A mediados de la pasada década un redactor contaba como un día vio salir a una clienta con seis o siete bolsas de la tienda de Primark en Oxford Circus, Londres. Llovía a cántaros y las bolsas eran de papel. Mientras bajaba por Oxford Street una de ellas cedió y las prendas de algodón cayeron. El periodista se quedó boquiabierto. La mujer no recogió su compra. La miró y siguió andando como si nada. ‘Total, si no vale gran cosa’, debió pensar.
Compramos más ropa, mucho más barata que hace dos décadas. No es ningún secreto. Y nuestros armarios se han homogeneizado. Detrás de la revolución están no solo Primark también TopShop, H&M, Mango y sobre todo Zara. La reina del fast fahion. Los cerca de 200 diseñadores de la marca de la joya de Inditex elaboran unos 40.000 diseños al año. Las cifras son apabullantes. Pero el ingenio de Zara va más allá. Sabe practicar el juego psicológico. Sus colecciones son breves (de pocas piezas) lo que genera ansía y las hace exclusivas. Es decir, si voy a Zara y me gusta una falda la compraré en el acto. La razón: tal vez la semana que viene esté agotada. La firma la sustituirá por algo parecido (la marca produce en relación al consumo y está pendiente de los informes y datos de sus tiendas, pero no reproduce una prenda exactamente igual).
A esto se suma la bajada de los precios en la moda. Desde 1996 han caído en picado. En 2001 lo hicieron en un 6%. Y entre 2003 y 2007 descendieron en un 10% cada año. Pero las marcas ganaron siempre más dinero. Lo que significa que hemos ido comprando más y más con el paso de los años. Una lectura para saber más sobre el tema es el reciente ensayo To Die For, de Lucy Siegle.
Parece que tanto consumismo nos gusta. Incluso nos engancha. Conocemos la teoría, nuestro afán consumista no es una buena noticia para el planeta. Pero nos da igual. Disfrutamos consumiendo moda como disfrutamos comiendo. Y eso que con suerte vestimos el 20% de nuestro armario. Dudo que comamos solo el 20% de lo que almacenamos en el frigo.
Además Olivia Palermo o Alexa Chung han demostrado que el maridaje de fast y high fashion funciona.
Tal vez termine montando un mercadillo en mi casa a través de Facebook. Mis armarios están atiborrados de moda rápida. O me pase por el Trueque de Adelita y cambie los pantalones que no me pongo por otros. O ahorre lo suficiente para adquirir una pieza de diseñador.
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