La verdadera razón por la que las mujeres retrasan tener hijos no es la economía. Son los hombres

Aunque la economía no ayuda y la situación laboral tampoco, existe un motivo del que nadie habla y que nos dificulta mucho cumplir con el deseo de ser madres

En el año 2023 hubo un total de 322.075 nacimientos en España según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la cifra más baja desde que los datos empezaron a registrarse en 1941. Además, cada vez somos madres con más edad. En la última década, el número de madres de 40 o más años ha crecido un 19,3%. Somos el segundo país de la Unión Europea con menor tasa de fecundidad, solo por debajo de Malta según datos de Eurostat.

Los nacimientos en España están en caída libre y la preocupación es tal, que ocho sociedades científicas han pedido un plan urgente en el Senado para incentivar la natalidad. Según explicaba Alicia Herencia, ginecóloga y coordinadora de la Unidad Especializada en Criopreservación de Ovocitos del Instituto Bernabeu, a The Objetive, “a nivel social, supone un problema demográfico grave porque conduce al envejecimiento de nuestra población”. Pero la pregunta quizá está en lo que nos motiva como mujeres a retrasar la maternidad.

El número de madres mayores de 40 años es seis veces mayor que hace 30 años en España como indica el informe ‘Focus on Spanish Society’, publicado en mayo de 2023. La edad media de maternidad en España es de 33,15 años para las españolas. Si contamos a todas las madres que dan a luz en España, la edad baja a 32,61 años según datos del INE. Te contamos por qué.

El contexto económico

El estudio del Centro de Estudios Demográficos ‘La infecundidad en España: tic tac tic tac’ señalaba que España encabeza el retraso de la maternidad en Europa. Existen diferentes estudios sociológicos, como este informe de la UPV, que afirman que los jóvenes se ven condicionados por la situación económica para el desarrollo de sus proyectos vitales. Es decir, retrasamos la maternidad porque a nivel económico y en un momento determinado de nuestra vida, cuando somos más fértiles, no podríamos sostenerla.

¿Cómo voy a tener un hijo si casi no puedo pagar el alquiler? Resultaría hasta irresponsable traer una boca más al mundo a la que no voy a ver porque trabajo 50 horas a la semana. Factores como el desempleo o la precariedad laboral son el motivo económico por el que no somos padres.

Podríamos pensar entonces que la razón está en las condiciones socioeconómicas devastadoras que vivimos y que se blanquean con términos como el coliving. Podría ser fruto de la precariedad laboral que hace que, según datos el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España, las personas jóvenes se emancipen en España a los 30,3 años de media, la cifra más alta de los últimos veinte años.

Sin embargo, aunque sí aciertan en sus predicciones, quedarse solo en la economía como factor decisivo a la hora de ser madres, es quedarse en la punta de un iceberg enorme que esconde mucho más.  Que los precios de las viviendas se disparen, los alquileres alcancen máximos históricos, que nuestra generación tenga verdaderas dificultades para ahorrar y que la precariedad laboral sea una realidad para muchísimos españoles a los que les resulta imposible conciliar, solo son un complemento más.

El contexto social

Por otro lado hay quien piensa que las mujeres nos hemos vuelto egoístas y ahora que el feminismo nos ha explicado que nuestras necesidades también deben ser atendidas, queremos disfrutar de la vida que se le ha negado a muchas mujeres en el pasado.

Llegamos a las 40 diciendo que son los nuevos 30. Estamos comprometidas con nuestras carreras y queremos progresar en ellas. Queremos viajar, experimentar y vivir porque el deseo de ser madres puede esperar, y la culpa quizá es de que ahora sabemos lo que significa ser madre en el siglo XXI.

Esperamos tanto porque sabemos que la maternidad sigue siendo un impedimento en muchos momentos para conseguir progresar laboralmente. Como dijo Lily Allen al podcast Radio Times, ella quiere a sus hijos pero no puedes tenerlo todo. "Los amo y me completan, pero en términos de estrellato pop, lo arruinaron por completo. [...] Me molesta mucho cuando la gente dice que puedes tenerlo todo porque, francamente, no puedes".

