FEMEN. El mundo habla de ellas. Las adoras o las dejas. Estás de acuerdo con ellas o las detestas profundamente. No dejan a nadie indiferente. Pero… ¿nos representan a nosotras?
Hubo mucho debate en su día acerca de FEMEN. Son famosas por su activismo contra la dictadura, la religión y el negocio sexual (prostitución y pornografía). Y por manifestarse desnudas. Dicen que lo hacen para crear una marca. Para ser reconocibles. Para que la gente recapacite cuando no quiere pensar.
Es un tema peliagudo. Una parte de su trabajo me parece fascinante, otra- innecesaria. Sí, así, tal cual. Yo apoyo más su faceta política que feminista. Porque si la primera la hacen de maravilla, en la última cojean bastante.
Yo, igual que la fundadora de FEMEN, nací en la antigua URSS. Yo, igual que una de las principales activistas, Inna Shevchenko, estoy en contra de la dictadura bielorrusa. Yo, igual que mucha gente de mi país, soy víctima del machismo. Ahora sí, una cosa es el presidente invencible y corrupto de mi país, y absolutamente otra, la educación machista que siguen recibiendo mis compatriotas.
Creo que FEMEN, en contra de lo que debería hacer, provoca un cierto rechazo entre las mujeres. Ellas se declaran feministas (y lo son) pero su lucha por la igualdad pierde fuerza por sus formas. Y eso que sus formas, se supone, son su parte distintiva. Hay algo que a veces se nos olvida: cuando quieres que alguien entienda el concepto y te apoye, porque tu concepto es realmente bueno tanto para ti como para ellos, tienes que saber explicárselo en su idioma.
“Soy una mujer, no un objeto”, nos dicen desnudas y me parece algo contradictorio: no eres un objeto pero me lo cuentas en pelotas. ¿De veras es un idioma adecuado para un mundo machista contra el que hemos iniciado una guerra?
Yo soy feminista. Y, siendo feminista, no me siento identificada con FEMEN. Igual que el movimiento Women Agaist Feminism (Mujeres contra el feminismo) me parece un máximo insulto a la inteligencia y una falta de respeto hacia todas las mujeres del planeta. ¿Cómo alguien, en su sano juicio, puede estar en contra de la igualdad social entre un hombre y una mujer? No me cabe en la cabeza.
Hoy en día, nos ha tocado apagar las dos guerras. No solo tenemos que seguir matando el machismo (y el pronóstico sigue siendo pésimo), sino también enseñar a los demás qué es el feminismo y por qué no tiene nada que ver con la agresión, el odio y la lucha contra el hombre. Es cansino. Tantos años de lucha y parece que no logramos avanzar a ritmo adecuado.
Vosotros diréis que ya se ha conseguido mucho. ¡Ja! Qué inocentes que sois. África, Asia, América y gran parte de Europa siguen despreciando a la mujer. Es más, la gran parte de las mujeres siguen despreciándose a sí mismas sin siquiera darse cuenta de ello. Yo veo a las adolescentes y a la pregunta “¿eres feminista?” mueven mucho la cabeza de un lado para el otro y me dicen que ellas se depilan, se maquillan y tienen novio. Que ellas solo quieren paz. Y que por eso no lo son.
Me parece tan triste y tan poco esperanzador que la impotencia me invade y, a veces, no sé ni por dónde empezar para poder explicarles bien de qué va el tema.
Quizás por eso, cuando veo a las chicas de FEMEN, me pregunto cómo es posible que lo hagan por nosotras, pero sin que nosotras seamos participes de ello. Y cómo quieren combatir una dictadura dictándonos cómo hay que manifestar para ser una feminista de verdad.
Ojalá por enseñar los pechos el mundo se arreglase de golpe. Me pasaría el día entero en pelotas. Os lo juro.
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