Está a punto de dar comienzo la Navidad, esa época del año tan amada como odiada. El momento ineludible de reencontrarte con los familiares que más quieres y con aquellos que solo ves durante estas fechas y ya se te hace demasiado. Pero, ¿qué sería de la vida sin un cuñado del que poder reírnos un rato o una tía que siempre nos vea como la más guapa del mundo? A continuación encontrarás la lista de los arquetipos navideños más frecuentes en cualquier familia española. Lo que quiere decir, que ¡cuidado! porque uno de ellos puedes ser tú.
La madre sufridora
El día de Navidad es la primera en levantarse y la última en sentarse a la mesa. Aunque todo el mundo se relama alabando su comida, siempre piensa que le ha faltado ponerle un poco más de esto o hacer aquello otro y no hay quien la saque de sus trece. No importa que cumplas más años que Matusalén, ella sigue viéndote como una niña de cinco años y no dudará en hacerte la gran pregunta delante de todo el mundo: “¿Te has lavado las manos?”.
La prima pequeña que no suelta el móvil
La última vez que la viste todavía se podía saber, a simple vista, que de las dos, tú eras la mayor. De eso no ha pasado ni medio año y, de repente, ya te saca una cabeza entera. También tiene un móvil mejor que el tuyo. Papá Noel le acaba de traer un iPhone y no despega los dedos de la pantalla. Te sientes muy vieja cuando le dices que aproveche ahora porque, cuando sea mayor, pasar más de ocho horas al día mirando una pantalla no será una elección. Sin embargo, sabes que lo único que de verdad conseguiría hacerla levantar la vista sería hablarle del ídolo adolescente de moda. Pero desconoces cuál es. Te quedaste en One Direction.
La tía amorosa
No importa que hayas engordado y te hayan salido nuevas arrugas o un brote de acné, ella siempre te verá muy guapa y demasiado delgada. De hecho, el día que no te haga ningún cumplido, preocúpate de verdad. Muestra interés genuino en tu vida y se alegra de verdad, y un poco en exceso, con cada cosa buena que te pasa. Aunque solo sea que te ha tocado la cesta de Navidad del supermercado de tu barrio.
Es de otra generación y, sin embargo, es la más moderna. Cuando ve los trajes cortos de las bailarinas del especial de Nochevieja siempre dice que si ella fuera joven ahora, también vestiría así.
El tío que se acaba de divorciar
Una vez fue el pequeño de su familia. Ya hace mucho de eso pero siempre se ha resistido a aceptarlo. Y más después del divorcio. En la mesa pide sentarse cerca de “la juventud”. Es evidente que está poniendo las pocas fuerzas que le quedan en fingir que nunca ha estado mejor.
Te aconseja, en varias ocasiones, que no te cases nunca como si todavía no lo hubiera hecho ninguna. Pierdes la cuenta de todas las veces que repite que él ya no quiere nada con nadie pero tú sabes que lo han visto en Tinder. Entre plato y plato te confiesa que en verano fue a su primer festival de música y que hasta probó el eme.
La abuela sentimental
En otro tiempo ella misma fue una madre sufridora pero ya está jubilada. Aún así todavía se resiste a dejar que sean los demás los que lo hagan absolutamente todo e intenta buscar la forma de participar levantándose constantemente del lugar al que todo el mundo la manda a sentarse.
En un momento dado se emocionará y soltará unas lágrimas de ver por fin a toda la familia reunida. Querrá decir unas palabras pero la emoción no dejará que le acaben saliendo del todo. Durante la sobremesa se queda dormida con la barbilla apoyada en el pecho y roncando ligeramente.
El abuelo batallitas
Él nunca ha tenido ningún problema con sentarse y que se lo den todo hecho pero sí con que el médico le prohibiera su copa de vino tinto diaria. Se pasa las navidades justificando poder bebérsela porque son fiestas. En la mesa cuenta las mismas batallitas de todos los años, con gran nivel de detalle y fechas muy precisas aunque de ello hayan pasado más de 50 años. Todos fingís no sabérosla ya a estas alturas de pe a pa porque a él le hace ilusión contarla y porque es entrañable.
El primo antisocial que no abre la boca
Es un poco como Chandler Bing de Friends. Nadie sabe muy bien a qué se dedica o qué estudia, a pesar de que todos los años se lo preguntáis. Tal vez porque siente que no lo entendéis o que no tenéis mucho interés en sus cosas sea por lo que solo acaba abriendo la boca para comer canapés. Tanto que os acabáis olvidando de su presencia. Menos a la hora de hacer la foto grupal, que se lo pedís a él porque, total, tampoco os ibais a acordar de que estaba.
La amiga fantasma que solo se manifiesta por Navidad
En el pasado fuisteis amigas pero vuestros caminos se separaron y ya casi no tenéis nada en común. No habéis tenido una conversación de verdad en años pero, de vez en cuando, os dais algún que otro “me gusta” en Facebook. Ella a las fotos de tu perro y tú a las que sube con su novio, siempre sonriendo mucho con la boca y poco con los ojos.
Eso sí, por Navidad todos los años te manda un emotivo y kilométrico mensaje de Whatsapp que no tardas en darte cuenta que es, en realidad, una cadena.
La prima de tu edad que aparenta 10 años más
Nacisteis el mismo año pero tú aún compartes piso y ella tiene marido, hijos e hipoteca. Cada vez que intentáis hablar y poneros al día ella acaba hablando más de sus hijos que de ella misma. Los partos, las horas sin dormir y combinar el trabajo fuera y dentro de casa también le han pasado factura física y se ha producido un fenómeno inverso al de tu otra prima, la que no levanta la vista del móvil: Ella parece ya una mujer de mediana edad y tú que todavía sigues en los 20.
Ambas respirareis aliviadas cuando alguno de sus hijos requiera su atención y la conversación se dé por acabada porque ni a ti te interesa el duro proceso de selección de la mejor guardería de la ciudad ni a ella las fiestas en las que vas tan borracha que acabas diciéndole a alguien lo mucho que te gusta su trabajo cuando en realidad piensas que es mediocre.
El hermano que cuenta todo lo que no quieres que sepa nadie
No lo hace con mala intención. La mayoría de las veces, al menos. Lo que le pasa es que no tiene filtro y, cuanta más gente haya delante, más probabilidades hay de que acabe desenterrando la anécdota, enfermedad, mala decisión de tu infancia (o de tu presente) que más vergüenza te da. Con él, tu pasado de pija-hippy-cani-rapera siempre es un tema de conversación. Te juras que, a partir de ese momento, serás más hermética y no le contarás ni un secreto pero no pasan ni unas horas hasta que lo incumples. Si es que es la única persona del mundo que también ha vivido en el útero de tu madre, ¿cómo no lo va a saber todo de ti?
El cuñado
Es el personaje navideño por excelencia. El cuarto Rey Mago. Este año hablará como un experto de Vox, de la prisión permanente revisable y de cualquier tema que se haya leído la noche anterior en la Wikipedia. Ni te molestes en discutirle. Nadie sabe más que él ni es capaz de pelar las gambas mejor. Te enseñará memes viejos que ya has visto cien veces como si fueran nuevos. Pero, sobre todo, no te fíes de nada de lo que diga puede conseguirte un amigo suyo.
Foto: Fuller House.