A pesar de su alto contenido en grasas (todas saludables), el aguacate ya forma parte de nuestro día a día por tratarse de un alimento sano con muchas propiedades y beneficios para nuestro organismo.
Es precisamente su sabor suave lo que lo convierte en un alimento muy versátil en la cocina. Podríamos preparar una ensalada de garbanzos, aguacate y queso feta, probar uno de estos postres con aguacate, o sumar esta fruta a nuestros desayunos, pero al pensar en aguacate es inevitable hacerlo en la receta estrella del país al otro lado del charco: el guacamole.
Como ocurre con la tortilla de patatas con o sin cebolla (Dabiz Muñoz ya explicó por qué la tortilla no debe llevarla, aunque estemos cero de acuerdo con el chef en esta ocasión), con el guacamole también hay diferentes opciones y el debate en este caso está en el uso o no de tomate natural.
Para algunos mexicanos incluirlo es un sacrilegio. Para otros sin embargo, le aporta un toque dulce y un extra de cremosidad. En este caso, nosotras somos team tomate, pero puedes hacer la receta sin él y el resultado de este guacamole mexicano seguirá siendo tan auténtico como esperas.
Lo primero es picar la cebolla y el jalapeño en brunoise fina. Si vamos a incorporar el tomate, que hará que el guacamole tenga un extra de cremosidad al aportarle algo más de agua, lo escaldamos. Este truco para pelar tomates con facilidad puede hacerse de forma rápida, echándolo en agua hirviendo durante 20-30 segundos y pasándolo directamente a un bol de agua helado para cortar la cocción, vital si queremos evitar que el tomate se cocine. Ahora lo pelamos, cortamos por la mitad, quitamos las semillas y picamos la carne en dados pequeños. Puedes echar medio si el tomate es demasiado grande, no queremos que se coma el sabor del aguacate.
Con el cilantro bien lavado y seco (puedes hacerlo poniéndolo un minuto en un paño de cocina o un paño limpio), separamos sus hojas y las picamos muy finas. Es importante, en palabras de los mexicanos, no machacar el producto, haciendo cortes limpios y sin sobrecortarlo para que no pierda aroma ni color.
Es el turno del aguacate, que tendremos que cortar y quitar el hueso (aquí te contamos cómo abrir y pelar un aguacate paso a paso), y echamos la carne en un bol o en un mortero de granito.
Toca machacar el aguacate. Podemos hacerlo con un tenedor si no tenemos el mortero. No te excedas machacándolo, no nos interesa que se convierta en una pasta, sino en una crema rústica, con trozos de diferentes tamaños. Echamos el resto de ingredientes que teníamos picados de antes, la cebolla, el jalapeño, el tomate y el cilantro, junto con el zumo de media lima y sal al gusto en el bol con el aguacate. En España hay quien le añade un chorrito de aceite de oliva virgen extra, pero la receta original mexicana no lo lleva. Ahora solo queda mover, probar e ir rectificando de sal, picante y lima.
Ya que hemos dedicado unos minutos a hacer una de las recetas más reconocibles de México, podemos también preparar nuestros propios totopos o nachos, con cuidado de que no queden demasiado grasientos.
Solo nos queda prepararnos un buen margarita y unas quesadillas para disfrutar de un México lindo sin salir de nuestra casa.
Fotos | Tessa Rampersad en Unsplash, Directo al paladar
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