Hay mujeres estilosas y mujeres con estilo, mujeres elegantes, mujeres a la moda, mujeres atrevidas, mujeres arriesgadas, y mujeres como Anna dello Russo. Es muy fácil seguir las tendencias, sobre todo si prácticamente tú las fabricas, pero muy difícil adaptar lo que "se lleva" y crear , alimentar y mantener un propio estilo; eso no lo consigue cualquiera, sobre todo no las teenagers o chicas it de usar y tirar que hoy están y mañana la industria dirá, eso se consigue con madurez; lo da la edad, la experiencia, el conocimiento y el saber hacer. Lo da la inteligencia estilística, que es prima hermana de la emocional, pero sale un pelín más cara.
Si uno no sabe para dónde tirar, es mejor ir a lo seguro, sino que se lo digan a Isabel Preysler, cuyo estilo monolítico es irreprochable, es elegante, sí, pero también de un pragmático excesivo que equivale casi a hacer trampa: solamente se pone lo que sabe que le queda bien y entra dentro del código universal de vestimenta correcta: piezas atemporales y riesgo cero. Para mezclar, adaptar y jugar con las prendas hay que saber muy bien lo que se hace, y este es el caso de Nati Abascal. Musa, divina, genial.
Si Anna dello Russo pertenece a una categoría, es a la segunda, es de esa raza de mujeres que trabajan en la moda y cuyo hábitat son las tendencias: las de hoy, las de ayer, pero sobre todo, las de mañana, y que más allá de que guste o no, destila elegancia.
A mí sinceramente me alucina; dicen por ahí que recuerda mucho a Carine Roitfield, y si bien pertenece al clan Vogue, actualmente es editora de moda de Vogue Japón, aunque antes dirigía la revista Vogue Uomo, cargo del que la reveló otra conocida y admirada, Giovanna Battaglia, de la que ya os hablé en su momento, a mí no se me parece en nada a la directora de la edición francesa de la revista americana.
Carine Rotfield es más jóven pero también más forzada, Dello Russo tiene ese sentido del atrevimiento y el rococó bien entendido, que solamente poseen las italianas de mejor gusto; The Sartorialist es uno de sus mayores fans, y si lo dice Scott Schumann, que de estilo innato sabe un rato, casi que no se hable más.
Licenciada en historia del arte y experta reconocida en el campo artístico, parece que lo suyo es algo más que un sexto sentido;
a pesar de llevar las tendencias al extremo no se pasa de la raya, el efecto es inmejorable, nunca se sale de los estrictos límites de la elegancia, el cuerpo diez está claro que la acompaña pero resulta curioso como pasa de lo clásico a lo rompedor sin resultar perjudicada para nada, y sobre todo, sin dejar de ser ella misma.
Lo mismo le da a Fendi, que a Gucci, que a Etro, que a Dior, que a Givenchy, que a McQueen, que a McCartney, que a Prada,
ella es la prueba de que el estilo no se compra, aunque el dinero ayude bastante: el estilo se crea, se tiene, si me apuras, se aprende, o nada.
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