Cómo hablar con tus hijos y conseguir que tengan pensamiento crítico según los expertos

Francis Bacon afirmaba ya en siglo XVII que "el pensamiento crítico es tener el deseo de buscar, la paciencia para dudar, la afición de meditar, la lentitud para afirmar, la disposición para considerar, el cuidado para poner en orden y el odio por todo tipo de impostura".

El origen del concepto de pensamiento crítico se remonta a la antigua Grecia con figuras como Sócrates, Aristóteles y Platón. Y aunque no es una asignatura del colegio, sí es algo que se puede trabajar con los niños y que los adultos también podemos aprender a desarrollar.

De hecho, y según afirma la especialista estadounidense en Educación del MIT Jennifer Groff, “para el alumno del siglo XXI, habilidades como el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad son mucho más importantes que la enseñanza a través de fórmulas o contenido memorizado y sin contexto.”

Qué es el pensamiento crítico y para qué nos sirve

Según la psicóloga Iria Reguera, “el pensamiento crítico es, básicamente, la capacidad que tenemos de analizar la información que recibimos en el día a día (que es mucha) y evaluarla. Poniendo en duda, investigando, informándonos y usando nuestra intuición podemos deducir la veracidad de esta información y averiguar si tiene sesgos externos o no, por ejemplo. De esta forma podamos crear nuestra propia opinión y no quedarnos solo con lo que nos cuentan”. Nos permite diferenciar la realidad usando el razonamiento y siendo receptivos a la información, cuestionándola sin aceptarla directamente.

Nos ayuda a mejorar nuestra comunicación, a pensar con lógica, a desmontar prejuicios, a distinguir entre argumentos reales o no y a encontrar soluciones en cualquier ámbito de la vida. Y para los más pequeños es una capacidad imprescindible que les servirá ahora y en el futuro.

Tal y como afirma la psicóloga, “para los niños es especialmente importante desarrollar esta capacidad porque va a definir parte de su identidad y cómo se enfrentan al mundo. Si son capaces de analizar la información que reciben de manera crítica y profunda podrán tener sus propias opiniones sobre el mundo, conocer las diferentes formas de pensar de la gente y cómo estas afectan a sus creencias y a la percepción de la realidad y les ayudará a tomar decisiones informadas en el futuro.”

Cómo mejorar el pensamiento crítico

The Critical Thinking Organization, una fundación dedicada al estudio, análisis y puesta en práctica de esta habilidad en colegios, institutos y universidades, afirma que “un entorno intelectual rico, vivo con estudiantes curiosos y decididos, solo es posible con el pensamiento crítico como base del proceso educativo”, y para ello necesitamos conocer qué habilidades ayudan a desarrollar esta capacidad.

El Colegio Ingenio nos da las claves que usan en sus aulas para fomentar el pensamiento crítico en los niños y que incluyen seis puntos imprescindibles para conseguirlo, empezando por algo innato en los más pequeños de la casa: la curiosidad.

Promover el conocimiento y la curiosidad

Uno de los primeros pasos para cultivar el pensamiento crítico es promover actividades que fomenten la curiosidad de los más pequeños de la casa. De esta forma se establece “una puerta de entrada a nuevos aprendizajes y pensamientos”, tal y como nos explican desde el Colegio Ingenio. La manera de conseguirlo es animar a los niños a hacer preguntas, probar sus teorías y buscar nuevas respuestas. De esta forma el niño planteará una duda razonable. El conocimiento es una vía imprescindible para que practiquen un pensamiento crítico, ya que cuantos más datos tenemos, mejor podemos juzgar y actuar así en consonancia.

Enseñar a dudar

Cuestionar la fiabilidad de las fuentes y la veracidad de la información recibida es imprescindible para establecer juicios elaborados y distinguir en el futuro lo veraz de lo que no lo es.

Justificar, argumentar y analizar

Para que puedan plantearse si la información que reciben es real o no hay que enseñarles a buscar razones, explicar argumentos y comparar ideas de forma ordenada. Se pueden analizar textos, anuncios, noticias… Siempre buscando temas de interés para los niños que generen debate.

