Todo empezó cuando en la redacción saltaba la pregunta que se hacía famosa en TikTok sobre el Imperio Romano, aunque en nuestro caso ligeramente modificada. A ellos les preguntamos cuántas veces al día piensan en el Imperio Romano, y nosotras pensamos cuál sería nuestro Imperio Romano, aquello en lo que más pensamos a lo largo del día.
Nos encantaría poder decir que nuestro Imperio Romano es ver a Tom Holland una y otra vez bailando Umbrella de Rihanna. Y en parte lo hacemos. Veo el vídeo al menos una vez a la semana y mis amigas otras tantas. Mi sobrina estoy segura de que lo ve a diario. Cómo no hacerlo, si es una fantasía absoluta.
También sería genial poder decir que el Imperio Romano para las mujeres es Taylor Swift, a quien defendemos a capa y espada. ¿Cuántas veces a la semana pensamos en Taylor Swift? Muchas, la verdad. Pero lo cierto es que nuestro Imperio Romano no es ni lo uno ni lo otro. “Todos los días. Por más que lo trabaje sigue ahí presente a diario”, es la respuesta de una de las mujeres a la pregunta que representa nuestro verdadero Imperio Romano: ¿cuántas veces al día piensas en tu peso?
El Imperio Romano para las mujeres del siglo XXI: el peso
No pienses que hemos preguntado a tres mujeres. Hemos llegado a esta conclusión después de preguntar a 45 mujeres de diferentes edades (la más joven de 15 años y la mayor de 72), de diferentes generaciones, aunque las más representadas en número pertenecen a la generación Z y millennial.
Psicólogas, políticas, estudiantes universitarias, periodistas, trabajadoras sociales, dependientas, analistas de datos, informáticas, profesoras y un largo etcétera que reflejan con una pequeña muestra a la sociedad en la que vivimos.
No solo pensamos en el peso en sí, sino que nos sentimos culpables si comemos algo fuera de lo que “deberíamos”. Nos viene a la cabeza al hacer ejercicio, al ir a la compra, al ver el cuerpo de otras mujeres, al perderlo, al ganarlo, al comer, al no comer, al cocinar, al mirarnos al espejo. He recibido respuestas a la pregunta tan diferentes que sería imposible reflejarlas todas sin hacer un informe exhaustivo, pero hay un dato que se ha repetido como una constante.
De esas 45 mujeres, solo dos de ellas nos dijeron que no piensan nunca en su peso. Algunas afirman que piensan en su peso “más de lo que me gustaría reconocer siquiera”. Más de la mitad de las mujeres lo hace todos los días, varias veces al día y en diferentes momentos. El resto lo pensamos como mínimo tres veces a la semana y hay un par de ellas que lo piensan una vez al mes. Si la muestra hubiera sido más amplia, el resultado habría sido el mismo. El peso es nuestro Imperio Romano.
El canon de belleza femenino
No voy a contarte cómo ha evolucionado el estándar de belleza a lo largo de los siglos, pero hemos pasado por épocas en las que se “llevaban” las caderas anchas y los pechos generosos. Los artistas retrataban a la mujer "ideal" como curvilínea y voluptuosa hasta los siglos XVII y XVIII. Otras épocas, como cuando empezó a llevarse el vestido 'flapper' de 1920, cambió el paradigma y buscaba un físico más delgado en el mundo occidental. Hoy en día, impera la delgadez como estándar de belleza. Y cómo no vamos a juzgar nuestro cuerpo a diario y a pensar el lo que pesamos y dejamos de pesar si vivimos con el Photoshop de Shein metido en la cabeza. Cómo no pensar a diario en el peso si las que fuimos adolescentes en los 90 crecimos viendo en la pasarela la tendencia heroin chic que por desgracia ha vuelto, nos pintaron como “gorda” a Bridget Jones y vemos a diario cómo famosas como Kim Kardashian usan medicamentos como Ozempic para perder peso.
El concepto de belleza en las mujeres a lo largo de la historia ha sufrido cambios, pero esos cambios siempre han tenido un efecto similar: presión para acercarnos a ese ideal de belleza, especialmente en las mujeres jóvenes. Según el III Barómetro Juvenil. Salud y Bienestar de la Fundación FAD Juventud y la Fundación Mutua Madrileña, el 21% de los adolescentes está a dieta, y si hablamos de rangos de edad de entre 15 y 19 años, un 18,9%. Asusta.
