Siempre será un icono del cine. Rita Hayworth fue una de las actrices más emblemáticas y glamurosas de la década de los 40, y su interpretación en Gilda, además de convertirla en parte de la historia del cine, la elevó hasta mito erótico. Pero no todo eran luces, glamour y champán. La actriz sufrió abusos desde su infancia, nunca encontró el amor a pesar de casarse en cinco ocasiones y acabó muriendo olvidando hasta su propio pasado a los 67 años de edad. Hoy Rita Hayworth cumpliría cien años, y en el centenario de su nacimiento te contamos toda la tragedia que escondía su vida detrás de los focos de Hollywood.
Rita Hayworth y su trágica infancia
Margarita Carmen Cansino (17 de octubre de 1918), nombre real de Rita Hayworth, era hija del bailarín Eduardo Cansino, un emigrante sevillano que acabó casado con Volga Haworth. Con solo 13 años su padre la obligó a trabajar, bailando con su hermana y con él en locales de la frontera con México, ya que al ser menor no podía actual en locales estadounidenses.
Tal y como narra Bárbara Leaming en la biografía de la actriz, Eduardo la obligaba a fingir que era su mujer y no su hija y abusaba sexualmente de ella. Un pasado que su padre sepultó durante años para que no se conocieran estos abusos y que salieron a la luz a raíz de su matrimonio con Orson Welles.
Su salto al cine
Fue su primer marido, un magnate del petróleo con contactos en el mundo del cine llamado Eddie Judson, quien le consiguió un contrato con Columbia. Pero no era oro todo lo que relucía. La joven actriz de 20 años tuvo que cambiar su nombre, adelgazar y hasta quemar la raíz del cabello para agrandar su frente, con un doloroso tratamiento de electrólisis. Y por supuesto, deshacerse de su moreno color de pelo para alejar cualquier detalle que pudiera darle un look latino. Había que hacerla lo más americana posible.
Aunque comenzó con películas de serie B, tal y como documenta el libro El universo de Rita Hayworth fue la superproducción basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena en el año 1941 la que le convirtió en una de las grandes estrellas de su época y en la actriz mejor pagada del momento. Y tras eso: Gilda. Este clásico del cine negro, censurado en España, fue su trabajo más icónico. Su escena cantando Put the blame on Mame mientras hacía el striptease más light de la historia (apenas se quitaba los guantes y el collar) se ha convertido en una de las más famosas de la historia del cine.
Cinco matrimonios y solo un amor verdadero
Tras esa imagen de sex symbol en Gilda, había una mujer frágil e insegura, según el libro de Miguel Losada Nunca hubo una mujer como Rita Hayworth que se ha publicado para el centenario de su nacimiento. Así, hombres que se veían atraídos por esa imagen de femme fatal, ignoraban la verdadera esencia de Hayworth. "Los hombres se van a la cama con Gilda y despiertan conmigo", rezaba la actriz casi como un preludio de sus cinco matrimonios fracasados.
Tras su primer matrimonio con un hombre 20 años mayor que él, Eddie Judson, llegó el gran amor de la actriz: Orson Wells, que tras cansarse de ella la engañó con coristas y hasta con la actriz Judy Garland. "Si aquello fue felicidad, cómo sería el resto de su vida", llegó a decir Welles sobre la vida que compartió con Rita. Tras este divorcio llegó Alí Khan para convertirla en la primera princesa de la meca del cine. Y tras él, Dick Haymes y James Hill, que completan los cinco matrimonios fallidos de la estrella de Hollywood.
Un triste final para una icónica estrella del cine
La actriz terminó su historia en Hollywood con La ira de Dios en 1972 y refugiada en el alcohol. Y lo que muchos interpretaron como el reflejo de un vida de penurias, desamores y años de alcohol, era en realidad Alzheimer. Esta enfermedad se la llevó a los 68 años, perdida entre recuerdos olvidados y momentos de un pasado que no siempre fue el glamour que parecía.
Hoy, en el centenario de su nacimiento, recordamos a una mujer que fue mucho más que Gilda. Un icono del cine que terminó de una manera triste. Tan triste como fue su vida detrás de los focos.
Foto| GTres
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