No imponer nuestros criterios

Para que un niño pueda desarrollar el pensamiento crítico, tal y cómo nos explican desde el Colegio Ingenio “hay que dejarles decidir con autonomía, enseñándoles a diferenciar lo importante de lo secundario, invitándoles a preguntar y a estar bien informados.” Y aseguran que “aunque se equivoquen, es importante hacer que se sientan seguros y cómodos reforzando su confianza para conseguir una personalidad propia.”

Buscar otras perspectivas

Es importante plantearles otros ángulos desde los que se pueda enfocar la realidad, ya que de esta manera se desarrollará la empatía y tolerancia. “Algo que educará su cerebro de una forma lógica y crítica es hallar explicaciones de la vida en general”, nos explican. Y este tipo de cambios de perspectivas es más enriquecedor realizarlas en grupo donde cada niño puede expresar su punto de vista y conocer la opinión de los demás.

Utilizar metodologías activas

“A través de estrategias como el estudio de casos, aprendizaje de proyectos o problemas, despertaremos su motivación y curiosidad y se favorecerá un aprendizaje autónomo.” Si nos limitamos a que los niños nos escuchen hablar, no desarrollaremos todo su potencial tal y como nos explican desde el colegio.

Margarita Domingo es profesora en el Colegio San José FESD y nos explica que ella trabaja con “rutinas de pensamiento” para hacerles pensar sobre diferentes temas. “Con una simple rutina llamada 'Veo, pienso, me pregunto' enseñando una imagen al principio de un tema podemos fomentar su curiosidad.” Otra rutina que suele usar es 'Diferentes puntos de vista', que ayuda a trabajar no solo el pensamiento crítico sino también la empatía y la tolerancia. Una aplicación práctica que ha probado en sus clases “con los aspectos positivos y negativos de la obsolescencia programada desde el punto de vista del fabricante, del vendedor o del consumidor”, por ejemplo.

“Hay muchas rutinas y destrezas de pensamiento que se centran en el pensamiento crítico, como los debates.” En su caso, Margarita los usa por ejemplo en sus clases de tecnología para tratar temas de seguridad en internet, ciberbullying o incluso búsquedas en internet. “No se pueden fiar de la primera página que salga en el buscador ni de toda la información que reciben de redes sociales. Por ejemplo antes del confinamiento les puse un hilo de Twitter diciendo que el COVID era una creación china, documentado con noticias y que terminaba diciendo que había tardado una hora en inventarse esa noticia falsa.”

Para Mónica Borlaz, profesora en en el IES Alto Jarama, trabajar el pensamiento crítico en el alumnado “es una tarea bastante difícil hoy en día. Tengo muchos años de experiencia y noto que cada vez más los chicos se quedan con la parte literal y no son capaces de leer entre líneas.” Precisamente por eso cada vez que puede trata de aprovechar cualquier situación para poner en práctica el llamado método socrático de preguntas y respuestas. Es uno de los enfoques educativos más antiguos y busca desarrollar el pensamiento crítico mediante la dialéctica. Nos explica Mónica que con él intenta “que cada niño tenga su propio pensamiento”.

Como profesora de Lengua Castellana y Literatura, Mónica nos explica que suele trabajar con sus alumnos a través de textos “que les inducen a pensar un poco más allá”. Aprovecha temas de actualidad para que el ejercicio resulte más atractivo. “Intento escoger temas que les atraigan y que sean un poco polémicos. “Me gusta escogerlos con apariencia de objetividad, que parece que no nos están intentando convencer y que todo es fruto de una investigación, pero que al final y a través de las estrategias lingüísticas resultan subjetivos.” Además emplea el debate, sobre todo con los más pequeños.

Al recibir tanta información a lo largo del día, tanto en redes sociales como de su entorno, el pensamiento crítico es imprescindible. Mónica asegura que trata de “que sean un poquito más reflexivos y conscientes”, para lo que se ayuda de preguntas abiertas que ayuden a desarrollar ese pensamiento único en cada uno de ellos.

