Más de 2.000 millones de espectadores vieron el enlace entre Kate Middleton, perdón Catalina, y Guillermo de Inglaterra, el pasado 29 de abril. El enlace fue un acontecimiento histórico, de gran peso mediático. Que duda cabe. ¿Pero tuvo algún impacto económico para la moda? Y en caso afirmativo, ¿cómo medirlo? El vestido de Lady Di, aquel traje de película Walt Disney, se puso a la venta cinco horas después de la ceremonia. Aquel fantasiaso modelito ha sido el traje de novia más copiado de la historia. Más que el de Grace Kelly (por cierto, el exquisito vestido de Sarah Burton se asemeja bastante al de la princesa, modelo y actriz).
El pasado viernes hubo un gremio que no se despegó del televisor. Ansiaba conocer cada detalle del vestido de la nueva princesa. Para los modistos, en especial para los nupciales, la boda significaba oportunidad. Una cifra para apreciar su importancia. El sector factura 2.000 millones de dólares al año (1.345 millones de euros) solo en EE UU. Y en ese y otros países hay muchas prometidas soñando con subir al altar como princesas. Y bastantes empresarios con planes para forrarse satisfaciendo su deseo.
Para muchos la boda real fue un evento de celebrities más. La tienda Faviana (EE UU) se la tomó así. Esta boutique es célebre por sus perfectas reproducciones de los looks de las famosas. Su dueño ha anunciado que en menos de ocho semanas pondrá a la venta su versión del traje de Alexander McQueen que lució Kate. Más de lo mismo: las fábricas de la neoyorquina Leontina Gowns estuvieron paradas durante meses. La temporada de bodas empieza pronto y querían ofrecer piezas similares a las de Middleton. En Theia (Manhattan) se arriesgaron y diseñaron un traje antes de la boda. Un modelito inspirado en los gustos de la princesa. No se parece demasiado al vestido de cola y encaje ideado por Sarah Burton (Alexander McQueen). Pero su apodo, "El Kate", seguro que vende. Claro que los ha habido más rápidos. El mayor portal de venta online chino, Taobao, vendía trajes de novia a lo Kate el mismo día del enlace. Y en Londres, Alterations Boutique, elaboró una copia cinco horas después de la llegada de Kate a la Abadía de Westmister.
No solo de vestidos de novia y tiaras se nutre el sector. La sombra del "efecto Middleton" es alargada. Publicidad gratuita, estatus, promoción. La industria birtánica se frota las manos. Alexander McQueen vivirá un momento de oro. Y (Burberry e Issa). Vivien Sheriff es un buen ejemplo. Los pedidos de esta sombrerera inglesa se han disparado. Su desembarco a principios de abril en EE UU se lo debe a Kate Middleton. Incluso el mundo de la belleza come de los gestos de belleza de Middleton.
Existe otro tipo de influencia. Mucho menos tangible y económica. Un impacto sobre los usos y costumbres, los gestos, el porte, incluso el arte (arriba, retrato de Jackie Kennedy firmado por Andy Warhol)... ¿Supone el estilo de Kate un punto y aparte en la historia?, ¿Será un icono tan importante como, por ejemplo, Jackie Kennedy Grace Kelly?
“Toda primera dama causa una impresión. Lo quiera o no”, asegura Kate Betts en su libro Everyday Icon. Lo mismo sucede con las princesas. Según Betts, Kate Middleton no ha desarrollado del todo su estilo. Todavía. Esto es lo que me contaba el otro día por email: "Se ha convertido en un icono, desde luego. Pero no hemos visto nada todavía. Su estilo aún tiene que evolucionar". Betts la ve muy "americana", "casual" y "sensata". "No me la imagino formal y estirada”. David Yermack, catedrático en la Universidad Stern, opina que será una influencia pasajera. Después de todo el mundo conoció a Middleton en 2003 y no le ha hecho demasiado caso que digamos… David Wolfe de The Doneger Group le da la bienvenida. Si es el fin de Lady Gaga, mejor que mejor, dice.
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