Christopher Bailey a Burberry es lo que Ricardo Tisci a Givenchy o Stefano Pilati a YSL, son jóvenes y tienen todo el talento del mundo, han interiorizado la esencia de las históricas firmas que dirigen dándoles un giro de imperiosa actualidad. En este caso, Bailey, ha hecho de una marca tradicionalmente conservadora y casi rancia, un sello de referencia con una posición privilegiada.
Burberry ya no es la casa del trench, el paraguas y los bolsos saco de mujerona adinerada y con amor incondicional al logo como símbolo de poder por encima de las masas . No es ya la campiña inglesa de escopeta y caza. Es en todo caso la campiña inglesa fusionada con la ciudad. Burberry Prorsum representa el espíritu del London calling con un toque clásico que perdura bajo las capas de tendencia fresca e innovadora, y que las refuerza, las fortifica, las reinventa con sutil modernidad.
Los míticos cuadros ya no son una lacra ni un símbolo del pasado, son un icono venido a más. Y las gabardinas, no son prendas obsoletas y con regusto a antiguo, son una fuente de inspiración inagotable y eterna. Son todo un referente, del ayer, del hoy, y del mañana.
Con esta colección crucero, Bailey no hace ninún cambio drástico, ni siquiera leve, sigue en su estupenda y fructífera línea, perpetua el mandato del trench, aquí, en su versión brocada en colores oro y plata, de las sandalias con calcetín, y de los vestidos con cárdigans y cinturón metálico. Elegancia ecléctica. Marca de la casa.
Vía | style
Ver 3 comentarios