Ni ensalada ni gazpacho. La mejor cena de verano lleva calabacín, es proteica y tiene sabor a Murcia
Aunque el tomate está ahora en un momento maravilloso y de plena temporada, lo cierto es que el calabacín compite con éste de manera directa en el verano. Es la mejor época para comerlo con el máximo sabor y además, al estar de temporada, es más económico.
De entre todas las recetas que podemos hacer con el calabacín como el pisto manchego, las tortitas de calabacín o incluido un salmorejo sin pan que está buenísimo, nos encontramos con una de mis recetas favoritas. De origen murciano, esta receta solo necesita tres ingredientes -huevo, cebolla y calabacín- para convertirse en la cena con calabacín perfecta para el verano, baja en calorías y alta en proteínas. Hablamos del fantástico zarangollo murciano, una especie de vuelta de tuerca a los huevos revueltos que nos encanta.
Tal y como nos explica la murciana Liliana Fuchs en Directo al Paladar, “Es una receta tan simple que en cada casa se hace una versión particular, y también hay variantes con otros ingredientes repartidas por la Región. Es un plato imprescindible durante las Fiestas de Primavera y la Feria de Septiembre, ligado a la huerta, al trabajo del campo y al tapeo al sol, que nos encanta acompañar con una cazuelita de michirones y rematar con unos paparajotes”. Es Murcia en estado puro.
Cómo hacer zarangollo murciano
Para hacer la receta sólo necesitamos cebolla (mejor cebolleta que es más suave y se cocina antes) calabacín y huevo. Para una persona, que es como la cocino yo, necesitamos media cebolleta, un calabacín no excesivamente grande (para que tenga más carne y menos semillas), y uno o dos huevos. Personalmente me gusta añadirle dos para que tenga más proteína y me resulte aún más saciante.
Comenzamos pelando y picando en juliana la cebolla, y lavando y cortando en rodajas finas el calabacín. Puedes pelarlo o no, como quieras. Yo no suelo pelarlo, pero si te incomoda la piel, hazlo. En una sartén con un par de cucharadas de aceite pochamos la cebolla con una pizca de sal hasta que esté tierna. No tengas prisa, el auténtico secreto de esta receta está en dejar que las verduras se hagan lentamente y sin prisas hasta que queden tiernas, y así usaremos menos cantidad de aceite.
Una vez bien pochada la cebolla, añadimos el calabacín y salpimentamos. Primero lo ponemos a fuego fuerte para que suelte el agua y luego bajamos el fuego para que se haga lentamente. La cebolla terminará por desaparecer casi, dejando solo el sabor. “Así logramos que quede con un sabor concentrado y la textura muy suave, ahorrándonos la fritura que era más tradicional”, explica Liliana Fuchs. Removemos hasta que quede muy tierno, unos 40 minutos.
Cuando el calabacín esté pochado y tierno, solo tenemos que añadir los huevos directamente encima, salpimentarlos y remover suavemente, integrándolos en la verdura, rompiendo las yemas. Nada de poner el fuego a tope, hay que dejar que se queden jugosos y cremosos, aunque sin caldo.
Una vez con la textura que queremos, apartamos del fuego y dejamos reposar 10 minutos. Podemos servir o guardarlo en la nevera para que enfríe y comerlo fresquito. En mi caso es lo que suelo hacer en verano, me gusta comerlo frío especialmente para cenar.
Fotos | Directo al Paladar
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