Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) contesta al teléfono desde una habitación de hotel en Valencia. Se encuentra en medio de una gira promocional que, al día siguiente, la llevará a Alicante y ha aprovechado para viajar por el levante con su hijo de cinco años, que a veces interviene de fondo. "Creo que piensa que he escrito un libro sobre perritos calientes", dice y nos reímos. También confiesa que le gusta pensar en común con otras personas pero que siente que, tras su divorcio, Caliente (Lumen, 2021) es el primer libro que escribe sola. Aunque, realmente, no sé si esto es del todo cierto porque, en su exploración de temas como el deseo, el amor plural o el autoplacer, parte de su experiencia personal pero la acompañan una larga lista de autoras con las que conversa a través de sus vidas y obra en busca de respuestas.
Todo empieza con un corazón roto, esa imagen cultural tan manida y algo cursi que parece ineludible cuando irrumpe el desamor. Sin embargo, Luna no parecía dispuesta a dejar campar a sus anchas el dolor y las lagrimas cuando, la que había sido su pareja durante más de una década, le dijo que se había enamorado de alguien más. En ese momento decidió que, si iba a llorar, al menos también iba a haber placer. Se impuso masturbarse todos los días e invirtió en nuevos juguetes sexuales. También en libros que la acompañaran, desde la literatura, en ese proceso de destrucción, reconstrucción y autoconocimiento que iniciaba.
Así, después de casi media vida en pareja, probó el poliamor, reconectó con viejas amistades y se replanteó todo aquello en lo que había creído y por lo que había apostado durante años. De todo esto es lo que habla la poeta y periodista en su último libro, un ensayo que va constantemente de lo visceral a lo racional para llevar al lector del llanto al enfado y, por último, a una tímida esperanza.
En Caliente citas constantemente a las autoras que te han ayudado en los momentos más dolorosos, ¿es un libro sobre cómo el sufrimiento que provoca aferrarse a ideas y creencias puede combatirse leyendo?
Puede ser. Una de las cosas que me pasaba cuando leía sobre amor, relaciones, etc. era que parecía que siempre había que citar a Platón, a Georges Bataille, a señores como el Marqués de Sade... y yo me preguntaba cómo hacer un ensayo sin que apareciera ninguno de ellos, me preguntaba qué era lo que pensaban las mujeres al respecto.
De hecho, creo que sí nombras a Platón cuando explicas que la palabra "vagina" nace de "vaina" casi como una mofa. En tu obra siempre tiene mucho peso el cuerpo, ¿no?
Me da la sensación de que como creadores siempre queremos tratar conceptos muy grandes, muy divinos y las cosas supuestamente pequeñas, como es nuestro propio cuerpo, las seguimos teniendo olvidadas. Por suerte, ahora vivimos un momento en el que parece que desde la teoría, la filosofía y la literatura volvemos a las cosas, aparentemente pequeñas, pero que forman parte de lo grande, en este caso la vagina (risas).
¿Tú recuerdas cuándo descubriste que usabas de forma errónea las palabras vulva y vagina?
Fue por algo que puse en Twitter de mi vagina y que no recuerdo. La cineasta Alice Waddington me contestó diciéndome que me estaba confundiendo. En ese momento me pareció un comentario molesto y hasta chulesco porque, ¿cómo no iba a saber yo lo que tengo ahí abajo? Pero sí, efectivamente llevaba 22 ó 23 años utilizando mal las palabras para referirme a esas partes del cuerpo.
"No quiero negarle a mi hijo las respuestas a las preguntas incómodas que pueda hacer sobre lo que sea"
Este es un tema en el que te has detenido bastante para ejemplificar el desconocimiento que podemos llegar a tener de nuestra anatomía.
Es un tema del que es necesario hablar. Mira, hubo también en Twitter una de estas polémicas, de las que es interesante leer las opiniones de los demás sin meterse, en la que me llamó la atención lo que decía una trabajadora sexual. Ella proponía que, igual que nos habíamos reapropiado de otros conceptos, hiciéramos lo mismo con "vagina", dado que le hemos dado tanto uso para referirnos al conjunto del aparato reproductor sexual de la mujer cisgénero. Yo no sé si estoy de acuerdo con esa corriente pero me parece interesante.
Hablas de enseñarle a los niños, desde muy pequeños, el consentimiento como algo atractivo para que no reproduzcan conductas violentas en el futuro. Tú que eres madre, ¿cómo trasladas la teoría a la práctica?
Culturalmente, las únicas aproximaciones que, a mi juicio, puedo hacer sin materiales para ello es a través de libros infantiles. Tenemos uno muy divertido, por ejemplo, que habla sobre la reproducción de los animales y que muestra genitales que ni yo misma había visto. También otro que se llama 1,2,3... ¡Culos! sobre descubrir todo tipo de cuerpos en la piscina y perder la vergüenza a enseñar el tuyo. Partiendo de ahí puedo explicarle a mi hijo ciertas cosas. Luego, en lo personal, no negarle las respuestas a las preguntas incómodas que pueda hacer sobre lo que sea. Explicarle las cosas con total naturalidad.
Caliente (Ensayo)
Lo de no quedarse a veces en los libros es todo un reto también para los adultos... ¿Qué viene después de leer?
