Comienza Fleabag con una mujer mirando a cámara y hablándonos mientras se acuesta con un tipo. Cínica y descarada, la protagonista habla al espectador en los momentos de intimidad. Necesita que el espectador sepa lo que piensa. O lo que se supone que piensa. Phoebe Waller-Bright, directora, guionista y protagonista en este caso, construye un personaje increíble y una historia entre tierna, divertida y desesperada. Así es Fleabag y por eso me enganchó y se han convertido en una de mis series favoritas (que llevo tiempo recomendando sin ser comprendida). Ahora los Emmys dan el golpe y se lleva cuatro estatuillas. Estas son mis razones, para recomendarla.
La última escena, del último capítulo de la segunda temporada de Flebag es una obra maestra. Y los Emmy la han valorado esta vez y le han dado cuatro estatuillas. Entre otras "Mejor Comedia".
Vi la segunda temporada en un fin de semana, y eso que hacía buen tiempo. Y cuándo acabé, mi pensamiento fue que pasaría mucho tiempo sin volver a ver algo tan bueno. Lo que consigue Phoebe Waller-Bright es hacer de una historia increíble, con muchos toques surrealistas, algo completamente verídico y absolutamente divertido. Porque si la vida es cómo una mala película, también tiene mucho que ver con una buena serie. Las series tienen tiempo de adentrarse en los personajes, de mirar los matices, de saber más y más de lo que rodea a una historia, a una forma de ser, a un momento en el que te encuentras con alguien. Con un personaje.
Mi primer encuentro con Fleabag, la protagonista, de hecho, fue desastroso. No me veía yo mucho tiempo siguiendo esa serie. Demasiado cinismo, demasiada vida loca, demasiadas historias de una noche (o de un rato), demasiado caos... Y sin embargo, conforme fueron pasando los capítulos (me la había bajado en un viaje muy largo de avión en 2018 y no tenía otra cosa que ver, así que no me quedó más remedio), me fui reconciliando con el personaje, entendiendo sus motivos, empatizando, dándome cuenta de que no todo es lo que parece... Vi la tragedia detrás de la comedia, y me convertí en la fan número uno de esa mujer. Ese personaje roto, pero a la vez superviviente, castigado por la culpa, refugiada en el cinismo, que no cree merecer más cariño que el de una coballa, con secretos que ni se menciona a sí misma. Con una hermana de éxito, su antítesis, enfadada con el mundo, difícil. Con un padre viudo, demasiado cobarde, que no sabe amar a sus dos hijas, o no lo suficiente. Pero además hay un montón de encuentros, personajes y situaciones sorprendentes y surrealistas. Todo es un cóctel de inesperada diversión y fascinación. Porque en la vida, no todo es negro o blanco. Está lleno de grises. Y Fleabag es un gris con mucho de rosa, y de marrón, y de verde...
Creo que he llegado hasta aquí sin hacer verdaderos spoilers, sólo plantando las bases de las historia. Y se me queda corto este artículo, pero creo que merece la pena dejarlo así y contar que llevo desde 2018 fascinada por esta serie, que su segunda temporada, de la que esperaba poco, fue a más y me dejó con ganas de otra. Y además por supuesto, ya soy una incondicional de Phoebe Waller-Bright y he visto (devorado) otra serie maravillosa suya: Crashing. Anterior a Fleabag, de 2016, Netflix la ha recuperado ahora debido al éxito de su directora-guionista-actriz. También merece la pena Killing Eve, otro de las grandes series de estos años en HBO. Aunque para mi, Fleabag, es sin duda, la mejor.
Imágenes| Fleabag (Amazon Prime).
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