Va en contra de tu intuición, pero esta es la verdadera forma de ayudar a tus hijos a tener éxito según una experta de Harvard

Nuestra obsesión por los logros podría ser culpable de que los niños sientan demasiada presión y eso podría afectar al éxito de su futuro sin que nos demos cuenta

Vivimos en un mundo en el nunca parece ser suficiente. Nunca estamos lo suficientemente preparados, nunca somos lo suficientemente inteligentes emocionalmente, nunca ganamos dinero suficiente, nunca logramos un éxito suficiente. Jennifer Breheny Wallace es periodista licenciada en Harvard, investigadora sobre paternidad y autora de ‘Never Enough: When Achievement Culture Becomes Toxic’. Es en este libro donde analiza al detalle justo eso: los peligros de la cultura del logro.

Para ello, entrevistó a 6.500 padres y madres junto con un investigador de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard y los resultados fueron tristes y preocupantes. “Para muchos jóvenes, su sentido de importancia depende tanto de su rendimiento que sienten que nunca pueden rendir lo suficientemente bien”, escribía Wallace en el libro. Más del 70 % de los jóvenes pensaban que sus padres los valoraban y apreciaban más cuando tenían éxito en los estudios o en el trabajo, y según los datos que recoge en el libro la experta de Harvard, uno de cada cuatro creía que el logro y no quiénes eran como personas, era lo que más importaba a sus padres. Absolutamente devastador.

Presionamos a nuestros hijos para que consigan las mejores notas y les educamos en la cultura del logro pensando que eso les pondrá en un sitio privilegiado a pesar de la situación incierta que vivimos a nivel laboral. Pero, “el mismo chaleco salvavidas que esperamos ponerles a nuestros niños para mantenerlos a flote en un futuro incierto, en realidad está actuando más como un chaleco de plomo y ahogando a demasiados de los niños que estamos tratando de proteger”, asegura Wallace.

Nuestra preocupación excesiva, les impedirá triunfar

Es normal que los padres se preocupen por el futuro de sus hijos, que deseen que estos tengan éxito y que elijan un camino que les haga felices, pero tal y como afirma la experta en la CNBC, cuando esa preocupación se convierte en ansiedad puede propagarse de padres a  hijos a través de un proceso que los psicólogos llaman contagio emocional, y “eso puede incluso perjudicar la capacidad de su hijo para tener éxito a largo plazo”.

Pensemos que nosotros sufrimos de ansiedad porque nos preocupa el futuro de nuestros hijos. Esa ansiedad, a través del contagio emocional, pasa a nuestros hijos. Pues bien, las personas que sufren ansiedad pueden experimentar una falta de motivación que les haga desarrollar “evitación psicológica”, un miedo al fracaso que les impide tomar el tipo de riesgos que son necesarios para alcanzar objetivos importantes. Es decir, de alguna manera nuestra ansiedad les impide alcanzar el éxito.

Wallace señala que el papel de los padres es “garantizar que sus hijos tengan las habilidades necesarias para sobrevivir en el mundo como adultos”. Así, la ansiedad parental es una reacción evolutiva para ayudar a los padres a detectar y reaccionar ante cualquier peligro que sus hijos puedan enfrentar, pero esa “trampa” biológica, puede dar lo que Wallace llama Falsos positivos, y hacer que los padres reaccionen de forma exagerada cuando no hay en realidad nada amenazando la seguridad de sus pequeños. Es lo que se llama “principio del detector de humo” según el científico y psicólogo Randolph Nesse. Se enciende una alarma de humo hipersensible hasta con un panecillo quemado. No hay un riesgo real de incendio pero aún así, salta.

Aunque pueda resultar contraintuitiva, las investigaciones y los informes elaborados por Wallace y que se pueden ver en su libro, llegan a la misma conclusión: la forma de ayudar a sus hijos a mantenerse a flote es darles un ejemplo de cómo afrontar el estrés. Y eso comienza porque como padres controlemos nuestra propia ansiedad para evitar poner demasiada presión sobre nuestros hijos. Cuando esto pase, piensa en el ejemplo de la falsa alarma, y piensa, como asegura Wallace, que es más que probable que tus hijos estén bien aunque no sigan el camino que has imaginado para ellos.

El éxito puede adoptar muchas formas diferentes y por mucho que estudien, aunque sea en las mejores universidades, no les asegura conseguirlo. En lugar de presionarles, confía en sus fortalezas, sus capacidad y su resiliencia.

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Fotos | Michał Parzuchowski en Unsplash, Jerry Wang en Unsplash

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