Una mujer británica es violada en Dubai. Y detenida por ello. ¿La pena? Adulterio, sexo fuera del matrimonio. La noticia lleva días siendo portada en medios de todo el mundo. La mujer se enfrenta a una pena de cárcel, en el mejor de los casos. A la muerte por lapidación, en el peor. Repetimos: fue violada. Por dos hombres. Y no es, ni mucho menos, la primera vez que pasa. ¿Es que el mundo se ha vuelto loco?
Ya en junio de este año, una mujer holandesa que aseguró haber sido violada tras consumir una bebida que la hizo sentir mal fue condenada por «fornicación consensuada ilícita y consumo de alcohol en un lugar público». Ocurrió en Qatar. En 2013, una mujer noruega denunció haber sido violada, también en Dubai. Fue condenada a 16 meses de prisión por «mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, beber alcohol y cometer perjurio».
Son solo algunos ejemplos de la aplicación de la Sharia en algunos países musulmanes. En realidad, son los ejemplos que nos asustan, que nos indignan, que saltan a la primera página de los medios de comunicación internacionales. ¿Por qué? Porque las víctimas son occidentales. Porque nos podría pasar a cualquiera de nosotras, si en algún momento se da la fatal circunstancia de que nos ocurra algo así durante un viaje de turismo o de trabajo.
Pero es algo que ocurre con más frecuencia con las mujeres locales. Una mujer condenada a recibir 200 latigazos y seis meses de cárcel por haber sido violada en Arabia Saudí. Otra, detenida en Libia por denunciar ante la prensa haber sido violada por los hombres de Gadafi. La violación no suele salir gratis a las mujeres que son juzgadas bajo las normas de la Sharia, vigente en diferentes países de Oriente Próximo.
Las vulneraciones de los derechos de la mujer son constantes en algunos países. Arabia Saudí suele ser el ejemplo más repetido: un país en el que las mujeres no pueden conducir, interactuar con hombres fuera de su familia o elegir su propia ropa. En los Emiratos Árabes Unidos, existe la figura del guardián masculino, un hombre que tiene potestad para decidir sobre la vida de la mujer a su cargo. No hay que irse tan lejos. Ayer mismo veíamos cómo, en Turquía, el gobierno propone que las menores violadas se casen con sus agresores para que este consiga una amnistía por su delito.
Que queda un largo trecho en el camino hacia la igualdad en todo el mundo es algo que ya sabíamos. Pero hay zonas del planeta en las que nacer mujer es casi una condena. En occidente, luchamos para que no se culpabilice socialmente a la mujer que sufre una agresión sexual por cómo vestía o se comportaba. En algunos países musulmanes, la condena no es solo social: puede costarles la vida.
Imágenes | Pixabay.
En Trendencias | El gobierno turco propone que las mujeres se casen con su violador para salvarle de la cárcel (si es menor de edad)
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