Se les conocía también como ataúdes de sueño, o camas cerradas, y aunque parecen poco recomendables para aquellas personas con claustrofobia, lo cierto es que desde la Edad Media y hasta principios del siglo XX se convirtieron en algo muy popular en Europa.
Como si fueran cajas cerradas por los cuatro lados por paredes de madera a modo de cajón, tenían una puerta con bisagra o deslizante y unas cortinas que era por donde se entraba al lecho. Tal y como escribieron Thomas y Frances Trollope en 1840 en ‘Un verano en Bretaña’, “a abertura, que se deja como único medio de acceso al interior de este retiro, está provista de puertas correderas, generalmente (así como todo el frente de la cama) bellamente talladas. De modo que el ocupante pueda, si así lo desea, encerrarse por completo”.
Las "camas armario" populares en la Edad Media
Podían estar separadas de la pared y tener unas patas cortas para levantarlas del suelo y evitar así humedades, o estar empotradas en un hueco en la pared, lo que permitía ahorrar espacio y además eran aislantes. Muchos ebanistas del siglo XVIII diseñaron estas camas para que se convirtieran casi en una cama secreta que parecía un aparador y no una cama, llegando a esconderlas entre filas de estanterías y cajones.
Delante de esta particular cama se colocaba en muchas ocasiones un arcón de madera de la misma longitud que la cama llamado "asiento de honor” que se usaba para guardar ropa y también servía para subir a la cama. Hasta Rembrandt tenía una que se puede ver actualmente en el Museo Rembrandt de Ámsterdam.
Eran especialmente comunes en Reino Unido, pero también se popularizaron en toda Europa como el lugar de descanso de toda la sociedad, daba igual si eran ricos o pobres. En lo único en los que se diferenciaba era en la decoración de las camas, algunas hasta talladas y con decoraciones. Y lo hacían por salud.
Las razones por las que se dormía en “camas armario”
Como bien decíamos antes, lo primero de todo es que permitían ahorrar mucho espacio ya que se usaban casi como dormitorios en miniatura. En un caso de 1890 documentado por la Wick Society, una familia demasiado grande para su casa de una sola habitación en las Tierras Altas de Escocia, tuvo a varios de sus miembros durmiendo en camas de armario en el granero. Con este tipo de muebles se podían tener camas en hogares con poco espacio y además permitía crear una separación con el ganado porque en muchas casas compartían ese espacio con los animales.
Lo cierto es que se usaban estos armarios para dormir por una razón con mucho sentido: conservar el calor y no morir cogelados. Imagina que vives en Escocia, en una época en la que no existe la calefacción ni las casas estaban aisladas, y que tienes que meterte en una cama helada para intentar dormir. Tal y como explicaba el profesor de la Universidad Virginia Tech, Roger Ekirch, en su libro “At Day's Close: A History of Nighttime”: "los diarios hablaban de que la savia de los leños quemados en las chimeneas se congelaban... los tinteros se congelaban durante la noche". Ocurría en un Londres que vió como el Támesis se congelaba hasta 18 veces (no ha pasado desde 1963).
Lo mejor de estas “camas armario" es que conseguían mantener el calor y evitar que esas temperaturas heladas hicieran mella en la salud de la población, especialmente si pensamos que en esas camas podían llegar a dormir hasta cinco personas juntas.
Como dato curioso, y de nuevo según la investigación del historiador Roger Ekirch, en la Edad Media el sueño era diferente a como lo vemos ahora. En los libros de la época se hace alusión a algo llamado “primer sueño”, y que es la afirmación de que no se dormía del tirón sino en dos tandas. "Estos dos bloques estaban separados por un periodo de vigilia que duraba una hora o más", explica Ekirch. Y en esos períodos de despertar, “algunas personas se quedaban en la cama, rezaban, pensaban sobre sus sueños o hablaban con sus parejas”. Aunque había gente que aprovechaba para hacer diferentes tareas.
Pero si tanto se llevaba, ¿por qué se dejaron de usar?
Pues porque como todo, las cosas a veces pasan de moda, y después de que terminase esa Pequeña Edad de Hielo en Europa, un periodo de frío extremo que comenzó en el siglo XIV y duró hasta mediados del siglo XIX, ya no era tan necesario compartir ese calor, por lo que terminó siendo algo que solo quedó en los estratos más pobres de la sociedad.
Aunque lo que parece cierto es que nunca se fueron del todo si pensamos por ejemplo en las tiendas de campaña que tanto se llevan y que nos recuerdan un poco a ese armario, solo que de tela, en los hoteles cápsula japoneses que tanto se han puesto de moda y que no pueden parecerse más. Ahora que es evidente que no lo hacemos por necesidad, ¿dormimos en “armarios” por moda?
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