El éxito, da igual si hablamos de adultos o de niños, dependerá de los ojos con los que se mire. Para algunos tendrá que ver con sus notas en el colegio, pero para aquellos que buscan el verdadero bienestar de sus hijos, tiene que ver con la confianza en sí mismo que proyecta el niño, con su inteligencia emocional y con la manera en que se relaciona con otros.
Reem Raouda, experta en crianza, aseguraba en la CNBC que aquellos padres que han entendido el éxito de esta forma, adoptaron además unos hábitos con sus hijos que la experta asegura que son “poco convencionales” y que priorizan “la curiosidad, el amor por el aprendizaje y la inteligencia emocional por encima de las expectativas sociales”. Desde que sus hijos eran muy pequeños, lo hicieron de una forma diferente y siguiendo estos hábitos.
No dejaron de trabajar en sí mismos
Es tan importante enseñar a los niños con palabras como mostrarles comportamientos adecuados a la hora de enfrentarse a las dificultades. La resiliencia se aprende también por imitación y como explica Raouda, la fortaleza mental y emocional de los niños se desarrolla mejor si cómo manejamos el estrés, sin perder los nervios y con una actitud de crecimiento.
Evitaron frases como “muy bien” o “buen trabajo”
El método Montessori afirma que es mejor sustituir la alabanza evaluativa que es ese “muy bien”, por un elogio descriptivo, y Rouda propone alentar a la reflexión con frases como “deberías estar muy orgulloso de ti mismo” o “trabajaste muy duro en esto, ¿cómo te sientes?”. El motivo es que la expresión “buen trabajo” o la de “muy bien”, puede llegar a generar una dependencia de la aprobación externa y la verdadera confianza se construye desde dentro con una motivación intrínseca.

Se centraron en la relación con sus hijos
La Universidad de Harvard, según el Estudio del Desarrollo Adulto, afirma que la clave de la felicidad son las relaciones que tenemos. Pero es que además, las relaciones de padres e hijos influyen en la formación de la personalidad, el bienestar emocional y el desarrollo social de los hijos como explican desde Alcanza Psicología. “Los niños que experimentan un vínculo afectivo sólido con sus padres suelen desarrollar una autoestima positiva y una mayor confianza en sí mismos”, aseguran los expertos. A través de pasar tiempo de calidad con los niños, practicar la escucha activa y compartir experiencias con ellos, conseguimos que los niños se sientan valorados, queridos y seguros.
No castigaron a sus hijos
La crianza positiva afirma que se puede educar sin gritos ni castigos, estableciendo límites y siendo empáticos para que los niños aprendan autocontrol y capacidad de toma de decisiones. La pedagoga Gabriela González asegura que el castigo no sirve porque “los padres han de enseñarles la habilidad que no han adquirido. De no hacerlo, esa conducta no cambiará”. Rouda está de acuerdo y afirma que así se fomenta la responsabilidad y la resiliencia, dejando que el niño viva las consecuencias naturales de sus actos.
No dieron recompensas por las notas
La psicóloga y coordinadora del departamento de Orientación del grupo Brains International Schools, Ana Herrero, explica que es un error recompensar a los niños por sus notas. “Los niños van a comprender progresivamente que el proceso de aprender forma parte de sus responsabilidades. Nuestro papel es reconocerlo y valorarlo”. En lugar de un premio, los padres que entienden el éxito se centran en cultivar el amor por el aprendizaje y ponen el foco en el crecimiento para que el niño entienda que las notas no determinan su valor como persona.
Valoraron más las preguntas que las respuestas
Rouda explica que animar a los niños a preguntar “por qué” y “cómo” en lugar de aceptar la respuesta correcta sin reflexionar, fomenta su curiosidad, un rasgo esencial para desarrollar la inteligencia. Lo que hacemos con esto es además trabajar el pensamiento crítico de nuestros hijos que les ayudará a diferenciar la realidad en el futuro usando el razonamiento y sin creerse la primera información que les llegue.

Dejaron que sus hijos les enseñaran
En cualquier relación es normal que aprendamos unos de otros, también entre padres e hijos. Cuando los padres dejan que sus hijos les expliquen algo, ya sea un juego o lo que han aprendido en el colegio, estamos demostrando que respetamos sus habilidades y les damos un espacio en el que el niño puede sentirse importante, lo que alimenta su confianza y su autoestima.
Fomentaron la lectura como un hábito diario
No hablamos de que obliguemos a leer a los niños, sino de que se convierta en un hobby para ellos. Leer tiene numerosos beneficios, por ejemplo es la clave para desarrollar la mente hasta su máximo potencial y mejora la cognición, la salud mental y los logros educativos. Además, ayuda a los niños a desarrollar su creatividad y las investigaciones han vinculado la lectura temprana con un mejor desempeño posterior en matemáticas y tecnología. Leer es algo que nos enriquece a todos, y para que se convierta en un hábito para los niños, debe ser también un hábito que vean en nosotros como padres.
Enseñaron a sus hijos a aceptar sus emociones
La terapeuta infantil Kelsey Mora explicaba en la CNBC que "el trabajo de un padre no es proteger a su hijo de los desafíos de la vida, sino guiarlos a través de ellos, ofreciéndoles apoyo y las herramientas adecuadas para saber gestionar y manejar conflictos". Si queremos que los niños tengan inteligencia emocional, la gestión de las emociones es una habilidad necesaria y lo primero es entender que todas las emociones son válidas. No son algo a evitar, sino algo que procesar y que nos puede ayudar a crecer, aunque sean emociones negativas.
Fotos | Kateryna Hliznitsova en Unsplash, Vinu T en Unsplash, Hiboy en Unsplash
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