Además de entender la felicidad y el éxito como algo diferente, tienen un estilo de crianza basado en la independencia de los niños
El informe ‘Lugares y Espacios’ de UNICEF, analizaba en base a diferentes aspectos cuál era el mejor país para que creciera un niño. En 2022 el resultado fue España. Sin embargo, los niños de nuestro país no son los más felices del mundo. Según el World Happiness Report 2024 no estamos ni entre los 10 primeros países. Hay que bajar más allá del 30 para vernos. Los primeros puestos lo ocupan países como Finlandia y Dinamarca. UNICEF continúa colocando a Países Bajos a la cabeza del bienestar infantil mundial. Pero ¿qué hacen los padres de los niños más felices del mundo? Desde luego algo diferente.
La felicidad de los niños no depende de lo que nos puede parecer al principio. No son más felices los niños con un iPhone, ni los que llevan las últimas deportivas de Nike ni aquellos que tienen un millón de juguetes en su cuarto. UNICEF Reino Unido publicaba un informe en el que se analizó cómo viven los niños el materialismo con España y Suecia, y el resultado es que los niños en Reino Unidos se sienten atrapados en una cultura materialista que no les hace felices.
"Los holandeses se decantan por el tiempo, no por el dinero, y por lo práctico en lugar de lo lujoso", afirmaban Rina Mae Acosta y Michele Hutchison en su libro ‘The Happiest Kids in the World’. De hecho ellas resumen el enfoque holandés de crianza de los hijos como "una vuelta a lo más básico". Hay siete cosas que los padres neerlandeses hacen y que consigue que sus hijos sean los niños más felices del mundo.
Dan autonomía e independencia a sus hijos
Te hemos hablado del estilo de crianza helicóptero y no es algo que se haga en las familias de Países Bajos. En ese país fomentan la autonomía de los niños y les permiten que sean independientes. Les dan espacio para que sean autónomos desde pequeños, por ejemplo dejando que jueguen en el parque sin supervisión directa, lo que permite que los padres puedan tener más tiempo para ellos y por lo tanto, que todos sean más felices.
De hecho, si saben que el niño puede hacer algo él solo, no intervienen. Así se desarrolla la resiliencia y se pierde el miedo a equivocarse desde muy pequeños. Si algo no sale, lo vuelven a intentar ellos solos, lo cuál es positivo para su desarrollo y autoestima. Con esto, se entrena su toma de decisiones, les hace responsabilizarse de sus actos, les permite conocerse mejor y les ayuda a aprender habilidades que les servirán mucho cuando sean adultos.
Saben que no son perfectos
Tienen una perspectiva realista sobre la paternidad y comprenden que ellos (y sus hijos) están lejos de ser perfectos. Eso no quiere decir que no tengan problemas, pero como son más indulgentes con sus propias imperfecciones y defectos, pueden disfrutar de la paternidad. Y al hacerlo conseguir ser padres felices, algo que sus hijos perciben también.
Dedican tiempo a la familia
Según el estudio ‘Perspectivas y retos de la crianza actual en España’, el 60% de familias necesitan la ayuda de otra persona para el cuidado de sus hijos, y los padres solo pasan 3,5 horas al día con sus hijos. Evidentemente en los Países Bajos es distinto. Por ejemplo, en 1996 el gobierno holandés otorgó a los empleados a tiempo parcial los mismos derechos que a los trabajadores a tiempo completo, allanando el camino para un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal.
Gracias a que existe una conciliación mejor que en otros países de Europa, tienen más oportunidades de pasar tiempo en familia, y ese equilibrio de trabajo y vida personal es, valga la redundancia, más equilibrado. Por ejemplo, según este informe, casi la mitad de la fuerza laboral en los Países Bajos trabajaba 29 horas semanales en 2021, lo que permite que tengan más tiempo para pasarlo con los niños.
Las comidas las hacen en familia
Si pensamos en que la clave de la felicidad son las relaciones según Harvard, lo lógico es que intentemos compartir momentos con nuestra familia. Cuando era pequeña en mi casa siempre comíamos todos juntos. Es una costumbre que he mantenido a lo largo de mi vida adulta y que me permite mantener los vínculos con mi círculo más cercano, y los Países Bajos también lo hacen. Las comidas siempre en familia.
Con este acto a priori rutinario, estamos facilitando la comunicación en familia, pero también favorece la salud de los niños porque fomenta hábitos alimenticios saludables, previene problemas psicosociales y hasta ayuda a los niños a sentirse más seguros aumentando su autoestima.
Dejan jugar libremente a sus hijos
Hay una cultura de jugar en libertad en el que se anima a los niños a jugar al aire libre y sin importar el tiempo que haga. Ya te hemos hablado del “friluftsliv”, un término escandinavo que se traduce literalmente como “vida al aire libre” y que hace referencia a la costumbre de los países nórdicos de que los niños jueguen en la naturaleza y al aire libre. Como dicen en Suecia “no existe el mal tiempo, sólo la mala ropa”, y lo mismo ocurre en otros países del norte de Europa.
Las calificaciones de los niños no son tan importantes
Como explican en The Telegraph, en Ámsterdam se vive una escolarización sin estrés en la que no se espera que los niños de la escuela primaria hagan los deberes y no hacen pruebas para los exámenes. De hecho, no comienzan el aprendizaje estructurado como leer y escribir hasta los seis. Evidentemente no es algo aplicable en España, donde el tipo de educación en los colegios es diferente, pero sí podemos reducir la presión a la que sometemos a los niños con respecto a las notas.
El concepto de felicidad y éxito son diferentes
Como explicaba Rina Mae Acosta, licenciatura en Biología Ambiental Molecular de la Universidad de Berkeley en la CNBC. Los holandeses tienen grandes ambiciones para sus hijos pero “nuestros estilos de crianza pueden ser diferentes. Vemos la felicidad como un medio para alcanzar el éxito, a diferencia del éxito como un medio para alcanzar la felicidad”. En los Países Bajos “la felicidad se considera la puerta de entrada a la autoconciencia, la motivación intrínseca, la independencia y los vínculos positivos con sus comunidades, y es lo que creemos que cultiva el éxito”.
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