La moda en muchas ocasiones ha sido la culpable, porque durante siglos ha visto el cuerpo femenino como algo maleable y que debe ser moldeado según códigos sociales o caprichos volubles de la industria.
La presión por entrar en los estándares de belleza actuales
Así es como la construcción cultural del cuerpo “ideal” nos condiciona, y lo seguirá haciendo, porque como seres humanos buscamos encajar. Iria Reguera, psicóloga y redactora jefa de Trendencias, nos explicaba que “los seres humanos somos seres sociales lo que significa que, en mayor o menor medida, necesitamos sentirnos incluidos por otras personas y tener gente a nuestro alrededor con la que identificarnos.”
Esa identificación con otra persona puede ser emocional, pero también física. Y es ahí donde radica el problema. Para identificarnos con otras personas buscamos parecernos a ellas y es donde entra en juego ese estándar normativo impuesto en muchos casos no por nosotras, sino por los hombres y lo que “a ellos les gusta”.
Patricia Raijenstein, profesora de historia del arte y de la moda, cree que es un problema que exista un cuerpo ideal, porque "esa presión de que el cuerpo debe ser igual para todo el mundo y que hay una belleza canónica, expulsa a muchas personas y a las peculiaridades de los cuerpos reales". De hecho esa percepción de lo que se espera de nosotras cambia a lo largo de nuestra vida, pero siempre se nos “invita” a encajar en unas medidas determinadas y si no lo hacemos, se nos considera poco atractivas. Más aún, hasta se nos juzga como a Selena Gómez durante los Globos de Oro 2023.
Aunque actualmente impere un estándar de delgadez, considerar que la “perfección” pasa por ella es no tener en cuenta a la gran mayoría de las mujeres que no responden a las medidas de modelos de pasarela, influencers y famosas. No todas tenemos una talla 36 y es perfectamente normal no tenerla, pero se nos invita una y otra vez a conseguirla para parecernos a quienes vemos en la tele, las series, el cine, los anuncios publicitarios, las pasarelas… Por eso datos como que 9 de cada 10 casos de TCA se producen en mujeres, según la ACAB, cobran más sentido que nunca.
El efecto en el mundo de la medicina estética
Esta presión por encajar en una imagen fija se refleja por ejemplo en el porcentaje de mujeres que se someten a una cirugía estética. Nosotras acumulamos el 85% de las intervenciones de cirugía estética que se realizan en España según datos que la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE) refleja en La realidad de la cirugía estética en España 2022, y demandamos aumentos de mama y liposucciones. Ellos blefaroplastia -cirugía que nos explican en la Mayo Clinic que consiste en quitar piel del párpado-, rinoplastia y ginecomastia o aumento de pectorales. La diferencia es evidente. A nosotras nos preocupa mucho más el peso.
En España, el número total de intervenciones de cirugía estética en 2021 aumentó un 215% con respecto a datos de 2014 y lo más preocupante, al menos para mí: el 29,5% de las operaciones se realizaron a personas entre 18 y 29 años.
La edad del primer tratamiento de medicina estética ha pasado de los 35 a los 20 años según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética en su Estudio dimensionamiento e impacto social de la Medicina Estética en España 2021, la edad media para acceder a este tipo de tratamientos ha pasado de los 35 a los 20 años. También la afluencia ha aumentado y se han abierto un 20% más de centros de medicina estética desde el 2019.
Nos preocupa tanto encajar, desde muy jóvenes, que nos sometemos a operaciones y retoques por vernos mejor y formar parte de esa idea de cómo deberíamos ser que tenemos en la cabeza.
Los trastornos de la alimentación asociados a un estándar de belleza único
No voy a entrar en temas de salud, porque no estamos aquí para reflexionar en lo sanos o no que estamos, sobre todo porque el peso no es un equivalente de salud, no lo olvidemos. Estamos aquí para reflexionar sobre la percepción que, a juzgar por la encuesta realizada, tenemos la mayoría de mujeres sobre nuestro peso y nuestro cuerpo.
El discurso está tan interiorizado que hasta justificamos que otras mujeres se sientan a gusto con su cuerpo con un “ella siempre ha sido delgada”, como me indicó una de las mujeres a las que pregunté. Como si estar delgada fuera suficiente para verse bien.
