Ya algo saturados de lo "trendy" del momento nos topamos con una propuesta original en el cada vez más anglosajonizado panorama gastronómico de nuestras tierras. Cabaña Marconi es un restaurante escandinavo, de corazón cosmopolita, situado en la zona de la Moraleja, al norte, dónde si no, de Madrid.
Embelezzia tuvo la ocasión de pasar una excelente velada gastronómica cenando, a la luz de las velas, en este agradable local. Ahora os contamos lo que vimos, y comimos, en un relajante ambiente rodeado de encinas y jardines ideado por el reputado estudio de interiorismo de Sofia Olazábal.
Ya os adelantaba mi compi María que una de las delicias en la carta de Cabaña Marconi es el caviar sueco de Kalix, huevas de corégonos de los ríos de Laponia, en el archipiélago de la Bahía de Botnia. Un sabor y color únicos, disculpad por cierto lo pobre de las fotos pero no quería molestar al resto de comensales con el flash, para una delicia que se sirve en banquetes reales y en los premios Nobel.
Pudimos disfrutar de una degustación completísima con cantidad de recetas originales escandinavas, uno de los creadores del local es de origen sueco, incluyendo varios platos difíciles de encontrar en España.
Las albóndigas suecas con puré de patata no son uno de esos platos, pero creedme que las de Cabaña Marconi no tienen lo más remoto que ver con esas piedras de carne que todos hemos tenido que comer alguna vez por desgracia en cierta gran superficie. Carne de primera, cocción justa con un dorado perfecto, puré de consistencia adecuada, no duraron mucho en el plato.
El salmón es otro de los grande protagonistas, como habréis imaginado, en la carta de Cabaña Marconi. Al comienzo de la velada nos deleitamos con un excelente salmón marinado con salsa de eneldo perfecto para abrir boca, que hacía falta como pudimos comprobar. Más tarde dimos cuenta del Salmón al vapor con salsa escandinava que no necesita más, el pescado es tan sabroso a la vez que poco grasiento que el toque de la ligera salsa es más que suficiente.
Volvemos a la carne comenzando por el steak tartar cuya fotografía abre este post, una imagen vale más que mil palabras, sólo deciros que no quedó absolutamente nada en el plato.
No nos dan tregua y el atento servicio nos presenta unos mejillones a la crema, Moulès a la crème avec frites, pequeños bivalvos servidos con patatas fritas que me recodaron mucho a los que cogía con mi hermana en la playa de Alcoceber hace muchos, muchos años. Un excelente entretenimiento antes de la llegada del imponente Roast Beef con puré de patata y cebolla caramelizada.
La carta del restaurante contiene muchas otras sorpresas como las Alaskan King Crab Legs, el aguacate con cangrejos de rio y vinagreta francesa o el huevo ecológico encapotado pasando por el gazpacho o las anchoas de Santoña.
No puedo dejar de insistir en el agradable ambiente del restaurante Cabaña Marconi gracias a la excelente decoración, con toques surf, la iluminación y el justo nivel de la música de fondo. Un placer absoluto cenar con vosotros, gracias y ¡seguid así!
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