Probar. Ahora es el momento de probar. Yo lo que le agradezco a los libros de autoras como Tamara Tenenbaum, Brigitte Vasallo, Gabriela Wiener, Anaïs Nin... es que me han dado herramientas. A través de sus experiencias puedes sentirte menos perdida. Empezar a indagar sobre todas estas cuestiones, unir los puntos y hacer el mapa de lecturas que, al final, es lo que es Caliente, no sé si lleva a tomar mejores decisiones pero sí a tomarlas. A no dejar que las cosas que te duelen se queden debajo de la alfombra esperando a que se arreglen solas y a hacer algo al respecto.
También dices que puede ayudarnos aceptar nuestra vulnerabilidad, ¿cómo?
Sí, el ser capaz de narrar tus propias miserias, o lo que te han dicho que son tus miserias. Para mí, después de una relación de 12 años, era muy vergonzoso y me generaba un profundo dolor contarle a alguien cercano que no estaba bien con mi pareja. Mostrarme vulnerable, sentir que estaba fracasando en un modelo familiar que había elegido y que traicionaba mis principios, me generaba todavía más frustración. No ser capaz de mostrar mi vulnerabilidad en el terreno íntimo me hizo tragarme todas esas dudas durante años por miedo. Ser capaz de comunicarle a alguien tus dudas y vulnerabilidad es muy bueno. Te hacen pensar que si lo haces se van a aprovechar de ti o se van a reír y es todo lo contrario.
"Te hacen pensar que si muestras tu vulnerabilidad se van a aprovechar de ti o se van a reír y es todo lo contrario".
¿Tener una relación más desapegada con nuestras ideas y ser más flexibles con lo que creemos sería otra, entonces?
A mí me incomoda cuando en las entrevistas quieren que diga que soy poliamorosa porque ni siquiera sé si lo soy, igual que no sé si me gustan más los chicos o las chicas o qué votaré en el futuro. Creer en algo no te obliga a ir siempre a muerte con ello. De hecho, yo vengo de esa experiencia y te acaba matando a ti. Mientras escribía Caliente, yo he estado probando, he conocido a gente nueva y he descubierto que, en realidad, me gusta más estar con mis amigos de siempre. Gracias a la reflexión sobre el poliamor me di cuenta de que todas las malas dinámicas de la pareja monógama (posesión, celos...) las había repetido también con amigas. Así que creo que lo bonito de todas estas herramientas de las que hablo es que se pueden aplicar a cualquier tipo de relación.
Con los años yo también veo cada vez menos diferencias entre ambas formas de relacionarse. Sin embargo, no solemos considerar la amistad como un vínculo a la misma altura que el romántico.
Veo esto, por ejemplo, cuando se rompe un lazo con una amiga que, sin saber muy bien por qué, parece que sea más fácil dejarla olvidada en el pasado. Yo, durante años, he estado muy centrada en mi pareja, en mi trabajo y en una maternidad muy entregada. Entre medias me pilló también un duelo muy profundo y, de los 25 a los 30 años, sentí que la Luna real había desaparecido. Estaba reducida a tres pequeños mundos de los que no salía y ahora he vuelto a retomar la relación con amigas con las que no hablaba desde hacía 8 años. Esto es totalmente algo sobre lo que yo he podido reflexionar gracias a toda esa literatura sobre los afectos.
Señalas la necesidad de generar nuevas palabras que designen nuevas realidades en el ámbito de los afectos. ¿Hay alguna que creas que nos hace falta urgentemente?
A mí, por ejemplo, me cuesta mucho definir algunas amistades femeninas en las que a veces hay deseo sexual y otras no. En las que no se le da importancia al sexo aunque a veces haya y a las que llamo amigas porque tampoco somos novias. No sé si ponerle una etiqueta a los tipos de amistad puede ser más peligroso pero si que es verdad que hay pequeñas realidades en mi grupo más cercano que no sabría cómo explicarle a mi abuela.
¿Algo más que una amistad pero menos que una pareja, tal vez?
La poeta Sara Torres tiene un término que me parece muy importante, amigas-amantes, que alude un poco a eso y que creo que se podría aplicarse también a las relaciones heterosexuales. Sin embargo, se me sigue quedando vacío. De todos modos, no sé si, precisamente, el hecho de que algo sea indefinible para los demás le da ese punto especial que hace que vivirlo sea tan puro e interesante. Si hay que ponerle nombre pues ya se le pondrá pero, de momento, vivirlo es lo que importa.
"El hecho de que algo sea indefinible para los demás tiene ese punto especial que hace que vivirlo sea tan puro e interesante".
"Escribir diciendo cosas que hacen daño con la intención de que nunca más duelan". Es una cita de tu libro, ¿ha funcionado?
Creo que es un proceso que no acaba nunca pero, por lo menos, te quitas un peso. Sí me he notado mucho más feliz escribiendo después, aunque lo que cuente pueda ser difícil. Caliente es, sobre todo, un libro que me apetecía escribir para saber quién era yo. A mí me gusta mucho pensar con los demás y, en mi casa, mi exmarido (el también escritor Antonio J. Rodríguez) y yo pensábamos mucho en común. Si empecé con él a los 17 años y llevo publicando desde los 18, significa que toda mi vida literaria ha estado unida a mi historia en pareja. Así que escribir alejándome intima y literariamente de esa persona era una proceso que me apetecía vivir. Escribir yo sola era un punto de partida.
Fotos | @lalovenenoso, @lunamonelle y Lumen