Los expertos tienen claro que es importante no obligar a comer a los niños y evitar decir algo que ponga en peligro la futura relación de los niños con la comida
Cuando era pequeña comía mal. Muy mal. Tremendamente mal. Tanto que mi madre siempre dijo que gastó toda la paciencia que tenía intentando darme de comer. La hora de la comida se convertía en una auténtica lucha de poder, y como a mi madre le pasaba conmigo, le pasa a otros muchos padres.
Cuando los niños no comen felices y contentos, bien porque no les gusta lo que hay, porque no les apetece, porque están cansados o porque quieren jugar, entre otras razones, los padres pueden llegar a perder la paciencia. En esos momentos es habitual escuchar algunas frases comunes que a pesar de que son muy habituales, también son muy dañinas. Te contamos por qué no deberías decirle a tu hijos estas tres frases cuando está comiendo.
“Si no te comes x, no habrá postre”
Mi madre usaba esta frase ligeramente modificada: “si no te comes las judías blancas no habrá croquetas”. Odiaba las judías y amaba las croquetas cuando era una niña, y en parte me sigue pasando. El dietista y nutricionista Julio Basulto asegura en su libro ‘Se me hace bola’ es importante “no obligar a comer a un niño algo que no le apetece”. Complicado, lo sé. Pero recurrir a las amenazas y a utilizar la comida como recompensa no es la mejor de las ideas.
Los expertos recomiendan no obligar a los niños a comer, y tampoco usar amenazas, recompensas o premios relacionadas con la hora de la comida o la cena como 'si te comes el pescado te doy una golosina' o 'si no te comes el puré no puedes ver la televisión'. Como explican en Guía Infantil “siempre es más educativo reforzar la conducta positiva que castigar la negativa, pero tampoco se debe premiar constantemente al niño por algo tan vital como la comida. Los premios tienen que ser merecidos y no tienen porqué ser siempre cosas materiales.”
Si condicionamos la comida prometiendo un premio, estamos enseñando al niño que cuando come merece un premio. De la misma forma, si condiciono la comida amenazando con un castigo, el niño comerá por miedo al castigo y no porque de verdad quiera comer. “Todo esto causa una mala relación con la comida y empeora la situación en el caso de los niños que son muy selectivos”, como bien explica la experta en nutrición infantil Tanya de la Rosa, que también asegura que “necesitamos dejar de condicionar y encontrar estrategias que los motiven a comer desde la libertad de decisión y escuchando las necesidades de su cuerpo”.
“No vas a levantarte hasta que termines de comer”
Basulto lanza una pregunta que da que pensar: “¿Presionas a tu hijo para que coma? Pues piensa en cómo te sientes tú cuando te coaccionan: a más insistencia, más resistencia”. Insistir de esta forma es tan habitual como inútil. Según este estudio publicado en la revista Pediatrics obligar a los niños a comer es contraproducente. Al parecer, los niños más protestones comiendo son menos comunes en familias donde los padres no los obligan a comer algo que no quieren.
Según KidsHealth, “es necesario permitir que los niños respondan a sus propias señales de hambre, una habilidad vital para mantener un peso saludable. Esto significa comer cuando tienen hambre y, en algunos casos, no comer”. No pasa nada porque el niño se salte una comida, pero es importante que se establezcan horarios para las comidas y los tentempiés y se respete. “Si un niño se saltea una comida, saber en qué momento volverá a recibir alimentos lo tranquilizará”, explican. Y añaden que hay que evitar ofrecerle snacks antes de la comida porque “puede reducir su apetito y hacer que no tengan ganas de probar un alimento nuevo si se lo ofrece”.
Si los obligamos a comer podemos provocarles rechazo y aversión por el alimento e incluso por la comida en general, además de un mal ambiente familiar, mayor dependencia y dificultad en la toma de decisiones y también alteración de las señales de hambre-saciedad según los expertos de Nutricoles. Es mejor que no coma más si no quiere, pero que tampoco coma hasta la siguiente comida. No como castigo, sino porque hay unas horas para comer y el niño debe entender que pasado ese tiempo, no se come. Y no te preocupes por que coma menos porque cuando tenga hambre, comerá. Seguro.
"Vas a comerte todo. ¿Sabes lo que nos ha costado hacerlo?"
Cuando le decimos al niño que si sabe cuánto nos ha costado poner un plato en la mesa, o cuánto tiempo hemos pasado en la cocina, estamos provocando que sientan culpa por no querer comer aquello que les has preparado. Y aunque es normal que el rechazo de tu hijo pueda provocarte tristeza, frustración o enfado, recuerda algo: tú eres el adulto y debes gestionar esas emociones sin lanzárselas a tu hijo. La frase anterior no cambiará tus sentimientos ni hará que tu hijo reconsidere su decisión. Según Álvaro Bilbao, doctor en psicología y neuropsicólogo, la culpa es una emoción aprendida que puede llegar a tener efectos en la personalidad del niño.
Fotos | Tanaphong Toochinda en Unsplash, Logan Cameron en Unsplash
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