No es algo aislado. Según el estudio de Laura Sagnier publicado en el libro ‘Las mujeres hoy’ y realizado a 2400 mujeres se pudo ver una realidad a menudo silenciada: una de cada diez mujeres se arrepiente de haber sido madre, el 5% afirma sentirse poco feliz con su maternidad y el 7% totalmente infeliz. Antes una mujer debía ser madre para realizarse y ahora no. Antes no escuchabas a ninguna madre que dijera que se arrepiente de la maternidad, y no te diré la de veces que he oído a una amiga decirme “sé que es horrible, pero si volviera atrás no tendría hijos”.

La psicóloga Orna Donadht escribió el libro ’Madres arrepentidas, una mirada radical a la maternidad y sus falacias sociales’ en el que entrevistó a 23 mujeres que confesaban que se arrepentían de ser madres, aunque quisieran a sus hijos y se encargaran de ellos. En el libro se exploran los motivos, como haberse sentido empujadas a cumplir ese mandato sin saber sobre lo que realmente significaba al mismo tiempo que una sociedad patriarcal las dejó solas en su carga y responsabilidad.

Evidentemente, tener ese conocimiento en nuestras manos nos hace pensarnos mucho más el hecho de ser madres. Sobre todo porque ahora nos planteamos algo que antes no se hacía. ¿Realmente quiero ser madre? ¿Cómo puedo saber si estoy preparada para ello? Tengo 38 años. Hace 20 tenía clarísimo que quería ser madre, pero ahora no.

Lo que nadie dice: las mujeres retrasan su maternidad por los hombres

Existe un último motivo para ser madre o decir retrasar esa decisión y tiene que ver con la pareja. No con el hecho de no tenerla, sino más bien con el hecho de con quién tendremos esos hijos y a qué estamos dispuestas a renunciar. Te diré que en mi caso esta ha sido la razón de que no quisiera ser madre.

La persona con la que compartí 14 años de mi vida, los años más fértiles, no era la persona con la que los hubiera tenido. Creí que con el tiempo cambiaría pero no hizo sino empeorar y sabía que si tenía hijos, serían para mí. Mi deseo de ser madre no era acuciante y siempre he tenido muchas dudas sobre la maternidad, pero tenía claro que con él no era una buena idea. Me tocaría hacerme cargo de la crianza y renunciar a mi vida laboral por mucho que esta me gustase.

Y es que uno de los motivos de los que menos se habla y que más pesa, no tiene que ver con nosotras, sino con ellos. No somos madres porque no encontramos con quién serlo. O porque cuando nosotras estamos preparadas y en nuestros años más fértiles, ellos se sienten “demasiado jóvenes” para ser padres. La investigadora Sara Lafuente Funes, experta en reproducción asistida y bioeconomía, decía en su ensayo ‘Mercados reproductivos’ que “hay una brecha cada vez mayor entre el deseo reproductivo y el momento en el que se ejecuta”. El efecto de este retraso en la maternidad: el boom de la congelación de óvulos.

En una década, la congelación de óvulos por causas no médicas ha crecido más de un 500% según los informes anuales de criopreservación de la fertilidad de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). En España además es tan barato que ya se habla de “turismo de sol y óvulos”, porque ha aumentado el número de mujeres viajan a España para realizarse este tratamiento de congelación de óvulos, mucho más económico que en sus países de origen como explican en El País.

En 2018 el New York Times hablaba de que esta era una nueva tendencia millennial impulsada por clínicas como la de Susan Herzberg, presidenta de Prelude Fertility, que afirmaba que su compañía quiere promover la idea de que “el proceso nunca ha sido tan eficiente, rápido o barato ni ha resultado en el resguardo de tantos óvulos de alta calidad”. Un procedimiento en el que las mujeres eligen con mensajes como que puedes ​​“congelar tu futuro” o que recalcan que “los óvulos son un recurso no renovable”.

