Si hay algo icónico en los años 20 son las flappers. Pocas cosas pueden resumir tan perfectamente el espíritu de esos locos y supuestamente felices años como esas mujeres liberadas, que se enfrentan a todas las normas establecidas y piden el voto femenino, bailan jazz, beben licores, fuman con boquilla, conducen, se cortan el pelo en bobs o el incluso más atrevido “Eton Crop” que se puede apreciar en el dibujo de Eduardo Benito, un dibujante español que triunfó en revistas como Vogue o Vanity Fair en esos años.
El cine ha sido donde mejor han sido reflejadas y su estética está íntimamente ligada a Clara Bow, Louise Brooks o Dorothy Mackaill, y ha sido el séptimo arte junto con la moda la que nos la ha vuelto a traer esta estética a nuestros días, con películas como The Artist que arrasó en los últimos Oscar, o en “Midnight in Paris“ donde Woody Allen convierte a Marion Cotillard en una de ellas
y en la que también aparecen como personajes Zelda y F. Scott Fitzgerald, autor de la novela que mejor refleja esos años “El gran Gatsby“, que ha sido adaptada cuatro veces al cine (la más popular hasta el momento la versión protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow) y que pronto volverá a estar en las pantallas de todo el mundo en la versión de Baz Luhrman con Carey Mulligan, Leonardo DiCaprio y la top model Gemma Ward.
Si eres admiradora de esta estética estás de suerte porque muchos son los diseñadores que han apostado por este estilo para esta primavera verano: Ralph Lauren, Gucci, Cavalli o Alberta Ferretti han apostado por los sombreros cloche, amplios escotes, los vestidos vaporosos y con largos por debajo de la rodilla que en su momento pretendían ser provocativos al enseñar las rodillas con el movimiento de la prenda.
Coco Chanel
Resulta curioso que muchos de los gustos estéticos preferidos de Gabrielle “Coco” Chanel sigan siendo los que hoy siguen dominando: mujeres altas y delgadas, de piel morena, el uso de prendas sport y de influencia masculina, la influencia marinera, los trajes como prendas elegantes o la bisuteria como sustituto perfectamente aceptable de las joyas.
Nacida en 1883 en una familia de pocos recursos, se cría en un orfanato y es allí con las monjas donde aprende a coser y son ellas las que con 17 años le consiguen un trabajo como costurera, que pronto abandona para dedicarse al mundo del cabaret. En este mundo se relaciona con muchos hombres adinerados y será uno de sus amantes el que financie su primera tienda, una sombrerería que abre en París en 1909 que rápidamente extenderá a otras ciudades costeras francesas.
Y mientras alternaba amantes ricos (se la llega a realacionar incluso con el Duque de Windsor) y mentiras sobre su vida, en 1910 abre por fin su casa de modas en el 21 de la Rue Cambon de Paris, que en pocos años ocupará también los números 27, 29 y 31. A partir de aquí todo son éxitos: en 1921 crea el perfume Nº 5, en 1927 su famoso vestido negro, la generalización del punto, pero en los años 30 (y posteriores) según aumenta su fama y su éxito pierde le aura de innovadora y creadora de tendencias frente a diseñadoras como Elsa Schiaparelli, fuertemente vinculada a las vanguardias artísticas, y mucho más atrevida que ella.
La II Guerra Mundial la obliga a cerrar sus tiendas y los años de ocupación nazi, junto con su romance con un oficial alemán así como las acusaciones de haber sido una espía nazi la obligan a exiliarse en 1945 a Suiza. En 1954 regresa a París siguiendo el consejo de la directora de Harper’s Bazaar Carmel Snow y reabre su negocio. En Francia no es muy bien recibido su regreso, ya que no habían olvidado su comportamiento, y la prensa de moda en Gran Bretaña critican su inmovilismo pero triunfa en Estados Unidos con su pieza estrella estos años: el traje de tweed. Los 17 años siguientes, en los que trabajó incansablemente hasta su muerte a los 87 años, terminarían por darle la razón a Coco y en la actualidad las creaciones de ambas etapas son fuente continua de inspiración en la moda actual.
El vestido negro
Una de las tradiciones más antiguas en cuanto a la vestimenta es la de asociar el color negro al luto, costumbre que está documentada se practica desde el Imperio Romano. Por eso no es de extrañar que en un encuentro casual en París el diseñador Paul Poiret le preguntase a Coco Chanel por quién lo llevaba al verla vestida con un vestido negro. “Por usted” fue la respuesta. Y es que una de las mayores revoluciones de Chanel fue romper este vínculo e introducir ese color en la vida de la mujer como sinónimo de elegancia.
Y es que el Petite Robe Noir (PRB), el Little Black Dress (LBD) o simplemente el vestido negro que revolucionó la moda en 1926 y que fue calificado como “el modelo Ford T de Chanel“ o como el uniforme de la mujer moderna tras ser publicado en Vogue (el dibujo del vestido que se publicó era muy similar al del centro de la foto).
Desde ese día, en ningún momento ha perdido vigencia. En realidad el negro es el básico por el que cada año se miden el resto de los colores llegando a oirse eso de que “el negro es el nuevo negro“.
Fotos | The Metropolitan Museum of Art, Vogue, Gtres
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