra piel.
El manto hidrolipídico, procedente de la secreción sebácea y la sudoral, evita la penetración de gérmenes mientras que garantiza la correcta hidratación de la piel impidiendo que el agua se evapore en exceso y fijando sus moléculas en el interior de sus estructuras.
Si nos bañamos demasiado anulamos este manto ácido que no dispone del tiempo suficiente para reponerse. Pero ¿Qué entendemos por demasiado? ¿Cuál es la frecuencia correcta? Según el Dr. José Carlos Moreno (penúltimo presidente de la AEDV), exceptuando la limpieza diaria de cara, axilas, pies, manos y genitales, con ducharse dos o tres veces a la semana es suficiente para mantener nuestra epidermis limpia y sana.
No puedo renunciar a mi ducha diaria
Por supuesto esta recomendación depende mucho de los hábitos de cada persona, el tipo de piel, la actividad realizada etc. Personalmente reconozco que aunque entiendo perfectamente las razones expuestas contra el exceso de agua y jabón no puedo renunciar a ducharme cada mañana o incluso a repetir la ducha por la tarde/noche si voy al gimnasio.
Será una manía, pero es mi única forma de sentirme realmente limpia, fresca y de despejarme tras los madrugones, si no parece como que me falta algo.
Si te pasa lo mismo que a mí hay algunos consejos que puedes seguir para no estropear la piel más de lo necesario:
Mejor ducharse con agua templada o incluso fría, el agua caliente acaba del todo con la protección natural de la piel y puede incluso provocar dermatitis atópica (esto lo sé por propia experiencia).
Unos minutos bastan, tampoco es cuestión de pasarse horas bajo el agua.
Elige un jabón neutro o incluso uno indicado para pieles sensibles si lo necesitas.
Seca con una toalla suave, procurando no rascar demasiado y aplica crema o aceite hidratante todos los días.
Yo lo hago así y no noto sequedad excepto quizá en temporadas de mucho frío y contrastes de temperaturas. Y vosotras ¿Os ducháis todos los días o preferís no hacerlo tan a menudo para no dañar vuestra piel?
Fotos | Helga Weber | The Shopping Sherpa
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