Se nos vendía como el reflejo de una “era aspiracional” como explicaba Tanya Selvaratnam, en su libro ‘The Big Lie: Motherhood, Feminism, and the Reality of the Biological Clock, invitándonos a pensar en que podemos tenerlo todo y que todo está en nuestras manos, también decidir en qué momento queremos ser madres. Pero la realidad es otra.

Cuando no encontrar al padre tus hijos te obliga a posponer tu vida soñada

La antropóloga Marcia C. Inhoor explica en su libro ‘Motherhood on Ice: The Mating Gap and Why Women Freeze Their Eggs’ que, a pesar de que hace unos años el foco de la congelación de óvulos se pusiera en la inestabilidad económica y el deseo de las mujeres por priorizar sus carreras -idea que se afianzó cuando algunas empresas empezaron a ofrecer la congelación de óvulos como parte de su convenio-, lo cierto es que “la congelación no la hacen las mujeres con una carrera para posponer su fertilidad. Más bien son mujeres que intentan preservar y prolongar su fertilidad hasta el final de su vida reproductiva porque no pueden encontrar parejas estables y comprometidas, aunque lo deseen”.

Y es que ahora no nos vale con que el hombre provea porque nosotras también proveemos, y lo que realmente buscamos es alguien comprometido a nivel emocional y social que sea capaz de hacerse cargo de la crianza de una manera completamente compartida e igualitaria. Ser madre sola, y recuperando los datos económicos anteriores, no es una opción viable, y acudimos a la congelación con la esperanza de que esta vez el futuro sea mejor de lo que lo es nuestro presente. Como apuntaba esta usuaria en X, una de las razones para retrasar la maternidad, para no tener hijos o para no tener todos los que quisieran es no haber encontrado la pareja ideal.

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Encontrar un buen padre parece complicado si atendemos a los vídeos de TikTok que se han viralizado con este de Anya Hass en el que afirma entre lágrimas que está cansada de que la gente le diga que el hombre de sus sueños "aparecerá cuando menos lo espere". “Estoy harta de oír eso”, dice, "Existen personas que simplemente no encuentran a su persona y no se casan".

La gente republicaba su TikTok junto con otros vídeos de mujeres solteras de entre 20 y 30 años, también llorando. Ellos afirmaban en los comentarios que la culpa era de que teníamos las expectativas demasiado altas. Ellas se consolaban unas a otras afirmando que estaban en el mismo barco y que tampoco conseguían encontrar a nadie.

En una época en la que los hombres se escudan bajo el paraguas de las situationships, en el que cada vez vemos más incels y en el que hasta Google es machista, no nos extraña que sigan surgiendo más y más casos de mujeres cansadas de buscar algo que parece que solo existe en nuestros sueños: un hombre con responsabilidad afectiva y ganas de comprometerse con otra persona.

¿Se ha roto el amor? ¿O está demasiado podrido para que nazca algo bello? Los hijos deberían ser el reflejo de un amor real, verdadero, sin medias tintas ni mentiras. Una flor que nace de una planta sana y cuidada. Y no hablamos solo de un amor a esos hijos, sino a la persona con la que eliges tenerlo. En ese amor deben existir unos mínimos y exigirlos, es lo más natural del mundo.

Como explican en The Cut “el hilo conductor es que las mujeres creen que sus prioridades románticas son diferentes a las de los chicos de su edad”. Con esto en mente, parece completamente normal que la edad a la que decidimos ser madres se retrase si no encontramos a la persona perfecta que necesitamos para que no se convierta en una tortura, sino en un precioso proceso.

Y aunque “ser padres es uno de los grandes imperativos morales de la sociedad moderna, una exigencia que si no se cumple crea una gran estigmatización” como bien afirmaba Héctor G. Barnés en El Confidencial, lo cierto es que con el panorama que tenemos encima y todo el contexto social, económico y con las citas tal y como están, parece que la opción de no ser madres se nos antoja mucho más sugerente que la crear una familia con alguien que ni siquiera merecería nuestro amor.

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