Cómo trabajar el pensamiento crítico: evita darles las cosas hechas y déjales razonar

Según nos explica Margarita Domingo, es tan sencillo como tratar de no darles las cosas hechas, sino dejarles razonar. “Simplemente “¿tú qué crees?” o un "¿por qué?” pueden ser una forma de fomentar el pensamiento crítico. Y cuando dan una respuesta incorrecta, evitar darles la respuesta y guiarlos para que te den otras opciones que ellos mismos piensen.”

Y nos propone un sencillísimo juego que podemos hacer hasta con los más pequeños y que ella misma ha puesto en práctica con sus hijos. Consiste en contestar a la pregunta de tus hijos “mamá, ¿qué es eso?” con un sencillo “¿tú qué crees que podría ser?” De esta manera ellos pueden dar ideas según lo que van viendo, desarrollando así su capacidad de análisis.

Otro ejemplo sencillo es hacer preguntar a los niños cuando hagáis actividades cotidianas, por ejemplo cuando les leemos un cuento. Hacerle preguntas para que sea consciente de la información previa que conoce acerca de esa lectura o ese tema y preguntar después qué es lo que ha aprendido, es sencillo y muy eficaz. Lo mejor es siempre hacer preguntas abiertas (que no se contestan con sí o no), para que desarrolle la respuesta por sí solo. Es importante que cuando se equivoque no le demos la respuesta correcta, tal y como nos explicaba Margarita Domingo. Hacerle preguntas para que encuentre la verdadera solución, animarle a investigar y a plantearse cuestiones él mismo con las que reflexionar sobre lo que pensaba, le ayudarán a autocorregirse.

No olvidemos que los adultos somos el ejemplo a seguir para los más pequeños, así que ante la resolución de un problema o situación, podemos pensar en voz alta para que el niño vea el desarrollo y la lógica usada de una forma natural. De esta manera le estaremos entrenando además para que después él pueda resolver sus propios problemas de forma autónoma. Ayudarle a identificar el problema, pensar en las posibles soluciones y sus ventajas e inconvenientes y decidir cuál es la mejor opción final es otro de los juegos que podemos hacer en casa con situaciones tan comunes en casa como un conflicto entre hermanos, por ejemplo.

Podemos poner en práctica de una forma fácil en casa actividades de observación tras las cuales el niño emitirá un juicio. Un ejemplo podría ser enseñarle una obra de arte y preguntarle qué cree que está ocurriendo o por qué está pasando lo que pase en la obra. Así el niño aprenderá a fijarse en los detalles para discernir qué ocurre a su alrededor.

Haciéndole una simple pregunta sobre en qué se parecen estos dos objetos, personajes o historias, estaremos enseñándole a comparar y contrastar. Y podemos hacerlo con cualquier tema que le interese, desde una serie a un comic, videojuego o un juguete.

Existen además juegos de mesa que podemos jugar en familia con los que podemos fomentar el pensamiento crítico de una forma divertida y práctica tanto para ellos como para nosotros. El Risk o el Catán son un ejemplo de juegos que desarrollan el pensamiento crítico, pero no es el único. Los juegos de estrategia desarrollan habilidades relacionadas con el pensamiento crítico, como son la lógica, el trabajo en equipo o la capacidad de análisis.

Hasbro Gaming- Risk Junior, Multicolor (E6936105)

Devir - Catan, juego de mesa - Idioma castellano (BGCATAN)

El Quién es quién le ayudará a aprender a hacer preguntas para alcanzar una respuesta deductiva y el con el Cluedo, podrá trabajar su capacidad de investigación, por ejemplo.

Tacey ¿Quién es Juego de Mesa clásico, Juego de Mesa Infantil de razonamiento lógico, Juguetes interactivos multijugador Entre Padres e Hijos

Hasbro Gaming- Cluedo Junior, Multicolor (C1293546)

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