Las seis frases que tienes que evitar si quieres que tus hijos sean resilientes y tengan buena autoestima

Según la experta en crianza Amy Morin, la fortaleza mental ayuda a que los niños tengan una actitud positiva ante los desafíos y aprendan de sus fracasos

Si conseguimos que nuestros hijos desarrollen fortaleza mental, entendida como el conjunto de recursos psicológicos que nos sirven para enfrentarnos a los retos de la vida, estaremos consiguiendo también según muestra esta investigación que desarrollen la resiliencia suficiente para enfrentarse al fracaso y recuperarse de él. La fortaleza mental es el secreto del éxito porque nos ayuda a saber y decidir qué camino queremos tomar. También influye en nuestra autoestima y nos permite mantener una actitud positiva ante los retos.

Según la psicoterapeuta Amy Morin, “desarrollar la fortaleza mental es muy parecido a desarrollar la fortaleza física”, y eso podemos hacerlo empezando por cambiar la manera que tenemos de comunicarnos con nuestros hijos, especialmente en situaciones estresantes o complicadas porque como explicaba Morin a la CNBC, “ciertas palabras o frases podrían enviar involuntariamente el mensaje equivocado”.

“Lo harás bien”

Aunque una actitud positiva (siguiendo siempre la línea de un optimismo saludable) puede ayudarnos en la vida, y la esperanza es una habilidad que desarrolla la inteligencia emocional, eso no significa que sea una buena idea decirle a nuestro hijo que “lo hará bien”. No existe forma de saber si ocurrirá o no, o si tendrá una decepción.

Prometerle éxito al niño y luego verle fracasar es un impacto sobre su confianza. es mejor cambiar el mensaje hacia un prisma más realista, pero aún así, positivo. “En lugar de decir ‘¡Vas a ganar!’, el mejor mensaje es: ‘Sal y haz lo mejor que puedas. Y si no sale bien, no hay problema. Ya nos ocuparemos de eso también’”, asegura Morin.

“¡Eres el mejor!”

En la misma línea que la anterior, vamos a evitar ser categóricos con este tipo de cosas. Y sí, ya sé que tu hijo es el más guapo, el más listo y el más todo, pero tanto tú como yo sabemos que no es tan real como está pintado en tu cabeza. Y tiene un peligro con el que no habíamos contado y es que el ser humano tiende a compararse constantemente. Morin asegura que “si tus hijos piensan que sólo merecen elogios si superan a todos los demás, sufrirán expectativas poco realistas y ansiedad ante la perspectiva de terminar en cualquier lugar que no sea el primero”.

Si en lugar de un elogio al objetivo cumplido (un 10 en el examen) elogiamos el proceso en sí (esforzarse estudiando), les ayudaremos a mantenerse más motivados para trabajar duro y menos obsesionados con ganar y ganar, como explica la experta.

Del mismo modo, hay que tener cuidado con mensajes como “eso que has hecho es perfecto”, por como explica la experta, un niño que piensa que siempre tiene que ser “perfecto” para merecer el elogio o el amor de sus padres podría llevarnos a problemas mentales serios. El perfeccionismo infantil se relaciona con problemas de ansiedad y hasta con trastornos obsesivo compulsivos (TOC).

“No te preocupes por eso”

“Cuando alguien nos dice “No te preocupes”, nuestras preocupaciones no desaparecen automáticamente”, explica Morin. Y es que aunque estemos tratando de calmar su miedo o de evitar que piensen en algo, es siempre mejor enseñar a los niños qué hacer cuando estamos preocupados.

Una forma de que el niño averigüe por sí solo qué es lo que mejor le funciona para reducir esa preocupación es, según la experta, hacer una pregunta hipotética como “Si tu amigo estuviera preocupado por esto, ¿qué le dirías?”. Funciona porque un niño es capaz de racionalizar más si le alejamos de la situación y al ver lo que le dirían a su amigo, se darán cuenta de cómo podrían hacerlo ellos mismos. Los niños son más perspicaces e inteligentes de lo que pensamos, que no se te olvide.

“¡Cálmate!”

Esta frase es la más común de todas y personalmente me recuerda mucho a esas frases capaces de hacer que se desate la tercera guerra mundial en una discusión de pareja, como “tranquilízate. Cuando decimos “cálmate” a nuestro hijo en una discusión, le estamos diciendo cómo debe sentirse, invalidando así sus emociones sin darnos ni cuenta. Pretendemos reducir su pico emocional, pero no le estamos dando espacio a lo que siente.

La experta asegura que “queremos transmitirles el mensaje de que está bien sentirse como uno se siente, pero es importante prestar atención a lo que se hace con esos sentimientos”, por eso es mejor preguntarle qué siente o decirle algo como “parece que estás muy enfadado ahora mismo” y tratar de llevarle hacia algo que le calme, enseñándoles qué hacer cuando sienten esa emoción.

“Me estás volviendo loco/a”

Con esta frase que parece fruto de la desesperación de un padre, nuestro hijo puede entender que los sentimientos de los demás pueden verse afectados por sus acciones. Otra cosa es que entiendan que lo que dicen y hacen tiene efecto en los demás y otra diferente que sean responsables de ello. Según Morin lo segundo “puede hacer que los niños tengan un comportamiento manipulador”. Y añade: “No queremos que los niños crezcan culpando a otras personas por hacerlos enfadar, por arruinarles el día, por hacerles sentir mal todo el tiempo. Queremos que los niños piensen: ‘Tengo el poder de controlar cómo pienso, siento y me comporto’”.

En lugar de usar ese “me estás volviendo loco/a”, prueba con un “no me gusta tu comportamiento en este momento”. Expresa un sentimiento de disgusto, pero de otra forma.

“No dejes que te pille haciendo eso nunca más”

Morin asegura que los niños son astutos y “si solo les adviertes de las consecuencias de ser atrapados, simplemente aprenderán a ocultar mejor su mal comportamiento”. En cambio si los niños son honestos con sus errores, puede ayudarlos a aprender y crecer.

Esto no significa que tengamos que decir “no pasa nada” cuando hagan algo malo, ni que no sean necesarios los límites. Lo son. Pero tenemos que darles un mensaje con una alternativa para que vean que otro camino es posible. Por ejemplo, propone usar algo como “es posible que hagas esto otra vez y te sientas tentado a ocultarlo y no decírmelo, pero esto es lo que podríamos hacer en su lugar”. Difícil, lo sé. Y no pasa nada si la regañina se nos escapa o es más dura fruto del cansancio y la frustración que provoca a veces tener hijos. Estás haciéndolo lo mejor que sabes.

Fotos | Đặng Duyên en Unsplash, Đặng Duyên en Unsplash, Vitolda Klein en Unsplash, Caroline Hernandez en Unsplash

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