Estas cosas, así, en frío, recién comido, no son buenas. No, señor. Desde aquí le pido a @Fashionpedists que en próximas ocasiones vaya con cuidado porque las malas noticias hay que darlas con tacto. Y la salida de Raf Simons de Jil Sander es la peor noticia para el mundo de la moda de lo que llevamos de año. Mala, horrible. Cualquier adjetivo negativo que queráis poner ahí me vale.
Raf Simons, el ejemplo de una escuela belga
La renovación es un hecho. El hecho de mentar a la escuela belga es como en electrónica mentar al sello Rephlex. Palabras mayores. Una escuela que desde mi reducido conocimiento a las habituales puntas de lanza tiene algo que yo siempre defenderé: personalidad y estilo propio. En los últimos tiempos al talento de los años 80, los denominados "los Seis de Amberes", le han salido renovadores entre los que se encuentra Raf Simons como una de sus estrellas actuales.
Walter Van Beirendonck fue uno de los nombres incluidos en ese selecto grupo de seis y uno de los que dieron el primer apoyo a Simons en París. Ya en 1995 lanzó su propia firma de nombre homónimo que iría creciendo en los próximos años con desfiles en la Semana de la Moda de París, momentos en los que el diseñador esquivo de los focos mediáticos seguía aumentando curriculum y reconocimientos por parte de prensa y público (vende en numerosas tiendas por todo el mundo, como Barneys en Nueva York).
Ya en mayo de 2005 le llegaría el turno de demostrar su valía en un escalón mayor de atención al tomar el timón de una descarriada Jil Sander con su directora creativa y fundadora sufriendo las locuras de decisiones de Prada, poseedora de la marca hasta 2006, cuando decidió quitarse un problema del medio y vendió la empresa a unos nuevos dueños de Londres, Change Capital Partners, por 120 millones de dólares. En ese momento Raf Simons añadió a su trabajo la primera colección para mujer que había diseñado y comenzaba un nuevo momento tanto para él como para la firma alemana.
Jil Sander desierta
En todo este tiempo, Jil Sander ha vuelto a ser la gran firma que era antes. Han vuelto a convertirse en el referente del minimalismo más selecto, de una elegancia impoluta en cada colección, donde la moda sigue manteniendo ese nexo de unión entre el arte y el negocio a partes iguales tan característica de la Academia de Modas de Amberes.
En total, han sido 7 años en los que hemos podido disfrutar del estilo de Jil Sander, o lo que es lo mismo, del estilo de Raf Simons: un gusto por las prendas cómodas sin necesidad de caer en el maldito chándal, pasión por el vestuario masculino pero sin perder la feminidad de la mujer, gusto por los colores, por las formas… Fue la firma a clonar una y mil veces por tantas low cost. ¿Qué hará Zara sin dicha inspiración?
¿Sin Raf Simons a bordo del bote qué hará Jil Sander? ¿De nuevo volverán los tiempos inestables? ¿Quién será capaz de superarle, o al menos igualarle?
No te vayas a Dior, Raf
Ya en diciembre oímos rumores de Raf Simons fuera de Jil Sander y fichado por Dior pero con la salida del diseñador belga de la casa que le había traído el éxito actual esos rumores aumentan. Es más, llegan a tal punto que es lo primero en que piensa uno: si se marcha de un puesto en el que estaba cómodamente asentado y reconocido es para un nuevo reto más ambicioso. Miedo.
A lo lejos: Dior. La firma opuesta al estilo de Jil Sander. Una marca cuyo estilo todo el mundo reconoce y que en los últimos años ha tenido un único nombre: John Galliano, cuya historia reciente es mejor no recordar. Si Raf Simons fuese a irse a Dior se convertiría en una muñeca rota. Es la antítesis de su estilo. Ni veo a Dior transformándose hacia Simons, ni a él transformándose hacia la imagen de la firma y su correspondiente público. A esto hay que añadir el vértigo de sustituir en el trono al diseñador de Gibraltar.
Demasiadas variables para que sea viable un fichaje así sea exitoso para ambas partes. La labor que Christophe Lemaire hizo en Lacoste y ahora está empezando a construir en Hermès no tiene la posibilidad de exportarse de forma tan sencilla a este caso. Lemaire se encontró con dos grandes marcas más maleables hacia su estilo y Simons se encuentra ante una caja fuerte casi blindada.
Lo dicho: estas noticias no son aptas para la hora de comer.
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