Se acerca el gran día, aquel en el que unos nos piden que salgamos a celebrar, otros saldrán a protestar y otros, como el Rey Juan Carlos, se quedarán en casita. Cómo me gusta un fasto, el exceso, una fiesta y un traje de noche. Me encantaría asistir a una de estas celebraciones, lucir el vestido más excesivo y la joya más cara y poner cara como de que es mi hábitat natural. No es el mío pero sí el de Máxima de Holanda y de la futura reina Letizia. Algunas cosas las asemejan y otras las diferencian.
Si yo tuviera que definir de alguna manera a Máxima de Holanda es como una mujer natural. No está forzada, su sonrisa está siempre presente y se nota que los flashes le importan poco, de ahí que la pillen con muecas y actitudes graciosas o naturales. Letizia sin embargo parece ser más seria, con un rictus siempre pendiente de su mejor perfil. Querida Letizia, una gran sonrisa, aunque en foto no salga bien, es lo mejor.
Hay otro detalle que echo en falta en la princesa Letizia y que me encanta. Lo lucen Catalina de Inglaterra, Máxima y hasta ¡Carla Bruni!, esa cantautora espléndida con pasado de izquierdas y que en los eventos que se preciaron no dudó en ponerse un casquete. Me encantan, destilan elegancia y una posición real y los echo mucho de menos en Letizia.
Color. Si algo define a Máxima de Holanda es que no hay color del arcoiris que no lleve, a veces incluso mezclado. Se atreve con amarillos limones, naranjas cítricos, verdes limas y lo hace hasta en invierno. Letizia querida, color is the answer!
Pequeños guiños a la moda en su día a día. Lo mejor de Letizia son sus looks de noche y desde mi punto de vista cuando resulta aburrida es en los actos de día o más casuales. No entraré en la eterna discusión de que debe ampliar el número de diseñadores fetiche que utiliza, al menos es español, pero sí en que sus looks de día resultan aburridos, sin gracia. Un pequeño toque de moda, basta, como estos palazzo de Máxima en blanco y negro. No es cuestión de convertir una reina en una it girl.
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