Una imagen de ensueño y una fragancia dulce y cálida hacen que Angel, de Thierry Mugler, resurja cada invierno de forma casi mágica. Conocí esta fragancia cuando nació, en 1992, y entonces, yo estaba Londres. En aquel momento, Harrods, Selfridges y Harvey Nichols olían a Angel, porque en Londres cuando se estrena un producto de belleza, parece que no hay más, se hace a lo grande.
Así que Angel estaba en todas partes, en la tiendas, las calles y hasta, me daba la sensación, en las personas que se cruzaban conmigo por las aceras. Su fragancia envolvía todo. Su envase era el colmo, una estrella azulada, que resultaba, y lo sigue haciendo, muy moderna, lujosa y decorativa. Fue pionera por su exotismo y sus notas tan diferentes, "azucaradas" e intensas, que me atraparon de inmediato. La quise tener, y la traje conmigo a España como la gran novedad, y aunque algo después apareció aquí, por una larga temporada fue mi perfume diferente, ese por el que todos te preguntan.
¿Conoces Angel?
Ha pasado el tiempo y yo he cambiado, pero Angel no. Precursora de una tendencia olfativa, de la que sigue siendo indiscutible protagonista, se mantiene como un clásico, y ahora en Navidad, su forma de estrella y su fragancia resulta un regalo joya a la hora de elegir. Quizá por ello, Thierry Mugler la incluye en varios de sus completos estuches entre los que podéis elegir algunas de sus más representativas fragancias, acompañadas por deliciosas cremas corporales o geles de baño.
Si no habéis probado este agua de perfume, os encantará hacerlo. Angel os envolverá en un torbellino de notas dulces de miel y delicado pachulí. Una fragancia que por su color, azul celeste, me da una sensación de serenidad, porque evoca al cielo y al espacio. Hay algo mágico en su imagen, que me regala plenitud y tranquilidad. La estrella del frasco-joya está esculpida con múltiples facetas que captan la luz y lo hacen brillar, haciendo de él un objeto realmente especial.
Alien, y su cofre espléndido
Alien es otra de las más simbólicas fragancias, incondicional para muchas mujeres. Nacida en el 2005, ofrece un matiz oriental floral que deja una estela de paz y magia a su paso. Su envase es otro frasco-joya del diseñador, tallado en forma de talismán de amatista. Un perfume intenso, poderoso muy diferente con unas notas de salida de jazmín sambac en combinación con una revelación de madera y ámbar. En el corazón, a las notas de jazmín se unen al neroli, el cashmeran y maderas, mientras el ámbar blanco, junto a ecos de vainilla, refuerzan el fondo de la composición y su calidez.
Cualquiera de estas cajas tiene el sello inconfundible de Thierry Mugler: diseño y sofisticación. Creaciones llenas de magia, simbolismo, alegorias a criaturas míticas y mundos fantásticos que inspiran fragancias diferentes e intensas. ¿Su punto común? En ellas está presente la voluptuosidad y feminidad más envolvente y misteriosa. Pequeños tesoros en preciosos estuches para esta Navidad que yo apunto como regalo a tener muy en cuenta.
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