Hace tiempo que tenemos claro que muy recomendables no son, pero por si a alguien todavía le quedan dudas, una revisión realizada por investigadores de los departamentos de nutrición de Harvard nos advierte que las bebidas azucaradas además de hacernos ganar peso, aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, derrame cerebral y diabetes tipo 2.
Más concretamente se refieren a los azúcares que contienen fructosa, sacarosa y jarabe de maíz de alta fructosa presentes en la mayoría de refrescos, y que se han convertido en la principal fuente de ingesta de azúcares añadidos en la dieta de los estadounidenses. Tenemos motivos de sobra para no imitarlos.
Lo que dice la investigación
Atención al dato, son suficientes una o dos bebidas con azúcar añadido al día, para aumentar el riesgo de sufrir un ataque al corazón en un 35%, de desarrollar diabetes tipo 2 en un 26% y de padecer un accidente cerebrovascular en un 16%. No hay que olvidar que la mayoría de refrescos pueden llevar entre 30 y 40 gramos de azúcar en una lata, es decir, unos 10 terrones.
Los autores de la investigación también exploraron la diferencia entre la metabolización de la glucosa, que se transforma más rápidamente en combustible, y la de la fructosa que se metaboliza en el hígado, donde puede acabar convirtiéndose en triglicéridos, provocando la enfermedad de hígado graso y resistencia a la insulina, de ahí el peligro de padecer diabetes tipo 2.
La relación de glucosa-fructosa en los refrescos suele ser del 40:60, de ahí la importancia que remarcan con este estudio, de reducir su consumo.
Lo que ya sabíamos (y tampoco es bueno)
Tenemos claro que no todas las calorías engordan igual, así que las 140 calorías aproximadas que contiene un refresco bien repleto de azúcar, es muy probable que acaben depositándose como grasa en nuestro querido cuerpo, mientras en el cerebro se activan los sistemas de recompensa y nos pide cada vez más y más.
Por si esto fuera poco (que no lo es), las bebidas azucaradas también envejecen el cutis y son perfectas para incrementar la celulitis. Además al ser líquidos no llenan, así que estamos ingiriendo calorías extra (dos latas al día ya son 280 kcal.) y sin embargo no reducimos la ingesta de alimentos, lo que a la larga se traduce en un aumento considerable de peso.
Esto me recuerda a la famosa hamburguesa que mencionamos hace unos días, ¿os imagináis el resultado de comer regularmente el menú completo, con refresco azucarado y patatas? Una bomba calórica.
No es solo cosa de los refrescos
Los resultados de este estudio, y en general, las consecuencias de este tipo de refrescos se pueden aplicar a todos esos productos que abusan del azúcar añadido, en cualquiera de sus versiones.
Ya que hablamos de bebidas, hay muchas otras que quizá nos parezcan más saludables, como la tónica, las bebidas isotónicas o las preparadas con té, pero que con sus 20 o 27 gramos de azúcares en cada lata de 330ml, no lo son tanto.
Cuidado también con algunos establecimientos que preparan zumos de frutas naturales, porque en muchas ocasiones les añaden una barbaridad de azúcar, lo ideal es pedir que nos los preparen sin ¡la fruta ya tiene más que suficiente! Y lo mismo con los zumos envasados, lo mejor es escoger los que no llevan azúcares adicionales.
Las bebidas alcohólicas también aumentan los triglicéridos y los niveles de colesterol y aportan un buen número de calorías vacías. Si las combinamos con refrescos o bebidas azucaradas, ya vamos para bingo. El bingo de las arterias colapsadas.
Aunque la peor opción, con diferencia, es la de mezclar alcohol con bebidas energéticas, que por sí solas a veces contienen unas 20 cucharadas de azúcar por lata, sin mencionar el exceso de cafeína, que ya daría para otro post aparte.
Desde hace un año, la OMS recomienda reducir el consumo de azúcar diario a un 5% de las calorías totales, lo que supone más o menos unos 25 gramos. Hay razones más que suficientes para hacerles caso.
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