América es la tierra de las oportunidades. Todavía hoy. Y dos son los diseñadores españoles que han cruzado el Atlántico para presentar sus propuestas en la Semana de la Moda de Nueva York: Miguel Adrover y Custo Dalmau.
La colección que presentó Adrover y que lleva por título “Out of My Mind” responde punto por punto a esa imagen de diseñador maldito que arrastra desde sus inicios y que a él parece encantarle. Siempre en continua reinvención, nunca ha tenido miedo a impactar o incluso ofender con sus propuestas (no hay más que recordar su colección inspirada en el Islam que presentó tras el 11 S) aunque esta actitud le suponga desaparecer del escenario varios años.
La inspiración nace de la idea de unas maletas que caen de un avión en el Amazonas y como podrían usar las prendas que están dentro los miembros de una tribu que siempre han vivido aislados del resto del mundo. Sin embargo los materiales para crearla los obtiene de un lugar mucho más cercano y conocido: su propio armario. Una capa de lana de su abuela se convierte en un vestido, un abrigo de piel de Alexander McQueen en una falda, guantes que pasan a formar parte de los zapatos y las camisas y las americanas en blusas y faldas puestas del revés. Y aunque por escrito pueda parecer algo más digno de los carnavales que vivimos en estos días en realidad funciona.
La colección no tiene ninguna vocación comercial. No puede tenerla. Se ha creado con prendas de su propio armario. Algunas salidas del desfile se acercan más a la obra de un artista experimental que a la de un costurero clásico pero es al mismo tiempo una muestra de talento tal que hace que nos planteemos qué podría hacer con medios y recursos a su disposición. Y sin coser. Algo a lo que los que asistimos a los desfiles en España ya estamos acostumbrados a ver aunque el resultado es completamente distinto.
Custo Dalmau no tiene nada en común con Adrover. Su propuesta nada tiene que ver con la selva Amazónica. Está pensanda para la jungla del asfalto.
Su imagen de marca siempre ha sido el color, la combinación de texturas. Nunca ha tenido miedo a la mezcla. Y ahí reside su fortaleza y su debilidad. Sus prendas son únicas y por tanto se salen de ese fondo de armario al que a veces parecemos estar sujetos.
Por eso Nueva York le sienta tan bien. Porque el espíritu de esa ciudad nace del individualismo que desprenden las prendas de Custo. Ropa para mujeres que lo último que quieren es pasar desapercibidas y que deciden tomar riesgos.
Quizás ese sea el punto en común de los dos españoles que han desfilado en Nueva York: el riesgo. Adrover al más puro estilo de un artista maldito y Custo Dalmau al del emprendedor que se lanza a hacer las Américas y que sabe que para conquistar al mundo hay que empezar por el imperio.
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