En España, las TCA afectan a uno de cada 20 adolescentes, según los datos que comparte a Newtral.es la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. De nuestra encuesta, de las 45 mujeres preguntadas dos de ellas tienen TCA diagnosticado. Tres más creen que podrían tener algún tipo de trastorno de la alimentación.
Habrá más razones que nos llevan a un TCA, pero si la presión por encajar en lo establecido es tan fuerte, es posible que ese pensamiento termine por conducirnos a una. Ambas están inherentemente enlazadas con la visión de cómo deberíamos ser o no.
La comida vista como el diablo
Es obvio que el problema se agrava con este tipo de enfermedades que hablábamos antes, pero lo cierto es que la mayoría pensamos en la comida como algo malo y a evitar. De hecho han sido habituales declaraciones como “si un día me excedo mucho al siguiente intento cuidarme”, y otras tantas que hablan de ciertos alimentos como algo a evitar diciéndonos “lo que no me quito es el chocolate por la noche, ese no lo perdono”, como si comer chocolate fuera el demonio llamando a nuestra puerta. Lo mismo con helados, dulces, y hasta con platos de pasta que justificamos no comer para no engordar, o que nos hacen sentir mal después si los comemos.
La mayoría de las mujeres a las que he preguntado no se sienten bien con su cuerpo y lo juzgan, por ejemplo, cuando se hinchan al tomar ciertos alimentos, cuando están premenstruales o con la regla. De hecho una de ellas nos decía que “en los "días del mes" suele darme más bajonazo respecto al tema”.
También una de las mujeres afirma que piensa en el peso “todos los días, además con SOP es mucho más complicado llevar un mismo peso y resulta realmente torturador en mi caso”. Nos tortura no pesar lo mismo, algo en lo que coinciden varias de las mujeres preguntadas, aunque “esté completamente fuera de mi mano controlarlo debido a enfermedad crónica y cómo me afecta metabólicamente mi medicación”, nos hace sentirnos mal, tal y como declaraba otra de ellas.
He recibido declaraciones que justifican que llegar a los 40 es sentirse mal casi al instante con el peso, que culpan al desajuste hormonal del hecho de no vernos bien con nuestro cuerpo. Y aunque muchas están trabajando en su propia imagen y la aceptación de la misma, hemos escuchado a mujeres que no solo se sienten mal cuando comen, también hasta cuando hacen la compra piensan en su peso de manera constante. Incluso hay algunas que piensan a diario “me salto el desayuno” solo por no sentirse “gordas” después. Y en este caso concreto no llegan ni a los 20 años de eedad.
La solución a nuestro particular Imperio Romano
Una de las mujeres a las que he preguntado daba con la clave “lo tenemos tan integrado que no nos damos cuenta”. Un sistema en el que abundan los complejos y las inseguridades, que es una sociedad gordófoba, que juzga y en la que nos juzgamos y que afecta a nuestra autopercepción de los cuerpos. Cómo no va a serlo si consideramos la talla 42 una talla grande.
Pero amiga, el problema no eres tú ni tu cuerpo. Aunque sí eres la solución. Cuidar a diario nuestra autoestima para sentirnos bien en un cuerpo que nos acompañara toda la vida es lo único que podemos hacer mientras esperamos que la sociedad avance.
Y ojo, que como bien apunta mi psicóloga de confianza Iria Reguera, “cuidar de nosotros no debe ser considerado como un trabajo o una obligación”, sino que practicar el amor propio “implica querer para nosotras lo que querríamos para nuestros seres queridos”. Un poco vernos como nos ve nuestra mejor amiga. Para ella somos estupendas, guapísimas, atractivas, poderosas, inteligentes, divertidas y todos los adjetivos habidos y por haber.
Pensar en ser agradecidas con nuestro cuerpo, viéndolo como el templo que nos permite vivir, disfrutar, reír o viajar, es algo en lo que podemos trabajar a diario. No seamos duras con nuestros cuerpos. Nos dan placer, nos acompañan hasta en los peores momentos y siempre están disponibles.
Somos la mejor relación que tendremos nunca. Cuidémonos, como cuidaríamos de Tom Holland o de Taylor Swift si fueran nuestra pareja. Amemos nuestros muslos, nuestros brazos, nuestra sonrisa, nuestra cintura, nuestras piernas, independientemente de cómo sean, y rompamos con el patriarcado desde dentro. Eres una maldita diosa, y ojalá pudieras verte tan espectacular como yo te veo.
Fotos | Bridget Jones, Birmingham Museums Trust en Unsplash
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