Mientras unos se adentran en experimentos futuristas y en mezclas poco conseguidas que no terminan de convencer, otras grandes casas parisinas hacen lo que mejor se les da: crear preciosos vestidos que sientan bien, que favorecen y que siempre serán elegantes y chic, ya pasen dos años, diez o veinte.
Es el caso de Lanvin, que de la mano de Alber Elbaz consigue ser uno de los mejores desfiles de la Semana de la Moda de París temporada tras temporada.
El desfile de la colección Lanvin otoño-invierno 2011/2012 comenzó muy sobrio, todo de negro, con abrigos y capas con cortes estrictos, zapatos masculinos y muy poca concesión a las florituras y detalles. Me ha recordado a la colección de Yves Saint Laurent otoño 2010, con tantos toques monacales.
Pero poco a poco el show se ha ido animando, dejando paso a túnicas asimétricas con gran movimiento.
A sobrios estampados florales, encajes e incluso estampado de lunares.
A vestidos con sorprendentes volúmenes.
Para terminar en una apoteosis final de preciosos vestidos con colores florales, con sutiles drapeados y frunces que abrazan el cuerpo femenino.
Todos con el sello de uno de los mejores diseñadores que existen actualmente (ahora que grandes nombres están cayendo uno tras otro).
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