Desde ya unos años, cuando nos juntamos en las fiestas navideñas y para que mi madre no se de una paliza a cocinar, cada uno llevamos un par de cosas. En mi caso siempre hay tres cosas empezando por un untable -que unos años es muhammara, otros una rillette de sardinas y otros un paté de chorizo-, un postre, y por último el imprescindible que mi madre me exige llevar a la mesa: un salmón marinado.
Tranqui, que esto va de quedar de lujo pero ni gastarse un dineral ni pasarse eones en la cocina. En mi casa ha sustituido al salmón ahumado que siempre comprábamos y nos sale mucho más rentable, porque compro un salón entero al que el pescadero saca los lomos y lo congelo por piezas. Depende del salmón, en cuatro o seis. Así que con lo que me costaría un sobre mediano de salmón ahumado, tengo seis de mi salmón marinado.
Cómo hacer un salmón marinado fácil
Te prometo que es tan fácil como llegar al pescadero y pedirle un lomo de salmón. Que te lo desescame bien y le quite las espinas. En mi caso siempre repaso por si alguna se ha quedado y las quito con unas pinzas porque me da coraje que le quede alguna, pero si pasa no hay drama porque al laminarlo justo antes de servir, lo notarás con el cuchillo.
Una vez bien limpio, llega lo importante: las proporciones de sal y azúcar. Lo que vamos a preparar no es un gravlax, un plato escandinavo, porque vamos a usar más proporción de azúcar y sal, pero el resultado es escandalosamente bueno y escandalosamente fácil. Usaremos la misma cantidad de azúcar y sal que el peso del salmón. Si pesa 500 gramos, pues 500 gramos de azúcar y otros 500 de sal que mezclaremos bien en un bol. Ahí podemos meterle toda la fantasía que queramos, aunque mis combinaciones favoritas son tres: eneldo y ralladura de limón; pimienta rosa y jugo de remolacha (se queda de un color rosado que es una maravilla); y mi favorita que es ralladura de lima y vodka. Sí, vodka. Un chorrito es mágico. Mezclamos todo en un bol y listo.
Ya tenemos lista la marinada, así que vamos a poner un tercio en la base de un recipiente hondo. Tiene que tener un tamaño adecuado para la mitad del salmón, porque vamos a cortarlo en dos y poner una pieza encima de la otra. Necesitamos que sea estrecho y con cierta profundidad, en el que quepa bien el salmón sin que sobre demasiado por los lados. Encima del tercio de marinada colocamos una de las piezas de salmón con la piel hacia la marinada. Cubrimos con un par de cucharadas de marinada y colocamos la otra pieza encima, con la piel hacia arriba y echamos sobre esa pieza el resto de la marinada. Tapamos con papel film y ponernos un peso encima. Yo suelo ponerle un brick de leche tumbado, con eso basta.
Llevamos a la nevera unas 11-12 horas y una vez pasado ese tiempo, retiramos la marinada y lavamos los lomos en un poco de agua fría. No lo dejes mucho más tiempo marinando porque cada hora irá perdiendo agua y quedándose más seco. Secamos bien y hacemos lonchas finas con un cuchillo bien afilado. Lo podríamos servir ya pero también puedes guardar las lonchas en un tupper de cristal con aceite de oliva para que no se seque, y dejarlo en la nevera hasta que te lo vayas a comer.
Para servirlo en la mesa, sobre unas tostas pequeñitas de pan está delicioso, pero si quieres darle un aire más lujoso prueba a ponerlo sobre unos blinis que puedes hacer o comprar hechos en algunos supermercados, y poniendo una crema de aguacate y yogur griego encima o bajo el salmón.
No creo que sobre, pero si lo hace, prueba a comerlo para un desayuno o merienda con unos bagels neoyorkinos, extendido sobre una capa de queso crema y con unos canónigos encima. De. Locos.
Fotos | Directo al paladar, Sebastian Coman Photography en Unsplash
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