Conservar bien el embutido y el queso es un arte, más aún cuando este está cortado en rodajas. Como sucede con cualquier otro producto, lo más importante es moderarnos en la cantidad que loncheamos e intentar ajustarnos a lo que vamos a consumir para que no se sequen y pongan en mal estado a marchas forzadas. El embutido, salvo que lo vayamos a comer inmediatamente, como mejor está es en entero y sin cortar. No obstante, hay remedios si nos han sobrado lonchas. Y no, no pasan por el papel film o por el papel de aluminio.
El famoso "guardar en lugar fresco y seco" cobra más relevancia que nunca a la hora de conseguir conservar estas sabrosas barras de carne. Además, también es importante que lo hagamos en un lugar oscuro y que cuidemos el jamón o el chorizo de turno antes de darle salida. No obstante, el verdadero problema lo presentan los embutidos empezados en la nevera.
Cómo evitar tener que conservar el embutido
Prevenir es mejor que curar, y con el embutido es preferible no pasarse de frenada. Aunque sea incómodo no emplatar todo de una vez, es conveniente que vayamos cortando lonchas a medida que las vayamos necesitando, incluso estando en la mesa. Aunque sabemos que siempre es inevitable que algún trozo de jamón o de chorizo quede suelto (el famoso "de la vergüenza").
Si solemos consumir embutidos ya loncheados del súper o en la carnicería, es mejor si nos lo envasan al vacío. Esto se debe a que el aire y el oxígeno son dos de los peores enemigos que cualquier embutido abierto tiene. Básicamente, dejarlo al aire libre y sin proteger (aunque sea con un poco de papel film) el producto está expuesto a bacterias y al aire, que lo secará y deshidratará. Este es el mismo motivo por el que, muchas veces, tenemos que prescindir de esa primera loncha que se sacrifica por las demás.
Cómo conservar bien el embutido en casa
No obstante, si no nos queda más remedio que conservar lonchas, las soluciones son sencillas y pasan por imitar en la medida de lo posible las condiciones de vacío. Así que, si podemos, lo mejor es reenvasar al vacío. No obstante, como no es ni ecológico ni barato, podemos optar por otra alternativa.
La mejor opción económica para conservar en casa el embutido ya abierto es el tupper (o cualquier recipiente lo más hermético posible) que nos permita evitar que el producto en cuestión esté en contacto con el aire. Después, guardamos la tartera en el frigorífico.
Eso sí, como consejo, los expertos de Directo al Paladar recomiendan que no metamos distintos tipos de embutido en el mismo tupper porque acabarán cogiendo otros aromas. Si esto fuera inevitable, debemos alternar cada capa de embutido con papel sulfurizado (el de horno) y evitar así que los sabores se transmitan porque, al estar en frío, la grasa no se fundirá.
Cómo conservar el queso
Al queso le pasa exactamente lo mismo que al embutido, pero sufre todavía aún más en la nevera porque sus condiciones de curación pueden desembocar en moho.
Tampoco le va a sentar bien que lo dejemos fuera de la nevera una vez abierto, ni las clásicas queseras. Por mucho que nos pese, el mejor amigo del queso es un espacio refrigerado y de la misma forma que sucede con el embutido.
Lo metemos en un tupper o un recipiente hermético y vamos cortando desde allí a pequeños trozos según lo vayamos necesitando. Como es lógico, tampoco conviene que mezclemos quesos en una misma tartera porque se van a viciar los olores. Huelga decir que el queso, sea del tipo que sea, no debe estar abierto en la nevera. Solo un tupper permite que no proliferen mohos.
Foto de portada | Sigmund
En Trendencias | Los 31 alimentos con más proteínas: consejos y recomendaciones
En Trendencias | Gafas de sol que serán tendencia en 2024