Se ha estudiado si afecta a los niños y a su ansiedad al crecer, y despeja una de las grandes preocupaciones de los padres en torno a esta práctica de crianza
En la redacción hay dos madres, una con un niño de cuatro años y otra con uno de dos. Ambas han hecho colecho y solo una de ellas lo mantiene. El colecho tiene como objetivo que el bebé viva sus primeras noches lo más cerca posible de sus padres y es una práctica tremendamente extendida que tiene tanto detractores como defensores. Hay gente diciendo que podría afectar a la ansiedad de los niños cuando crezcan, y otros que ayudan a establecer un vínculo seguro. Y ahora un nuevo estudio afirma que ninguna de las dos cosas es cierta.
El colecho, ¿afecta al desarrollo de los niños?
Según Ayten Bilgin, especialista en psicología y desarrollo, existe poca investigación científica sobre los efectos psicológicos de compartir la cama en los niños, por eso realizó este estudio en el que observaron cómo cambiaron los síntomas internalizados y externalizados de los niños entre los 3 y los 11 años. La investigación afirma que no existe ninguna relación “entre compartir cama a los 9 meses y las trayectorias de los síntomas de ansiedad o agresión en la infancia”, solo el 8,9% presentó síntomas graves y crónicos de ansiedad, depresión y agresión y el 7,5% tenía niveles moderados de ansiedad y agresión que disminuyeron con el tiempo. El 56,4% de los niños presentaban niveles bajos de síntomas de depresión y ansiedad, agresividad e hiperactividad.
Es decir: los padres preocupados por cómo compartir la cama podría afectar el desarrollo psicológico de sus hijos pueden estar tranquilos porque no existe una correlación. La investigadora afirmaba también que “esto es consistente con nuestra investigación anterior, que encontró que compartir la cama no tiene ningún impacto en la formación de un vínculo seguro entre el bebé y la madre .
El colecho y la muerte súbita
Según guías, como la de la American Academy of Pediatrics, los niños deben dormir en la misma habitación que los padres, cerca de su cama pero no compartiendo la misma, “idealmente hasta el primer año, pero por lo menos durante los primeros seis meses”. También se especifica que deben dormir en posición supina, en una superficie firme y no inclinada y se debe evitar la ropa de cama blanda y el sobrecalentamiento. El objetivo es reducir el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) y otras formas de muerte que pueden ocurrir cuando los bebés están durmiendo, las conocidas como “muerte en cuna” o “muerte blanca”.
Esta investigación publicada en la revista Pediatrics no está tan de acuerdo porque afirma que compartir la habitación con los niños de edades entre los cuatro y los nueve meses está ligado a un menor tiempo de sueño durante la noche, menos ratos de sueño y prácticas de sueño poco saludables asociadas con el SMSL”, aunque es posible practicar el llamado colecho seguro: dormir con el bebé habilitando un espacio propio e independiente aunque al lado de los padres y específicamente para él. En España, el antes Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, recomendaba ya en 2017 en la Guía de Práctica Clínica sobre lactancia materna que, para practicar el colecho de manera segura, se utilice una cuna sidecar o una cama con las características idóneas para el colecho.
Pros y contras del colecho
Hemos preguntado a las madres de nuestro entorno y está claro que hay pros y contras pero todas coinciden en lo que nos explica Iria Reguera, psicóloga y directora de Trendencias. En su caso, su hijo empieza la noche durmiendo en su cama y a media noche se va a la suya. “A la hora de dar el pecho el colecho es mucho más cómodo y si el niño se despierta le tienes al lado y calmarle es más sencillo. Además, hay niños que necesitan más contacto que otros y esos suelen dormir mejor en colecho”, afirma. Y lo más bonito es que tal y como explica Reguera “me da mucho calorcito en el corazón dormir abrazada a él”. Tiene contras, evidentemente, como que duermes más incómoda, nunca estás sola y te da miedo cuando los niños son más pequeños por aplastarle mientras duerme, lo que hace que no descanses.
En el caso de Sara Hormigo, la otra madre que practicó el colecho, nos cuenta que lo dejó porque necesitaba dormir del tirón y descansar. Para que no fuera un drama, acudió a una asesoría de sueño con un psicólogo infantil y asegura que “fue un antes y un después porque por fin el peque durmió solito del tirón con dos años y medio”. Ahora tiene cuatro y gracias a la rutina creada con sus padres duerme sin problemas. “A mi hijo le da seguridad la rutina de noche: el cuento, el estar con él antes de ir a dormir y que me cuente cosas... siempre hacemos lo mismo y él se va a dormir super feliz”, relata. Y es que como afirmaba Reguera, el vínculo con tu hijo se crea con muchas cosas y por mucho colecho que hagas, “si luego no trabajas el vínculo durante el día no sirve de nada”.
El sueño es madurativo y cada niño es un mundo, pero si tienes un hijo y practicas el colecho te diré algo: tengo 38 años y cuando íbamos en verano a casa de mis abuelos en el pueblo, dormía con una cama pegada a la de mis padres siendo muy pequeña. Uno de los recuerdos más bonitos de mi vida es el de dormirme mientras mi padre me daba la mano. Malo no parece.
Fotos | Tuva Mathilde Løland en Unsplash, Minnie Zhou en Unsplash, Heike Mintel en Unsplash
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