Siendo una de las pocas actrices en haber ganado los cuatro premios más importantes del cine (Óscar, Bafta, Globo de Oro y Premio del Sindicato de Actores) a Renée Zellweger le quedan pocas cosas que demostrar en su carrera.
Menos mal porque, coincidiendo con su 50 aniversario, la actriz está de estreno y la verdad es que no parece encontrarse entre lo más memorable de su filmografía.
Dilema es la serie de Netflix con la que Zellweger ha apostado por la pequeña pantalla. En ella interpreta a una mujer fatal que podría convertirse en un icono de la seducción a lo Sharon Stone en Instinto básico sino fuera porque el personaje da la sensación de estar demasiado perfilado para ello de antemano.
De hecho, en un momento dado, hay un guiñó a la famosa escena del cruce de piernas sin ropa interior de la película de Paul Verhoeven.
No cabe duda de que el personaje que interpretó Stone en los noventa fue un modelo a la hora de construir el de Anne Montgomery. Aunque, a su manera, también podemos encontrar un referente taquillero moderno en la figura de Christian Grey. Solo que, en esta ocasión, la rica y poderosa, la que domina es ella.
Se trata, también, de un planteamiento más oscuro que el de Cincuenta sombras de Grey. Como el propio nombre de la serie indica, la trama está construida en torno a un dilema.
Todo empieza con una científica llamada Lisa Ruiz-Donovan que, desesperada por conseguir financiación para su startup de tecnología médica, sella junto a su marido un trato con una misteriosa inversora que no es otra que Anne Montgomery/ Renée Zellweger.
Anne es el arquetipo de millonaria insensible y egoísta, poco acostumbrada a que le digan que no a algo. Una forma de ser complicada sobre todo cuando el acuerdo es pasar una noche con el marido de Lisa a cambio de financiar su proyecto científico. Una decisión a raíz de la que se explora cómo esta afecta a la pareja.
Algo como lo que ya se hizo en Una proposición indecente pero a la inversa. Ya que, en la película de 1993, era un hombre el que le ofrecía a una pareja desesperada un millón de dólares por pasar la noche con la esposa.
Del mismo modo que la serie no oculta sus referencias, también es evidente que su mayor reclamo es la interpretación de su actriz estrella. Por desgracia, resulta difícil obrar milagros cuando un guión resulta demasiado forzado y poco creíble.
Aún así, ver a Zellweger jugar con los límites siempre es una gozada y es posible disfrutar de la serie si se sabe a lo que se va: a ver un drama, disparatado de forma no intencionada, en el que más es siempre más.
Da la sensación de que Netflix decepciona y no sabe aprovechar la oportunidad cada vez que es una actriz de renombre la que está implicada en una de sus producciones. Les pasó con Naomi Watts en Gipsy, repitieron con Emma Stone en Maniac y ha vuelto a pasar con Dilema.
Con esta serie es recomendable, sobre todo, aguantar hasta que se desvele en la trama (ATENCIÓN: SPOILER) el vínculo que existe entre el pasado de la protagonista y uno de los miembros de la pareja. Se trata del momento clave, si no te enganchas entonces, probablemente ya no lo hagas nunca.
Aunque, de todos modos, siempre se puede probar con alguno de estos otros 136 estrenos, a ver si hay más suerte.
Fotos | Netflix.