Hace poco escuché que a veces nos quejamos sobre la efectividad de algunos productos que utilizamos, cuando ni siquiera hemos dado tiempo suficiente para comprobar sus resultados. En mi caso, ha podido ocurrir, soy consciente. Recuerdo que hace años me chiflaba leer los prospectos de las cremas. Prometen bondades, luz, cambios radicales y, en muchas ocasiones, de una forma muy poética y metafórica. ¿Cómo no esperar, en aquellos momentos, y ante esas perspectivas mágicas, que tras aplicar una crema me transformase en ese mismo instante?
El tiempo me ha calmado, me ha hecho no tener tantas esperanzas cuando leo la "prosa angelical" de muchos prospectos y ser más realista. Sé que hay productos realmente buenos, y cuando algunas nos quejamos, deberíamos pensar, por un momento, como estaríamos si no nos hubiesemos cuidado con ellos. Aun con todo, el paso del tiempo es inclemente, por eso hay que ser sensatos y saber que los productos de belleza ayudan mucho, pero no hacen milagros ni pueden vencer al tiempo.
Incluso siendo conscientes de ello la mayoría de nosotras, en mi propio entorno veo como en muchas ocasiones se peca de exigencia y se piden resultados espectaculares en un tiempo imposible. Una cuestión que, a veces y por impaciencia, nos hace descartar algún producto antes de lo debido. ¿No habéis pensado que podéis estar siendo injustas? ¿Dais el tiempo suficiente para que hagan efecto?
¿Me gusta, no me gusta?
¿Sois de las que siempre termináis vuestros tratamientos de belleza? Mucho me temo que en más de una ocasión alguno se deja a medias, y antes de lo medianamente oportuno. A mi me pasa. Cuando me encanta un producto y se termina, siento verdadera lástima, pero reconozco que en algún caso he dejado de sentir interés, y poco a poco lo he abandonado o sustituido. El colmo es que alguna vez me he llegado a lamentar por su falta de efectividad. La mayoría de productos, excepto los flash y poco más, actúan a largo plazo. Para comenzar a ver resultados se necesita una media de 4 o 5 semanas. Si lo analizáis, es lo lógico.
Otro tema es cuando un producto no funciona por un problema objetivo, como en el caso de alergias o hipersensibilidad, entonces si hay que abandonar. Sabéis que lo normal en estos casos es que la firma os cambie el producto por otro. Si padecéis alguno de estos problemas, os recuerdo que el Agua Termal de Avène puede ser vuestro un gran aliado.
Cuando una crema no os guste por una cuestión subjetiva, os resulte desagradable, un simple feeling, como por ejemplo, en el caso de aportaros una sensación más grasa de la que os gusta o una textura que no os agrada, la podéis utilízar para otro fin. En el caso de una crema de rostro, podéis aplicarla en escote, codos, dorso de las manos... o tan solo en momentos puntuales, pero siempre hay que aprovecharla porque seguro que su composición contiene una gran fórmula.
Analizando...
Antes de comprar hay que atender a cada tipo de piel, y no adquirir por capricho. Una oportunidad estupenda es que vuestro dermatólogo o especialista de centro de belleza habitual os asesore, pero nunca hay que dejarse tentar por consejos que no sean de verdaderos expertos, es decir, cuando captéis que la persona que os atiende en un establecimiento solo quiere "encajaros" un producto sin más. Si conocéis vuestra piel, carencias o necesidades, podréis captarlo fácilmente, pero si no, por desgracia, es posible que acabéis en vuestra casa con algo realmente opuesto a lo que necesitáis. Y con esto no quiero decir que no haya vendedores especializados y muy preparados, eso es lo que hay que distinguir.
Hay que recordar no saturar la piel. El exceso, es tan malo, o peor que el defecto. Puede que que en alguna ocasión uno de estos dos motivos sea una causa para no encontrar la satisfacción esperada en un producto o tratamiento. Es elemental utilizar la cantidad en su justa medida.
Es fundamental atender al protocolo de aplicación, no siempre todo es tan sencillo como parece, los sueros y cremas tienen un orden y manera a la hora de aplicarse, otros necesitan elevar ligeramente su temperatura, a otros les favorece el frío, y algunos hasta necesitan gasas para su aplicación, por eso no deis por hecho que una crema solo se extiende, hasta que lo leáis en sus instrucciones de uso o hayáis seguido una explicación.
A la hora de aplicar hay que hacerlo con sumo cuidado. Ya os he explicado que, en ocasiones, el hecho de templar una crema frotando las palmas de vuestras manos no hará que la perdáis, puesto que esta piel es muy gruesa y no absorbe el producto, por el contrarío, facilita el proceso de extenderla, evitando estirar o desplazar la piel del rostro y cuello. Si queréis cuidar más estos detalles tan importantes, podéis recordar todo lo que os expliqué pinchando aquí, Zonas "clave" que solemos olvidar al aplicar las cremas de tratamiento
Mantener la piel receptiva
Mantener la piel limpia, favorece una absorción óptima de los productos, pero pese a no ser ningún secreto, creo que es habitual olvidar este detalle por el ritmo de vida que llevamos. Aparte de la limpieza diaria, una exfoliación suave semanal resulta estupenda. Podéis recurrir a las ezimáticas como la Ceramide Boosting 5 Minute Facial, que os deja la piel nueva y receptiva en menos 5 minutos, o si preferís, llevar a cabo un scrub delicado.
Imágenes | Free People, Avène
Más información | Elizabeth Arden, Avène
En Trendencia Belleza | Básicos de belleza diaria para verte guapa y sentirte bien. Luce un rostro espléndido. , Cinco claves prácticas para cuidar la piel sensible, intolerante y con prurito.